PERIÓDICO EL PÚBLICO
¡MAESTRO, CLARO QUE ES UN TEMA HISTÓRICO!
Por: Alberto Bejarano Ávila
Al preguntársele en reciente entrevista al saliente Alcalde de quién era la culpa del desempleo en Ibagué*, la respuesta dada fue gris: “ese es un tema histórico que viene de muchos años atrás y no es fácil recomponerlo…”. Maestro, claro que es un tema histórico, es asunto viejo y vergonzoso. ¿Pero acaso los auténticos líderes no son los que cambian la historia? ¿Acaso lo esencial del “arte de gobernar” no es forjar nuevas y justas realidades históricas? La diferencia entre un burócrata efímero o casual y el verdadero líder de la comunidad está en que el primero cumple su leve labor sin perturbar la vieja historia y el auténtico líder, aún a costa de sacrificio e impopularidad, se obliga a producir escisiones históricas porque sabe, como debe saberlo la opinión, que la posteridad juzgará de eficaz y le ofrecerá sitial en su memoria, solo a aquel que haya liderado en su comunidad hechos o fenómenos de tanta excepción que lograron marcar diferencias claras entre un antes y un después, que frenaron el tozudo curso del atraso creciente y abrieron camino expedito a la prosperidad colectiva.
Confesando mi aversión al regresivo edificio paradigmático o modelo mental que orienta el actuar tolimense, pero rehusando alojar en el alma prejuicios contra personas y negándome a reproducir el arraigado y decadente talante maniqueísta, quiero inferir que los mandatarios recientemente elegidos y posesionados en nuestra región actuarán con ética, largueza y deseo de acertar, virtudes que los tolimenses debemos corresponder con amplio margen de confianza y con ese apoyo sincero que no se otorga con elogios bobos, ni esperando marrulleramente para hacer balances y augurios despiadados y tardíos en el 2015 o 16, sino expresando de manera franca y oportuna inquietudes, puntos de vista y sugerencias. Para actuar en consecuencia planteo una paradoja de cuyo análisis podrían surgir algunas luces diferentes para abordar cuestiones que nos son esenciales.
La paradoja quizás nos sea familiar, tanto que pareciera que la hemos excluido de nuestros juicios críticos: ¿por qué este, el País de los Pijao, siempre ha tenido los mejores gobernantes y siempre ha producido pobres resultados? Permítanme ampliar la paradoja: ¿Es posible que en este cuatrienio que empieza, en cada municipio y en el departamento, se ejecute consagrada y recta gestión de gobierno y que, pese a ello, al finalizar el periodo, estemos constatando que la tendencia histórica de atraso que advertimos en lo cotidiano o leemos en indicadores sociales, económicos y ambientales, no registró ningún impacto positivo o algo peor, que la tendencia se agudizó y que para aquella época los problemas sean aún mayores?
Si los argumentos que confirmarían esta paradoja fueran oídos y analizada (soñar no cuesta) y luego procediera veredicto afirmativo, es decir, que la paradoja es innegable, que sí es posible hacer un buen gobierno sin que el rumbo del desastre social, del atraso económico y del deterioro del biosistema muestren alguna variación positiva, entonces hoy, los nuevos mandatarios, los dirigentes y todos nosotros, tendríamos que encarar un peliagudo dilema: reconocer a priori que reeditaremos una vez más la tendencia histórica del subdesarrollo o decidirnos a empezar la construcción de la nueva historia signada por la equidad social, el progreso económico y la estabilidad del biosistema tolimense.
Sin duda de todo tolimense es anhelo que la era ahistórica, venal y episódica llegue a su ocaso y que despunte la alborada de una era de liderazgos perspicaces, visionarios, convocantes y sobre todo conscientes de que los quehaceres cotidianos tienen que estar insuflados de hondo sentido histórico, de ideas seminales, de claridad política, de lideratos relevantes, de diálogos permanentes, de coherencia, de trabajo de equipo, de espacios para el talento y de franco compromiso con nuestro futuro comunitario.
Seguramente todos estamos conscientes de cómo la reedición del subdesarrollo ha sido el recurrente padecer de la región en los últimos ocho o diez lustros y, así no lo sepa el saliente alcalde de Ibagué, los tolimenses si estamos obligados a saber que no es difícil construir una nueva historia, claro, si existe consciencia, claridad y voluntad y, sobre todo, si aceptamos que “no le hemos dado donde es” por dedicarle nuestro valioso tiempo a la incorrecta política de farándula.