PERIÓDICO EL PÚBLICO

Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
En el colegio cuando estudiábamos el bachillerato, compartimos muchas alegrías. Jugamos fútbol juntos. En muchas fiestas brilló su alegría. Queríamos estudiar en la misma universidad. Su hogar lo armó desde antes de iniciar su carrera. Viajó a Bogotá y se graduó como ingeniero catastral. De su padre, líder conservador, heredó su liderazgo y convicciones. La vida, luego de varios años nos juntó para que yo fuera el médico de su familia. Compró un terreno en la zona rural de Ibagué, en límites de las veredas la Esperanza y Carrizales. Allí se estableció en la que denominó finca los Cocoy’s. Con ese apelativo aprendí a quererlo.

El miércoles pasado en la tarde, su finca fue abordada por maleantes. Estaba solo. Lo amarraron de pies y manos y lo amordazaron. Arrodillado y sometido, lo acuchillaron múltiples veces por la espalda hasta matarlo.
El año pasado, por estas fechas, el alcalde de Ibagué, en acto público, lanzó su estrategia de los Pactos Ciudadanos para la seguridad y la convivencia. Buscaba realizar alianzas entre la ciudadanía y las autoridades para mejorar la tranquilidad y la vida en común. Pactos para que la ciudadanía pudiera, sintiendo el respaldo y la discreción de las autoridades, denunciar sitios donde se expenden psicoactivos, se compran objetos robados o simplemente se delinque. Los ciudadanos saben de muchos delincuentes pero no se atreven a denunciar por las represalias que ellos puedan tomar cuando la justicia no sea eficiente.
Los Pactos Ciudadanos permiten que la ciudadanía se organice para gestionar de manera compartida la rehabilitación vial de sus barrios y veredas, la recuperación de sus parques y prevención de enfermedades con el Dengue. Cuando la administración ejerce liderazgo cívico los ciudadanos responden, trabajan, ayudan, aportan ideas y proyectos, cuidan y protegen.
Señor alcalde, ¿por qué esos Pactos tan bien intencionados se quedaron en simple alharaca y no se convirtieron en realidad? Usted sabe muy bien que cuando una comunidad está unida, cuando su tejido social es fuerte, a la delincuencia se le cierran espacios y las posibilidades.  También se genera desarrollo y sentido de pertenencia. Se fortalece la democracia, la inclusión y la participación ciudadana. Una comunidad cohesionada está atenta a todos sus vecinos, se cuidan entre ellos y es solidaria cuando alguien solicita ayuda.
Juan Antonio Londoño Gómez “Cocoy” fue asesinado en medio de la indiferencia y la soledad. Si alguien vio algún sospechoso, no dijo nada. Si alguien escuchó gemidos o golpes, prefirió no meterse, no averiguar o dedicarse a asuntos propios… Señor alcalde, si usted dio la orden de organizar los Pactos Ciudadanos por la seguridad y la convivencia ¿por qué no funcionan y seguimos enterrando ciudadanos honestos, solidarios y trabajadores, porque el tejido social sigue hecho jirones o simples retazos? Usted ordenó que se trabajara de la mano con la Policía Metropolitana en el tema, pero hay funcionarios que se lo pasan por la faja y no le obedecen.
Que dolor se apoza en el alma cuando hay que enterrar seres humanos buenos, limpios, de corazón sereno. Se me nubla la mirada recordando la vil humillación a la que fue sometido mi amigo. Pero más me mueve a rabia pensar que sigan ocurriendo actos similares y no hagamos nada, aparte de lamentarnos, dar sentidos pésames y asistir a honras fúnebres.
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