“VERÓNICA RESUCITADA”:
UNA NOVELA MAYOR.
De
FERNANDO SOTO APARICIO
Carlos
Orlando Pardo, ha dedicado una muy buena parte de su vida a trabajar en y por
la literatura colombiana. No solo como editor, sino como escritor. Es decir,
dejando su testimonio a través de sus libros, y ayudando a que otros lo dejan a
través de los suyos.
Su
producción literaria es amplia y variada, y su persistencia en el oficio de las
letras es un ejemplo para quienes están esperando que la bandera se nos
caiga de las manos, para recogerla y seguir haciendo el camino, no solo detrás
de nuestros pasos sino inventándose los propios.
“Verónica
resucitada”, la más reciente novela de Carlos Orlando Pardo, es una obra mayor,
de gran aliento, con unos personajes inolvidables y unas situaciones que marcan
una saga familiar, y que en la misma medida señalan el desarrollo de una
sociedad y de un país, el nuestro, con sus altibajos, sus equivocaciones
y sus esperanzas.
De
Verónica y Arturo arranca la historia, que el narrador va contando con
detalles, mostrando la persistencia de los afectos y los desafectos, de
los amores y de los olvidos, de las alegrías y las amarguras que marcan esta
pausa mágica de luz que nos dieron para vivir. Y ese mismo narrador deja oír la
voz de Verónica, una voz propia, auténtica, firme, desafiante, que narra
también la historia pero desde su punto de vista. Hay, pues, dos voces, dos
corrientes que convergen en la misma claridad y que nos permiten meternos en la
cotidianidad de la extensa familia que nace de ellos dos, en sus
circunstancias, sus vacilaciones y sus aciertos.
El escritor Carlos Orlando Pardo |
La
vida de Verónica es rica en matices y en sentimientos. La pasión, la ternura,
el deseo del triunfo, la manera de engolosinarse con los aplausos y con la
popularidad. La vida de Arturo tiene también un interés sostenido, sus
ambiciones, sus luchas en el proceso de formación del partido comunista
colombiano, y su misma agonía, que es una de las páginas más sobrecogedoras del
libro. Y las hijas, Inés y Sofía, y sus pasiones y su búsqueda de la
realización y de la felicidad, al lado de Pablo y de Ángel Alberto, la una
dedicada a sus numerosos hijos y la otra a escribir y actuar en el mundo de la
televisión y del teatro.
El
hecho de que 60 años después de muerta Verónica reaparezca, le da a la
narración un suspenso muy bien manejado. Y el tiempo perdido (que no es
aquí el del olvido sino el del recuerdo) lo va recuperando el lector en la
medida en que avanza por las páginas de la novela, que no deja que la
abandonen, sino que tiene que ser devorada con un interés sostenido y
creciente. Y ese lector se ve obligado a aceptar el papel de juez, y ya será él
quien resuelva si condena o absuelve a Verónica. Y tal vez la absuelva,
porque -como dijo Jesús- “ha amado mucho”.
“Verónica
resucitada” es, vale la pena repetirlo, una novela mayor. Es un aporte
notable a la narrativa continental. Y es una muestra de que con el paso del
tiempo un escritor va logrando manejar su trabajo con manos y visión de
orfebre.