Por
Luis Eduardo Chamorro Rodríguez
Cada
vez más se piden competencias adicionales en el desempeño de los docentes.
Porque se cree que muchas de las situaciones que ocurren en el ámbito
colombiano, se pueden solucionar o fortalecer
a través de procesos de formación humana de los estudiantes, de la cual
son parcialmente responsables los docentes en las instituciones escolares.
Se
pide que el docente sepa lo que enseña, que sepa enseñar, lo cual hace parte de
su formación pedagógica; pero también que conozca sobre el comportamiento de
los estudiantes y en consecuencia tenga formación básica de Psicología y que
sepa cómo se actúa en organizaciones
sociales, entre ellas la escuela y, entonces , también debe saber de Sociología
educativa y Antropología básica.
Pero
ahora, surge una nueva demanda de formación previa, se pide que el docente se
convierta en un neuroeducador, porque es necesario que conozca cómo funciona el
cerebro de los humanos para que los estudiantes logren los aprendizajes
significativos; que el docente sepa cómo
conocer sus emociones y sentimientos y los de sus estudiantes, padres de
familia y compañeros de trabajo en el establecimiento
educativo, porque las emociones son un ingrediente clave para el logro de los
aprendizajes en las aulas.
Dos
psicólogos que ejercen la docencia en la
Institución Educativa Distrital Arborizadora Baja de Bogotá, en la ciudadela
Simón Bolívar, al sur de la capital de la República, en su calidad de
estudiantes de la Maestría en Educación que
ofrece la Universidad del Tolima, bajo la dirección del docente de la
Universidad del Tolima, Carlos Alfonso Quimbayo Valderrama, realizaron la
investigación que lleva por título “La inteligencia emocional y el tratamiento
de las conductas disruptivas en las aulas de clase”, sobre un tema y problema
que es de vital importancia en tiempos en que el Estado se ocupa de implementar
un Sistema Nacional de Convivencia Escolar. Se trata de una investigación que
hace parte de la programación investigativa del
grupo de investigación en Gestión Escolar de la Universidad del Tolima.
Los autores de la investigación, los psicólogos y docentes Diego Andrés
Buitrago Muñoz y Carmen Rosa Herrera Ortigoza, ya obtuvieron su título de
Magísteres en Educación, después de la sustentación de este trabajo de grado y
el concepto favorable del jurado Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo, líder del
grupo de investigación y docente de la
Maestría.
.
LAS EMOCIONES Y LAS CONDUCTAS DISRUPTIVAS
La
investigación ya citada, establece la relación entre dos grandes conceptos y
campos teóricos: La inteligencia emocional y las conductas disruptivas de los
estudiantes de educación primaria en las aulas. “Cómo influye la inteligencia
emocional percibida por los profesores del grado quinto de la Institución
Educativa Distrital Arborizadota Baja de Bogotá, en el tratamiento de las
conductas disruptivas de sus estudiantes? Es la pregunta central de la
investigación.
De tal
manera, se buscaron conocimientos sobre la Inteligencia Emocional entendida como “las capacidades para
interactuar con habilidad a través de las emociones y sentimientos, permitiendo
desarrollar el autoconocimiento, motivación, control de impulsos, entre otros
procesos”, dice el texto del informe de investigación. Y, de otra parte, están las conductas
disruptivas entendidas como las
conductas y comportamientos del estudiante en el aula, que entorpecen u
obstaculizan en desempeño del docente y de los estudiantes en los procesos de
enseñanza aprendizaje de cada una de las áreas y asignaturas del plan de
estudios.
Se
desarrolló un modelo de investigación expostfacto de tipo descriptivo, “Los
participantes fueron estudiantes de los tres cursos del grado quinto y sus
correspondientes directores de curso. Se aplicó el test de inteligencia
emocional YMMS 24 , dos encuestas y una entrevista estructurada a profesores”.
Entre
las recomendaciones de los estudiantes investigadores está “que es necesario que los maestros conozcan
de sus emociones , y participen de un proceso de Educación Emocional, el cual
es , posible en cualquier momento de la vida” . Que
igualmente es necesario que los docentes sepan cómo intervenir sobre los
comportamientos disruptivos; que estén en capacidad de establecer tipologías y
características de los mismos que
“resulta necesario pensar en la participación de los estudiantes en decisiones
y/o acuerdos para el mantenimiento y mejora de situaciones particulares del
escenario”.
EL TRATAMIENTO DE CONDUCTAS DISRUPTIVAS POR
LOS DOCENTES.
No hay
duda que al docente le gusta que sus estudiantes sean disciplinados , que en
consecuencia no manifiesten conductas disruptivas que en el aula entorpecen el
desarrollo de las clases. Pero es una situación que está condicionada por la
concepción que el docente tenga sobre la disciplina o indisciplina. Pero tener
a unos estudiantes sentados e inmóviles
escuchando la exposición o explicación de temas por parte de su profesor, no es
lo deseable , porque ello termina en aburrimiento de los estudiantes. Tener los niños sentados “impacta negativamente el cerebro”, dice el
médico y fisiólogo español Francisco Mora Teruel, de la Universidad
Complutense.
En una conferencia que tituló “Sólo se aprende
aquello que se ama”, este autor de 20
libros dice que los docentes y otros
profesionales deben hacer un viaje al interior del cerebro de las personas,
para saber cómo actuar ante los procesos de enseñanza y aprendizaje y cuando
pretenda intervenir sobre conductas y comportamientos de los estudiantes.
La
Neuroeducación, que todavía no es una disciplina científica, se convertirá en
una “nueva forma de evaluar la educación, desde el cerebro”, dice Mora.
De esta
manera, queda aquí planteada una tarea para los docentes, saber de inteligencia
emocional y de neuroeducación, para mejorar su desempeño profesional.