PERIÓDICO EL PÚBLICO

 ¿El Tamaño de la empresa? ¡Claro que importa¡
El tamaño de la empresa española es desde hace mucho tiempo uno de los temas recurrentes que interesa a los stakeholders de la economía.
Hay opiniones para todos los gustos, pero siempre se dice que se ha de crecer y ser grandes, por el tema de las economías de escala y el acceso a la financiación y demás. No vamos a entrar en temas de microeconomía, sino más bien a ser pragmáticos con la realidad del tamaño de la empresa española.
La desacerbada economía capitalista, ha hecho que muchos "expertos" pierdan el oremus y que extrapolen a todo tipo de empresas, recomendaciones que tan sólo son adecuadas para aquellas empresas en la que el beneficio se lo apropia el capital y por ende el accionista.
El discurso de "las empresas han de ser grandes, se han de fusionar, han de crecer, han de aprovechar las economías de escala, se ha de hacer integración vertical, integración horizontal, ser muy eficientes, etc." , realmente a ¿quién beneficia?  a aquellas empresas orientadas única y exclusivamente a la apropiación del valor para entregárselo en bandeja  a los propietarios del capital. Dígase a los fondos de inversión e inversores de capital que únicamente responden al dividendo, pero ¿esas directrices son idóneas para todas las empresas? La respuesta es contundente, NO.
En nuestros innumerables cursos que llevamos a cabo con empresarios y directivos de empresas por la geografía española, el mensaje de IFRYDHE ha sido, es y seguirá siendo el mismo al respecto del tamaño de la empresa, "Más importante para la empresa es saber decrecer que crecer", y desgraciadamente el tiempo nos ha dado la razón. En época de bonanza, crecer es relativamente sencillo, cuando la demanda es superior a la oferta, como bien se dice coloquialmente "el más tonto hace relojes"... Entonces las empresas únicamente se preocupan de apoderarse de toda la bolsa de beneficio que hay en la cadena de valor del  sector dónde operan, sin pensar que se sobredimensionan en pos de apoderarse avariciosamente de ese beneficio, que  hará que se rompa el saco cuando la oferta pasa a ser mayor que la demanda.
En el momento de hacerte pequeño es cuando te das cuenta que la avaricia hace que el incremento marginal de conseguir una unidad más de ese beneficio ha sobredimensionado a la empresa de tal manera, que mejor hubiera sido sacrificar parte de ese beneficio y que otros actores de la cadena de valor se lo hubieran apropiado.
¿Quién no recuerda la Ley de la Economía Sostenible que favorecía las fusiones y el incremento del tamaño de las empresas? Craso error, cuando ahora lo que ahora se legisla es  la Ley de Emprendedores para fomentar la creación de microempresas, autónomos y pymes. Claro, en época de bonanza los políticos nos mandan crecer, crecer y crecer  desmesuradamente... ¿dónde están esos "expertos" que han dado esas recomendaciones al entramado empresarial español?
Por suerte o por desgracia la estructura de la economía española es la pyme, con más de un 90 % del total de las empresas del país, y eso puede ser nuestra ventaja competitiva.
Las empresas que cotizan en bolsa y son objeto de los grandes fondos de inversión, con unos apalancamientos brutales, poco capitalizadas y con una política claramente orientada al dividendo, ocultan sus ineficiencias y mediocridad en el tamaño y en las tan famosas economías de escala, es decir, empresas que obtienen el beneficio por la rotación de sus clientes más que por darle un buen servicio (valga como ejemplo, por citar alguna, las compañías de telefonía).
¿El tamaño es la clave para ofrecer un buen producto? No, es por ello que las empresas deben dejar de escuchar a esos "expertos" y ser consecuentes con su realidad, han de ser eficientes pero acorde con su tamaño, han de tomar decisiones orientadas a la persona y no al capital, sabiendo que la flexibilidad para hacerse pequeñas y seguir estando en el mercado no es retribuir precisamente al capital, sino a los stakeholders que realmente pueden aportar valor y compartir el beneficio del sector como son los empleados, proveedores y otros actores del sector que te ayudarán cuando la demanda decrezca.
Las empresas españolas (aquellas que representan al 90 % del tejido empresarial español) que sobreviven a la maldita crisis, son aquellas que han podido adaptar su tamaño a la variación de la demanda y, que con casi toda seguridad el lado humano se antepone al capital exacerbado.