PERIÓDICO EL PÚBLICO
NUEVE POLÍTICAS Y ACCIONES PARA
ATACAR LA DESERCIÓN ESCOLAR
Por Luis Eduardo Chamorro Rodríguez

El proyecto Educación Compromisos de Todos que se desarrolla con la participación de varias organizaciones no gubernamentales, contrató con la Universidad de los Andes un estudio sobre “Deserción y repetición en los primeros grados de primaria: factores de riesgo y alternativas de política pública”, cuyo informe final de 134 páginas fue divulgado a comienzos del presente mes, en Bogotá. Sandra Garcías Jaramillo, Camila Fernández MONSALVE Y Fabio Sánchez Torres son sus autores. Utilizaron técnicas y métodos cuantitativos y cualitativos para llegar a los hallazgos que pueden ser útiles a docentes, directivos docentes y funcionarios de las Secretarías de Educación de todo el país, cuando se trate de intervenir sobre este fenómeno educativo que afecta la cobertura del sistema escolar, principalmente.

Si se desea que la deserción escolar disminuya, los niños que comienzan la primaria deben haber cursado por lo menos el grado de transición de preescolar. Porque la educación preescolar es uno de los determinantes de la deserción y la repetición de grados. Infantes que han estudiado preescolar son menos propensos a la deserción. Universalizar la cobertura de preescolar es una política prioritaria.

El estudio de la Universidad de los Andes encontró que la probabilidad de deserción en primero y segundo grados es entre el 30 y 35% menor en aquellos niños que ingresaron a primer grado después de haber cursado el preescolar, “independientemente del estrato socioeconómico  del hogar o la educación de los padres”

Una segunda política o acción apropiada para disminuir la deserción escolar es la de implementar o extender la jornada completa en las instituciones educativas ( clases en la mañana y en la tarde con los mismos estudiantes) pues se trata de un factor protector de la deserción y la repitencia. Será difícil de implementar porque, por tradición  los docentes sólo laboran durante una jornada matinal o de la tarde, desde los tiempos del presidente Alfonso López cuando se implementaron las dobles jornadas para acrecentar la cobertura escolar.

“Los niños que asisten a jornada completa tienen menor probabilidad de deserción y repetición en primero y segundo grados que aquellos que asisten a media jornada (bien sea por la mañana o por la tarde), mostrándose como un factor protector”, dice el estudio.

Se deben programar y realizar actividades extracurriculares durante el tiempo libre o jornada contraria, incluyendo actividades para desarrollar las tareas , para la recreación y el deporte.

Una  cuarta política que ya se ha generalizado y para la cual el gobierno aporta recursos es la los programas de apoyo a la asistencia escolar y a la permanencia tales como la alimentación escolar, subsidio al transporte  y bonos para compra de útiles escolares. Se trata de un factor asociado.  “Por otra parte, la infraestructura (biblioteca, salas de cómputo) y el clima escolar están significativamente relacionados con menor repetición en primero y segundo”.

El clima escolar se relaciona con los grados de convivencia y características de las relaciones interpersonales que se den en las instituciones escolares. Implementar programas de formación en competencias ciudadanas y  de prevención de la agresión y la violencia escolar, es otra política recomendable.

Educar a los padres porque son factor determinante  de la deserción.  “La falta de participación de los padres en la vida escolar del niño es uno de los factores asociados a la deserción y la repitencia”.

 “Establecer un sistema de alertas que permita identificar  niños con múltiples factores de riesgo acumulados que tengan mayor probabilidad de abandonar el sistema escolar”. Incluir aquí a infantes pertenecientes a grupos vulnerables, grupos étnicos, discapacitados, víctimas del conflicto, etc.

Fomentar la educación continua de los docentes en estrategias pedagógicas para que mejoren el proceso de enseñanza y desarrollen mejores prácticas en el aula.

Y por último, “fortalecer la capacidad de los rectores y coordinadores para manejar procesos pedagógicos”. Es decir, que resulta estratégico para la marcha  de la institución educativa que el rector  enfoque su acción hacia lo pedagógico y menos hacia lo administrativo, propiamente dicho.