Por: Luis Eduardo
Chamorro Rodríguez
Entre lo factores de la
calidad educativa, está la calidad o excelencia docente, como uno de los
más relevantes. De tal manera que si se
quiere mejorar la calidad, necesariamente hay que mejorar la calidad de los
docentes. Es la conclusión a la que han
llegado investigaciones recientes.
El docente es “esencial
para dar el gran salto hacia la calidad”, dice el estudio “Tras la excelencia
docente” de la Fundación Compartir, divulgado en el año inmediatamente
anterior. “El principal impulsor de las variaciones en el aprendizaje escolar
es la calidad de los docentes”, dicen, por su parte, Barber y Mourshed (2008,
citado por Galvis y Bonilla, 2011).
Entonces, una primera
lección para quienes aspiran a ser mandatarios ejecutivos de la entidades
territoriales (gobernador y alcaldes) o integrantes de las corporaciones
públicas (congresistas, diputados y concejales), es que hay que invertir en los
docentes.
¿Qué se debe hacer para
lograr docentes de calidad que mejoren la calidad de los aprendizajes de los
estudiantes?
No hay un acuerdo sobre
las variables e indicadores apropiados
para medir la calidad de los docentes. Entre ellos están los títulos o nivel
académico alcanzado, los años de experiencia, los resultados de la evaluación
de desempeño. Entonces, se podría hacer tal evaluación, indagando sobre el
porcentaje de docentes con título de posgrado, el porcentaje de docentes con
más de 10 años de experiencia en la docencia, el número de docentes autores de
textos escolares, porcentaje de docentes con resultados de evaluación de
desempeño alta. Pero en cuanto a esto tulo
del nivel de bachillerato: os docentes en servicio que snormas.
n elcargos.ocentes.
Entre ellos esttes?último, en Colombia afrontamos el problema de que Fecode se opone a la evaluación
de los docentes si ésta tiene implicaciones sobre su estabilidad en los cargos.
ALTO NIVEL ACADÉMICO DE
LOS DOCENTES DEL TOLIMA.
Si la calidad de los
docente del Tolima la evaluamos según el último título o nivel educativo
alcanzado, necesariamente hay que decir que sólo un 8.6 por ciento de ellos no
tiene un título profesional acreditado por una institución de Educación
Superior. Entonces, cumplen el requisito de idoneidad exigido por las
normas. En el año 2013, según datos del
DANE, en datos absolutos de ese porcentaje, eran mil 242 los docentes en
servicio que sólo acreditaban un título del nivel de bachillerato: Bachillerato
pedagógico, normalista superior u otro tipo de bachillerato.
En el otro extremo,
están los docentes con título de posgrado que equivalen al 40.37 por ciento
sobre un total general de 14 mil 421 docentes oficiales y privados. Predominan
los que han avanzado hacia una especialización
en pedagogía y eran 5 mil 528 ese año (el 38.3 por ciento). Pero lo
ideal fuera que todos los docentes hubieren llegado a una maestría en
educación, tal como se exige en países desarrollados de Europa, principalmente.
El Tolima tiene buenos
docentes, si nos atenemos al nivel educativo alcanzado por ellos. Pero queda en
entredicho si tal formación previa o postdoctoral es la apropiada para que los
estudiantes logren buenos resultados académicos. Porque es requisito necesario
que los docentes sepan lo que enseñan (formación disciplinar), pero que también
sepan enseñar lo que saben (formación pedagógica), a la par de que su formación para la investigación educativa.
El porcentaje de
docentes no licenciados, es decir, con títulos profesionales distintos a los de
las Ciencias de la Educación, apenas llegaban a la cifra de 754 en el 2013, en el Tolima, que equivalían a un
5 por ciento sobre el total. No se le puede echar la culpa del desempeño
académico deficiente de los estudiantes a esta situación. Algo está pasando con
la formación profesional previa que reciben los Licenciados en Educación y habrá
que pensar en cómo mejorarla, tarea que le corresponde a las facultades de
educación de las universidades.
TAREA PENDIENTE PARA EL
GOBIERNO.
A quienes logren el
acceso a posiciones gubernamentales en la
próxima década, les queda la tarea de lograr que los docentes que ahora
apenas tienen un título de bachilleres, así se trata de normalistas,( mil 242)
obtengan su título profesional en Ciencias de la Educación. Y lograr, también
que un poco más de la mitad de los docentes, que en cifras absolutas son 7 mil
356, que tienen sus títulos de Licenciados en Educación u otro título, el 51
por ciento, avancen hacia la formación postgradual, preferiblemente de
Magísteres o doctores en educación. Porque , entre otras cosas, las
estadísticas dicen que en el Tolima, solo 10 docentes tienen título de
doctorado.
Si queremos mejorar la
calidad educativa, el gobierno necesariamente debe hacer mayores inversiones en
la formación de los docentes, en las etapas de formación previa y de formación
permanente y postgradual.
Es recomendable que los
políticos y los directivos de la educación lean los resultados de estudios
recientes sobre estos temas. Están entre ellos “Tras la excelencia docente”, de
la Fundación Compartir; “Profesores excelentes. Cómo mejorar el aprendizaje en
América Latina y el Caribe”, de Bruns y Duque, del Banco Mundial; “Nuevos
lineamientos de calidad para los programas de formación inicial de educadores”,
del Ministerio de Educación Nacional; el
“Acuerdo por lo Superior 2034, propuesta de política pública para la excelencia
de la Educación Superior en Colombia en el escenario de la paz”, del Consejo de
Educación Superior, CESU; “Desigualdades en la distribución del nivel educativo
de los docentes en Colombia (201), del Banco de la República” y, finalmente,
“El perfil del docente del Tolima”, (2011) de la mi autoría (Chamorro, quinto
informe del Observatorio de la Educación de la Universidad del Tolima).