Las enfermedades que nos gobiernan
Este es un titulo de un libro de hace cuarenta años
donde dos franceses, Pierre Accoce y
Pierre Rentchnick, llamaron “Ces malades que nous gouvernent”, demostraron con
hechos históricos de la época, que dirigentes importantes en el Mundo, como:
Churchill, Stalin, Roosevelt, Charles de Gaulle, Franco etc., las enfermedades
que tenían influyeron gravemente en sus acciones políticas.
Por eso las enfermedades del Presidente,
Vicepresidente, Chávez, el alcalde de Cartagena, el alcalde de Bogotá para
poner unos ejemplos, los colombianos no los podemos pasar por alto, y no
considerar a quienes indagan como unos
entrometidos, opositores etc, no es un chiste
pues sus mandatos nos afectan y dependen de su salud.
Ir a: Las enfermedades que nos gobiernan (1)
Se dice que la salida de tono de Rodríguez Zapatero en
la Secretaría General del PSOE y, sus caprichos pintorescos, se debía al Alzheimer. No se debía a su imaginación o a algunas alegrías
en reuniones con amigos. Ahora quizás piensen en la dolencia. El Estatuto de
Cataluña, que debería ser declarado inconstitucional, fue audaz
y recibió su apoyó y, esto
envalentono a ETA y a los demás independentistas deteriorando el Tribunal Constitucional.
Franklin Delano Roosevelt, cedió ante Stalin en la
reunión de Yalta (Rusia) casi toda la Europa Oriental, y todo lo que le pedía
para acortar negociaciones, ahorrándose largos sufrimientos.
Stalin, ya inmerso en su lastimoso estado de salud, se
convirtió en un dictador paranoico, que sumió a su país en purgas terribles.
Francisco Franco, el dictador español quien sobrevivió
a Hitler y Mussolini luego de hacer causa común con ellos, fue un caso
creciente de arterioesclerosis, insuficiencia cardíaca y enfermedad de
Parkinson (particularmente durante sus últimos 15 años), que le ocasionaron a la
postre un colapso lastimoso que liquidó al otrora gran caudillo. Su aliado
portugués el Primer Ministro Antonio Salazar padeció de arteriosclerosis,
infección renal, infartos y demencia senil en las postrimerías de su carrera
gubernamental La mortal enfermedad de Franco en 1975, lo debilito en sus
acciones: quien antes era inflexible le
permitió al rey Hassan II de Marruecos lanzar su “Marcha Verde” para apropiarse
del Sahara.
El académico Ricardo Rueda González (colombiano) se
dedicó a investigar y a conseguir datos sobre la historia médica de Winston
Spencer Churchill, logrando en medio de apuntes de aquí y de allí, y elaboro un estupendo libro con ese título, en buena
hora publicado por la Universidad Javeriana. En el Alberto Dangond Uribe,
experto en el tema, dice lo siguiente de Churchill: "En el curso de esa
larga vida, tan intensa y tan activa, la envoltura mortal de Winston Churchill
atravesó con éxito, peligros innumerables, accidentes y enfermedades de diversa
índole. La lista parecería interminable: .... erisipela, neumonía, fractura del
fémur, forunculosis, luxación del hombro, gripe, apendicitis, fiebre tifoidea,
angina de pecho, conjuntivitis, hernia inguinal, espasmos arterio-cerebrales,
arteriosclerosis, faringitis, bronconeumonía, ictericia, obstrucción arterial,
osteoporosis y varios episodios de accidentes cerebro-vasculares..." Un admirado estadista que parece casi no se
bajo de la cama, murió unos dos meses después de haber cumplido su nonagésimo
aniversario y a los 9 días de haber entrado en coma por un tercer y último
accidente cerebro vascular. Fue un hombre extraordinario, el mejor estadista
que ha tenido Inglaterra y uno de los personajes más importantes del siglo XX.
Gamelin (militar Francés) y Mussolini (dictador
Italiano), según los autores del libro, tenían un rosario de enfermedades: daños
neurológicos graves, síntomas siquiátricos .movimientos anormales,
contracciones constantes de los músculos, irresponsabilidad, modificaciones de
personalidad, euforia, a veces hiperactividad, y siempre un delirio
megalomanía, desaparición del sentido crítico, e incoherencia profunda en su
comportamiento.
El Fuhrer, de quien dependieron millones de seres
diezmados por sus políticas de limpieza étnica y genocidas, y el destino de
tantos millones de seres, la dependencia de tal hombre, fue escalofriante. Se
le vinculan sus patologías a las siguientes manifestaciones registradas en el
crucial año 1944-45 (año del desenlace final de la Guerra): “temblores
constantes, falta de concentración del pensamiento, divagación de la memoria,
crisis epilépticas...”. El Fuhrer terminaría suicidándose ante el fracaso de
todas sus delirantes pretensiones
Eisenhower, el sucesor de Roosevelt fue fumador
empedernido (más de dos paquetes diarios de cigarrillos), un caso de tensión
arterial y cardiopatías así como varios infartos (moriría en silla de
paralítico poco tiempo después de su segundo mandato). Su segundo mandato
presidencial fue deslucido y controversial -en comparación al primero. En ese
período se dio la embarazosa crisis de los aviones espías norteamericanos sobre
el cielo la URSS (uno de los cuales es derribado); la imprudente decisión de
enviar a su Vicepresidente Richard Nixon a una gira latinoamericana en momentos
en que soplaba en la región una ola anti-estadounidense por el anterior apoyo
de ese país a dictaduras recién caídas, lo que casi le cuesta la vida a Nixon
al ser atacado en la Caracas post-Dictador Pérez Jiménez por turbas hostiles.
John Kennedy, además de haber padecido apendicitis e ictericia
cuando joven, tuvo una severa lesión vertebral cuyas secuelas le acompañarían
toda la vida, y posteriormente una seria infección estafilocócica. Sufrió
durante su gestión gubernamental de insuficiencia suprarrenal y de la
enfermedad de Addison, lo que lo sumió en un tratamiento crónico a base de
cortisona, y, a mayor deterioro, en inyecciones de anfetaminas (a espaldas de
sus doctores); todo lo anterior causante a la postre de un cuadro de depresión,
irritabilidad, y trastornos psíquicos, algo muy distinto de la fachada de buen
mozo y jovial que se afanaba en preservar externamente. Toda la anterior carga
de acumulados achaques convirtió a Kennedy en una especie de hipocondríaco.
Esto hacia que muchas reuniones importantes, se tuvieran que aplazar, para que
el pueblo estadunidense no se diera cuenta de su estado de salud.
Mao Tsé-Tung (el gran líder de China comunista) fue un fumador empedernido y padeció un cuadro
de creciente degeneración que incluyó arteriosclerosis, infartos y demencia
senil; en uno de esos episodios declaro la delirante y funesta “revolución cultural”, que casi acaba con la
China intelectual y científica, impulsada en particular por su esposa y su
camarilla acompañante, la cual se aprovechó en forma desmesurada del vació de
poder causado por las indisposiciones del decadente líder, mientras su Primer Ministro, Chu En-Lai,
sufría de cáncer con metástasis en el
hígado.
Cae a “dedillo” en Colombia lo que los autores del
libro manifestaron: Para mayor seguridad de los pueblos los Jefes de Estado
deberían ser sometidos a exámenes de salud integral frecuentes y esmerarse en
tener una vida sana, y a falta de una disposición del gobernante a reconocerlo,
el facultativo debería tener la potestad de dictaminar:“No señor Presidente,
así usted no está en condiciones de seguir gobernando”, ó incluso a ir a una
advertencia pública como recurso último si lo que estuviera en juego así lo
ameritara
Fuera de los políticos que menciona el libro, existen
otros políticos posteriores, que han tenido en sus manos el futuro del Mundo;
Ronald Reagan, por ejemplo, padeció del Mal de
Alzheimer ¿Explica ello sus no infrecuentes lapsos y confusiones sobre los
nombres de países y capitales, algo más bien embarazoso para un país empeñado
en un preponderante liderazgo mundial?
El pasado alcohólico y de consumo de drogas de George
Bush y las secuelas que pudiera haber dejado en el organismo del Jefe de Estado.
En Ecuador, Buccaram fue declarado “loco” por el
Parlamento de ese país por sus excentricidades mercuriales y, destituido del
cargo. Idagoras Fuentes en Guatemala fue un caso análogo aún más notorio.
El caso de Chávez no ha sido único en Venezuela. El
controversial “Cabito” Cipriano Castro padecía de una afección renal que le
hizo descuidar sus funciones públicas, y terminar viajando a Alemania a
operarse. Aprovechado esto su compadre Juan Vicente Gómez, le dio un “golpe de estado” ocupando su cargo. Gómez, a su vez, moriría
años después aquejado de la próstata, luego de una larga dictadura que entregó
el país a la industria petrolera internacional e impulso un férreo yugo
nacional
Sigmund Freud, al tiempo que advirtió el peligro de los
líderes “tocados”, admitió también que “los locos, los visionarios, los
alucinados, han desempeñado grandes papeles en la historia de la humanidad”. El
mismo Libertador Simón Bolívar de vez en cuando acusó algunos rasgos de
delirios visionarios (recordemos su “Delirio sobre el Chimborazo”),
excentricidad, y hasta “locura”. En relación a esto último en misiva a
Santander en 1824, llego a reconocer: “Además me suelen dar de cuando en cuando
unos ataques de demencia, aun cuando estoy bueno, que pierdo enteramente la
razón”.
Cabe recordar la frase de Bolívar: “Son ciudadanos
virtuosos (sanos), más que leyes, los que hacen las repúblicas”.
Podíamos seguir mencionando cientos de líderes, que
cambiaron la historia mundial para bien o para mal, por sus enfermedades que
les aquejaba,. Para Colombia fueron funestos los gobiernos de dos ancianos a
comienzo del siglo XX y final del XIX que nos llevaron a la guerra de los mil
días y a la pérdida de Panamá; Marroquín y Sanclemente.
Es tenebroso pensar que un presidente, dirigente en
Rusia, Estados Unidos o en los países que tienen cohetes y armamento nuclear,
de pronto sufran el Mal de Alzheimer, y en un momento de crisis, confundan el
botón del timbre de su casa, con el botón de disparo nuclear.
Conclusión; las enfermedades que nos gobiernan no las
podemos pasar por alto.