PERIÓDICO EL PÚBLICO
  Por: Alberto Bejarano Ávila

Por esencial y por ser nuestro mejor y mayor patrimonio colectivo, el agua es el asunto más importante que debemos encarar los ibaguereños de cara al futuro. Además de amenazas planetarias que se ciernen sobre el recurso agua, en lo local tiene cuatro enemigos acérrimos: manoseo electoral, ineptitud, corrupción y avaricia multinacional. Solo con ideas autonómicas, colectivistas, futuristas y solidarias podremos preservar y defender nuestro vital líquido de sus depredadores y anticiparnos a las amenazas climáticas que ya son evidentes.

El buen vivir de las generaciones futuras y el significado y valor social de la propiedad común (en ello poco pensamos por prestar oído a la tontería) son temas que deben trascender la coyuntura electoral y merecer constante análisis y así entonces el agua, por ser un recurso indispensable para el buen vivir en el futuro y nuestra mayor expresión de propiedad común, tendría dolientes serios, análisis político sensato y jamás la verbosidad oportunista.

Es verdad que el tema del agua pasa por la política, igual que por la ciencia y la técnica, pero resulta fatal si lo manosea el politiqueo, la ineptitud, la falacia y la codicia, peligros que sortearíamos si asumimos el agua como nuestra mayor causa común y así blindamos a Ibagué de peligros que se ven venir e impedimos que este legado de la naturaleza se siga gestionando a la “topa tolondra”. La mayor miseria de una comunidad es no tener agua y perdóneseme si lo que diré molesta: miserables aquellas sociedades que teniendo agua la dejan perder.  

El
IBAL y los acueductos comunitarios y veredales padecen vicios de operación, calidad y finanzas y burócratas y tecnócratas disocian el abastecimiento urbano de agua de los efectos climáticos y de los ámbitos rurales donde están sus nacederos o fuentes, defectos propios de la ligereza y desidia de los sucesivos regidores del municipio que pueden contrarrestarse con un enfoque del agua de largo plazo, científico, integral, sistémico y genuinamente político.

Como en tiempo electoral el tema agua es recurrente, induzco una propuesta de fondo invitando a rebatir populismos, bufonadas y chácharas y exigir en los planes de gobierno de los hoy candidatos, concreción, coherencia y certeza de viabilidad sobre un asunto que nos es sagrado, porque si bien los planes sobre el agua atienden (digamos que sí) urgencias de corto plazo, no son soluciones estructurales requeridas por los ibaguereños en el largo plazo.

 Propongo: Convocar en enero de 2016, un referendo para que los ibaguereños voten la declaración municipalista de soberanía y prohibición de enajenar el agua a cualquier título y, de aprobarse, obligar al Alcalde a constituir una misión de expertos (ingenieros hidráulicos, geólogos, ambientalistas, químicos, sociólogos, usuarios, etc.) que a finales del 2016 presente un plan maestro y estratégico de gestión hidrográfica municipal a largo plazo y un programa para profundizar la cultura del agua, el medio ambiente y en general todos nuestros recursos naturales. Así trazaríamos políticamente las coordenadas de futuro para el hábitat de nuestros descendientes y no permitiríamos más que desde “los curubitos” decidan sobre nosotros.

Creo que sólo con ideas seminales y hechos políticos profundos podremos cambiar la insana lógica tutelar de la politiquería y construir una nueva historia de Ibagué y creo que los ibaguereños podemos vacunarnos de por vida contra la escasez del agua y sus depredadores, si exigimos a todos los políticos que asuman este tema capital con profesionalismo, seriedad y respeto y no lo maleen con “pajarilla electoral”, oportunismos y liviandades.