Por: AGUSTIN
ANGARITA LEZAMA
Hace unos
días, una estudiante le decía a unos compañeros con voz que sonaba aterradora,
¡que tragedia, me quedé sin batería en mi celular! Las caras de horror de los
que la acompañaban me hicieron pensar que compartían el sentimiento de la
chica. He visto amigos que suspenden actividades para devolverse a casa para recuperar el celular
olvidado. Es que en Colombia la cantidad de celulares en poder del público
supera el número de habitantes.
En los jóvenes
parece impensable que alguno no disponga de celular. Se ha llegado a límites
insospechados: lo manipulan a toda hora no importa que sea en casa, en clase,
en el parque, en el transporte público, en el carro de la familia, en la mesa y
hasta en el baño, ya sea en videojuegos, en chat, tomando fotos, grabando
conversaciones o situaciones para colgarlas en internet, escuchando música o
simplemente comunicándose…
Un porcentaje
alto de personas duerme con el celular conectado “por si de pronto lo llaman”.
A la tercera parte de ellos a media noche le entran llamadas o mensaje que los
despierta alterando su ritmo de sueño. No pueden pasar pocos minutos sin
utilizarlo. En un banco, cuando hacen fila, mientras esperan en un consultorio
o en una empresa de servicios, lo primero que hacen es sacar su móvil para
llamar, escribir mensajes o jugar. Hasta caminando lo utilizan permanentemente.
Es innegable
que este avance positivo de la tecnología, el celular, ha sido muy importante
para la sociedad. Pero su mal uso puede causar problemas y daños. Uno se
encuentra, por ejemplo, con un grupo de personas que van a almorzar y se
sientan juntas a la mesa. En pocos instantes cada una tendrá su celular en la
mano y de manera independiente se comunicará con otras personas. ¡Se reúnen
para estar solas! Las conversaciones entre padres e hijos a la hora de las
comidas o en sus vehículos particulares desaparecieron, porque todos van
“conectados” por aparte.
Las cifras
demuestran que el uso del celular mientras se maneja causa altos niveles de
distracción y por lo tanto accidentes de tránsito. Sin embargo, no es sino
salir a las calles y constatar el alto número de conductores que conducen
hablando por su celular. Los acosos, intimidaciones y abusos también ocurren
por celular. Está descrito el matoneo cibernético, en el que mediante mensajes
de texto o llamadas, video o fotos de desconocidos insultan, provocan,
chantajean o acosan. Incluso parejas han tenido problemas, porque el uso
inadecuado e inoportuno del celular altera su comunicación.
En la
actualidad el celular es parte de la indumentaria cotidiana. Es sinónimo de
status social, por lo tanto hay que poseer el de última tecnología y actualizarlo
frecuentemente para estar a la moda. Hay personas que piensan que no tenerlo es
estar aislados, fuera del mundo y que es
imposible vivir así. Los ladrones lo primero que exigen es entregar el
celular porque están seguros que toda persona tiene uno.
Esta adicción
al celular, de forma paradójica, en vez de comunicarnos en muchas ocasiones nos
aísla y separa. Una nueva enfermedad social a combatir.
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