PERIÓDICO EL PÚBLICO

SOFISTAS Y CONFUNDIMIENTOS

Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA
Las secretarías de hacienda del Tolima y de Ibagué, aquellos que se dicen expertos en asuntos del desarrollo (pululan ellos) y los académicos, doctos en cuentas públicas, modelos econométricos, pronósticos, proyecciones financieras, son, en teoría, a quienes corresponde alimentar la opinión pública con información económica, abierta, objetiva y veraz. A ellos pregunto: ¿Alguna vez ustedes han indagado cuál es la ganancia neta que mes a mes producen en la región Pijao los negocios de telefonía, Internet, televisión, gas, agua, basuras, generación, comercialización y distribución de energía? Juzgo que no, pero si estoy en error y ustedes sí lo han investigado y dado a conocer de la opinión, ofrezco mis sinceras y respetuosas disculpas.

Conviene conocer estas cifras para cotejarlas con las cifras acumuladas del déficit de inversión pública (malla vial, acueducto, educación, salud, pobreza, vis, seguridad) pues útil es recordar que de todos aquellos negocios el Tolima e Ibagué fueron o pudieron ser dueños o codueños, quedándonos hoy tan solo el “negocio” del agua ¿hasta cuándo? Con argumentos falaces (mejora, corrupción, pobreza, eficiencia fiscal, empleo, tecnologías) se enajenaron esas empresas y por ello los jugosos dividendos o rentas que estas actividades producen y que bien podrían ser fuente de autofinanciación de nuestro desarrollo, hoy constituyen lucro fácil para el capital privado transnacional o nacional; para nosotros… sólo una triste reminiscencia.

Ahora Ibagué piensa mal atender las penurias con un empréstito de 100 mil millones de pesos, no con autofinanciación y, asimismo, está ad portas de enajenar la rentabilidad del agua. Va a triplicar el endeudamiento y está a punto de perder la última fuente comercial de recursos propios sin entender, así parece, que en la próxima década estará pagando, entre servicio a la deuda e interesas, más de 200 mil millones y que la rentabilidad del agua estará privatizada. Esta ha sido la triste constante, “pan para hoy y hambre para mañana”, prestezas para generar percepciones de eficacia que salvan frívolas imágenes personales pero que, a mediano y largo plazo, acrecientan el deterioro fiscal; ah, y una cosita más, de seguro el escaso pavimento que se pagará con parte de los 100 mil millones se dañará antes de pagar la deuda.

No soy maniqueo, en verdad no veo malos del otro lado, solo avisto poca ambición de prosperidad, nula visón del largo plazo y por ende limitaciones para concebir el desarrollo. Así como algunos amigos de izquierda suelen confundir capital con capitalismo, el desarrollista se niega a entender que si bien el desarrollo supone negocios, los negocios no siempre suponen desarrollo y menos los gestionados por la inefable dirigencia pública y, por ello, se confunde inversionista con agente de desarrollo y se olvida que el quid del buen mandatario no está en mal solucionar un problema específico sino en enfrentar las causas del subdesarrollo. Mal solucionar problemas es vía de atraso, enfrentar el subdesarrollo es vía de prosperidad.

De esto algo diremos después, por ahora quiero denunciar que el subdesarrollo tiene sus aliados, sujetos que causan confundimiento en la opinión para cohibir el urgente debate sobre la cuestión del desarrollo; hablo de los sofistas de profesión, esa especie de mercenarios ideológicos que recurren a lógicas peregrinas e impropias para hacernos ver desarrollo donde no lo hay y así impedir el riguroso examen de las causas objetivas de la inequitativa realidad socioeconómica del Tolima y por ende para evitar un juicio histórico al politiqueo regional.