PERIÓDICO EL PÚBLICO


Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Suena a tontería hablar del derecho a la vida, puesto que parece existir un acuerdo formal en el que casi todos coincidimos, de la importancia de promocionar, proteger y defender el derecho a la vida. Esto reflejaría que lo asumimos, no solo como un bien básico apreciado individual y colectivamente, sino como el soporte material fundamental para el goce y disfrute de cualquier otro derecho.
La vida es un derecho inalienable, imprescriptible e irrenunciable que debe ir de la mano con su calidad. No se va contra este derecho únicamente cuando se asesina a una persona, sino también cuando por acción o por omisión no garantizamos los medios mínimos y las condiciones adecuadas para que se lleve una vida digna.

Colombia es una sociedad de contradicciones. La pena de muerte está abolida legalmente, pero son diarios los casos dondebandas criminales, guerrilla, paramilitares, delincuencia común, ciudadanos indignados o personas vinculadas al estado, quienes en diversas modalidades de asesinato, desde el homicidio por atracar o en riña familiar o callejera, o en las ajustes de cuentas de grupos delincuenciales, masacres, desapariciones forzadas, la mal llamada limpieza social o en asesinatos selectivos, suman permanentemente personas a las que se les ha segado el derecho a la vida.
Según encuesta de Raddar y Napoleón Franco en Colombia de 43 millones de habitantes un 98% dicen creer en Dios. Un 66% se declara católico, un 4.6% evangélico, 0.5% protestante y 22.4% no profesa ninguna religión. De los más de 1.200 encuestados el 93.3% dice que no matará. Esto contrasta con otra estadística entregada por la Universidad Nacional en la que demuestra que en el país circulan al año cinco millones de armas. Recordemos que un arma es un utensilio que sirve para atacar, matar, herir o defenderse. De esos cinco millones, 660 mil pertenecen a la fuerza pública, un millón 221 mil a particulares y más de 3 millones a actores ilegales.
¿Cómo entender que el 98% de la población crea en Dios que ordena no matar, el 93.3% diga que no mataría y por día mueran dos colombianos asesinados a bala o puñal? Diariamente mueren asesinados 48 colombianos, lo que nos da una cifra alrededor de 18 mil muertes violentas al año. El uso de armas se ha generalizado con la disculpa de la defensa personal o familiar. Cabe la pregunta ¿luego las autoridades y el estado no se inventaron para proteger a todas las personas en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos? El estado está hecho para monopolizar el uso legítimo de la fuerza y la coerción.
Con las cifras dadas lo que constatamos es la debilidad del estado. La falta de eficiencia de sus autoridades. Eso insta a los ciudadanos, al sentirse indefensos a tomar medidas de protección, incluso a hacer justicia por mano propia. Pero a la larga,esto en lugar de fortalecer la sociedad la deteriora. Una persona armada se siente con poder. Y las armas se hicieron para matar, herir, hacer daño.
Debemos fortalecer al estado, rodear a las autoridades y exigirles de forma permanente que cumplan su función. Poseer armas es no creer en el estado ni en sus autoridades. Es debilitar las instituciones. El estado debe tener el monopolio de las armas. Hay que abrir el debate sobre el desarme de los ciudadanos.