Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
En la antigua Grecia el concepto de lo privado no era bien visto.
Para los griegos lo más importante era la vida pública, lo privado se reducía a
lo íntimo, a lo de poca monta y de escaso interés.
Con el advenimiento de la modernidad, poco a poco la vida privada
gana un espacio que no tenía. Por decirlo de alguna manera, la vida privada,
como las quinceañeras, hace su presentación en sociedad. Desde ese momento lo
social queda dividido en dos: lo público o lo de todos, y loprivado o lo
individual. Fue una ganancia para la sociedad, porque dedicarse a asuntos
particulares o privados dejó de ser visto como un tema peyorativo y de mal
gusto social.
El tema de lo privado ha continuado ganando terreno hasta el punto
que ya hace parte de los derechos del individuo, de los derechos humanos
fundamentales. La intimidad y la privacidad son un derecho sagrado, por lo
tanto vedados a cualquier intrusión por parte del estado o de otros individuos.
Más de un artículo de nuestra constitución política reconoce la importancia de
preservar el fuero de lo privado y de lo íntimo.
El Estado es un ente creado para el servicio de los ciudadanos. Su
esencia y naturaleza es servir a sus asociados. Con el paso del tiempo, el
Estado ha ido ganando cierta autonomía y por razones de confianza y
tranquilidad resulta, paradójicamente, más importante la seguridad del Estado
que la de los mismos ciudadanos. La creación, que es un ente abstracto e
inmaterial, se asume más importante que sus creadores, que son reales, sensibles,
razón de ser de la existencia del Estado. Una monstruosidad.
Esta degeneración trata de convencer a los ciudadanos que pierdan lo
ganado con su privacidad y mundo íntimo, para permitir que el Estado, que
debería ser la expresión de lo público, indague sin cortapisas en los asuntos
privados. Es como sostener que para preservar la libertad se ofrece la
seguridad de una cárcel. El Estado argumenta que para que la sociedad sea
segura él debe meter sus narizotas en las llamadas telefónicas, cartas, correos
electrónicos y todo tipo de comunicaciones.
No faltará el despistado que diga que el que no tiene nada que
ocultar no debería preocuparse. Esto es falso. Si fuera cierto las personas no
bajarían la voz, para ser privados, cuando un ser amado las llama por celular.
No conozco a nadie que quiera pedir favores, por ejemplo sexuales, a gritos en
la plaza pública porque el que nada debe nada teme. Una cosa es la lucha contra
la corrupción, las mafias y el bandidaje y otra querer desaparecer de tajo la
intimidad de las personas. La privacidad es un derecho de la persona que hay
que defender y exigir que se respete sin ninguna condición.
Fueron muchas las fechoría que desde el Estado se fraguaron contra
la intimidad y la privacidad de centenares de ciudadanos, en las famosas
chuzadas del DAS, dizque para garantizar la seguridad del Estado. Se quiere
construir un Estado seguro haciendo inseguros a los ciudadanos. Con este
argumento se persiguió a opositores y se metió en cintura a muchos inconformes.
Hay que rechazar sin desmayo la intromisión del Estado en la vida
privada, un derecho fundamental de las personas.