PERIÓDICO EL PÚBLICO
A MANERA DE CARTA ABIERTA
Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA
A los nuevos gobernantes, a los líderes políticos, económicos y sociales, a los educadores y al tolimense que anhela prosperidad
Preguntémonos hasta cuándo tendremos que esperar. Lo último sabido es que, según el DANE, el Tolima aportó un menos 2% alPIB nacional en 2010. Incorrecto sería que estos indicadores que evidencian una sostenida tendencia regresiva de la región “pasaran de agache” y correcto que se tomaran como llamado urgente a los tolimenses a que pensemos si tantos años dedicados a “esperar nada”, a “fantasear desarrollo”, deben concluir y si es momento de encarar, sin dilación, la gran disyuntiva histórica: o definimos nosotros un proyecto consistente de futuro para la comunidad tolimense o dejamos a merced del avaro foráneo el destino que a nosotros compete forjar. Inacción, falsas percepciones; PIB negativo; desempleo; crisis en educación y salud; baja calidad de vida; deterioro ambiental; quebranto de convivencia, cesión de soberanía sobre los recursos naturales. Frente a una desventura creciente, un giro radical. 
¿Qué hacer? Primero: reconocer con humildad el fracaso histórico tolimense y, sin acusar personas y si erradas orientaciones, aceptar que es un fracaso del “modelo de partidos políticos nacionales”, del tozudo “enfoque economicista” y, por defecto, del “modelo educativo para el desarrollo”. Segundo: comprender que el regionalismo es la única vía posible de elegir soberana y libremente, sabiendo sí que fundar un proyecto político de tal característica no será asunto fácil, pues exige un nuevo paradigma de la globalización basado en el sentido histórico de los propios sin negar el sentido histórico de otras regiones de Colombia y el mundo; exige un acuerdo de soberanía que ratifique que nuestros recursos naturales, nuestro talento y nuestros esfuerzos son fuente y destino de desarrollo equitativo y sostenible para el tolimense y no ventajas gratuitas para foráneos; exige instituir un modelo político regionalista y democrático y construir un modelo económico democratizado y regionalista; exige admitir de buena gana que la juventud es dueña de un futuro cuyas riendas las debe tomar desde ya.
También se precisa reconocer que la cuestión de la tolimensidad es orgánica y, aunque muchos valerosos dirigentes hoy libran dignas luchas focalizadas (ambiental, sindical, comunitaria, educativo-cultural, salud, género, étnica) ellos han de entender que la “gran cruzada por la regionalidad” es solo una, pero librada en campos diversos para atajarle el paso a esa insaciable “hidra policéfala” que confunde las conciencias y perturba toda visión tolimensista de futuro para así lucrarse impune y abusivamente de nuestras riquezas, usurpar nuestros derechos y hacer de nuestra tierra su colonia y de nuestro trabajo sus ganancias.
La lección histórica del fracaso regional también enseña que nuestros empeños tienen trazas individualistas y grupistas, defectos de idiosincrasia que fragmentan a la sociedad pero del mismo modo permite saber que el asunto de la tolimensidad sólo se resolverá si edificamos una alianza regionalista que conciba lo político como un medio para forjar la nueva historia en democracia y lo electoral sólo como período estacional de lo político y también enseña a descreer de “mesías” que prometen proveer cultura, conocimiento y desarrollo y juzgar que la cultura del desarrollo regional, con certeza, es la única garantía de buenas elecciones y de buen desempeño de todos los elegidos.
Sugiero tres principios cardinales que podrían legitimar la voluntad de unidad tolimense para construir futuro: 1º. DE ORIGEN, VÍNCULO, TRABAJO Y RIQUEZA. Los recursos naturales, económicos y humanos son heredad del tiempo para todos los tolimenses y por tanto intransferibles al foráneo y menos en gratuidad y a costa de subdesarrollo e inviabilidad histórica de la región. Ha de proclamarse que las riquezas regionales son fuente de bienestar para quien por nación o vínculo afectivo y de trabajo contribuye a crearlas, acrecentarlas y protegerlas. 2º. DE INTEGRALIDAD, SOBERANÍA Y AUTONOMÍA. Todo recurso natural y el trabajo de las descendencias deben converger hacia el buen vivir, la equidad y el progreso tolimense y ello supone un derecho y un deber inalienable, autónomo, soberano e histórico de orientar la educación, la ciencia y la cultura hacia el desarrollo regional, de explotar responsablemente los recursos naturales y de realizar las vocaciones individuales y comunitarias. 3º. DE PLURALISMO Y SUBORDINACIÓN POLÍTICA. La verdadera democracia regional sólo será posible si existe un consistente ideario regional que trascienda, con respeto y sin imputaciones de incompatibilidad, al viejo pluralismo político y subordine todo interés partidista al legítimo interés regional.
¡PRIMERO EL TOLIMA, PRIMERO LA REGIÓN! sería el lema de unidad de las personas o colectivos adherentes a la ALIANZA PAÍS PIJAO, sin importar su procedencia ideológico-política, expresión cívica o sector económico; bastaría su anuencia a la idea de que la cohesión social del País Pijao exige raíces de tolimensidad como norte y como guía,