Por: Alberto Bejarano Ávila
Si los tolimenses anheláramos un futuro mejor tal vez
el interés común se ocuparía de indagar si existe camino seguro hacia ese
futuro. El camino sí existe y su punto de partida es la creación de un partido
político propio, la opción regionalista que remediará tanto desengaño.
El Tolima es región extensa; su historia es copiosa y
singular; su cultura es diversa; es pluriétnico de algún modo; rico en mitos y
leyendas; posee su propio y pródigo inventario de recursos naturales y culturas
productivas. Una miríada de particularidades da al tolimense identidad propia
y, aun así, no hemos logrado trazar derroteros a nuestra medida y si hemos
tolerado la férula del feudo centralista, que nos emboben con la ficción de ser
ciudadanos del mundo para excluirnos y aislarnos en el limbo de la historia,
que nuestros intrínsecos valores se eclipsen, que nuestras ideas se midan en el
rasero neoliberal y que la visión de futuro, que sólo el Pijao debe diseñar,
venga como “generosa concesión” de planificadores capitalinos.
Centralismo absolutista, lógica de cuño neoliberal
del tecnócrata, insaciable apetito de capital del poderoso, exigencias de
organismos multilaterales, decadente e ineficaz estructura política y nuestra indecisión
y disociación, son razones históricas que impiden al tolimense un tránsito por
vías correcta. “La Revolución Pacífica” (bienvenidos al futuro); “El Salto
Social”; “Cambio Para Construir la Paz”; “Hacia Un Estado Comunitario”; “Estado
Comunitario, Desarrollo Para Todos”, “Prosperidad Para Todos”, con estos astutos
títulos los últimos planes de desarrollo nos han hundido en una vorágine de
desesperanza, pues el derrotero que guía al Estado es economicista y, por tal
defecto, la meta del mandatario y dirigente no es el bienestar social sino el
crecimiento del PIB a como dé lugar, concesionando los recursos naturales a multinacionales,
otorgando subvenciones y exenciones y apadrinando la inversión externa para
aniquilar la soberanía e instaurar los dominios del lucro y la concentración de
la riqueza.
Estos inicuos actos al pintarse con sutil capa de
“barniz ético” (empleo, seguridad, democracia) crean la percepción de que la
prioridad es la gente, pero, salvo un alienado, quién creería que a tecnócratas,
multinacionales o plutócratas criollos, les preocupa el progreso y el buen
vivir del colombiano. Inútil creer en espejismos y necesario buscar solución
diferente a cándidas súplicas para que los neoliberales hagan contrición y se
conviertan al humanismo cuando su dogma es maximizar utilidades, ocultando, claro
está, que en un país primario y de poco crecimiento la torta de utilidades
resulta pequeña y que cuándo ellos merced a su poder e influencia maximizan
utilidades y acopian capital, están tragando mas torta y obligando que la pobreza
se maximice en igual proporción. Un día ni migaja de torta habrá…y nosotros
ahí.
Legitimidad y cordura política, respeto al valor de
la diversidad, autonomía territorial, capacidad de decisión sobre los recursos
naturales, equilibrio de oportunidad y muchos más atributos repudiados por el
neoliberal, son justamente las que harán brotar ideas de región que tutelen la
cohesión social para realizar sueños de progreso. Habrá soberanía y autonomía
regional si el Gobernador es el estadista del territorio y no un “orientador”
del erario público, si la Asamblea Departamental es Parlamento Regional y no
gestora de iniciativas menores, si la planeación local y regional enfoca
estrategias a aunar voluntades y recursos para alcanzar el desarrollo y no
instancia para ordenar gastos o inversiones de presupuestos exiguos y si las
autoridades regionales tienen poder real para orientar el destino de sus
recursos naturales.
Aunque poco leídos, mucho hemos escrito sobre estas
viejas tesis nuestras: a) la identidad es alma de la cohesión social, b) la
democracia política se legitima en la democracia económica, c) si bien el
desarrollo supone negocios, los negocios no siempre suponen desarrollo. Con
base en estas porfiadas tesis y sabiendo que las actuaciones políticas y los
modelos de planificación en auge solo son orfeón de sofismas y ejercicios
intelectuales que no permean la voluntad de quienes podrían hacer giros
radicales para encarar la hegemónica economía de mercado y fundar tiempos de
economía social, no dudamos en hacer al Tolima una propuesta que de ser oída
podría provocar un remezón a la inercia histórica: fundar un partido político
regido por una plataforma ideológica regionalista. Amable lector, déjeme
sugerir un nombre, “Alianza País Pijao” y, además, contarle que tenemos un
borrador de plataforma ideológica.