AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La gobernación del Tolima se
convirtió en el premio mayor para los barones electorales de la región. Como es
un premio grande, las estrategias se vienen aguzando para desbrozar el camino.
Mauricio Jaramillo, viejo zorro
político, organizó una terna de uno para quedar él como candidato a la gobernación
por la Unidad Nacional dando una imagen democrática para la clientela. La
aspiración de Jaime Eduardo Reyes no le causó preocupación. Tampoco Patarroyo
ni Carlos García. El sendero estaba limpio para llegar al palacio del mango. Al
aparecer Barreto en la arena cambiaron las cosas.
Según cálculos, si las elecciones
fueran hoy, Barreto le ganaría a Jaramillo en Ibagué con un 30 a 35% de
diferencia, lo que sería una diferencia escandalosa y que pese a la confianza
de la Unidad Nacional en la votación departamental los pone a pensar. Otra
preocupación es la cercanía de Carlos Edward Osorio a Barreto que aportaría
votos significativos tanto en Ibagué como en otros municipios. El ajedrez
político empieza a jugarse…
Designar a dedo a Rubén Darío a la
alcaldía de Ibagué debería reducir la diferencia con Barreto. Sin embargo, este
lanzamiento no causó el impacto que esperaban y espantaron mucha gente que
apoya a Toledo. Esto favorecería a Oscar. Por Bogotá están moviendo fierros
para que el Centro Democrático apoye a Carlos García con lo que se busca
recoger unos electores que no votarían por Jaramillo y que se podrían ir a las
filas de Barreto. La última estrategia, hasta ahora, es impulsar a su hermano
Guillermo Alfonso como candidato para Ibagué.
Guillermo es un hombre polémico que
va a levantar polvaredas por su verbo y temperamento. Saben que tiene pocas
probabilidades de llegar a la alcaldía, pero puede desgastar la diferencia que
ha logrado Barreto en este municipio. Desde ya anunció su voto por Mauricio y
buscará polarizar la campaña para ganar adeptos para él y su hermano. Un
pequeño tropiezo es que los candidatos al concejo de Cambio Radical se
opusieron a votar por Guillermo Alfonso como les propuso Emilio. De todas
formas Mauricio podrá jugar con dos cartas la alcaldía de Ibagué, con Rubén
Darío y con su carnal, que de ganarse sería la fresa que corone el pastel, pero
el verdadero pastel es la gobernación. Además, si las cuentas se dan, alguno de
los dos podría renunciar en favor del otro, para buscar el triunfo en la
alcaldía…
Un observador desprevenido podría
decir que esto no tiene sentido porque son varios movimientos políticos y cada
uno diferente para pensar que jueguen al unísono. La verdad es que en este
ajedrez la ideología es para el discurso incendiario y camorrero, para la
audiencia cada vez más escasa que le encanta el circo y la diatriba, pero para
la práctica electoral lo que les interesa es el cálculo político, el
pragmatismo cerrero, la conveniencia descarnada.
El tablero está dispuesto y aún faltan más jugadores. Cada
discurso hay que leerlo entre líneas para entender los propósitos y las
intenciones de quienes hablan de renovación pero llevan décadas mangoneando la
política departamental y local.