El caso de Lepanto, de Murillo.
Por Luis Eduardo Chamorro Rodríguez
La institución educativa
oficial Técnica Agroindustrial Lepanto del municipio de Murillo al norte del
Tolima, funciona este año 2016 con 600 estudiantes, en una sede central que ofrece bachillerato y otra de educación primaria, en
la zona urbana, a las que se integran 17 sedes o escuelas curales.
Para el desarrollo de la
especialidad adoptada, los estudiantes del grado once aprenden a procesar
productos lácteos, entre ellos el yogur , quesos y arequipe que venden en la plaza principal de Murillo
el día de mercado, los domingos. Con el
producto de la venta aspiran a financiar el viaje de fin de año, los nuevos
bachilleres técnicos.
Lepanto puede ser un caso
a través del cual analizar e interpretar algunas situaciones que se viven en
las zonas rurales del Tolima en cuanto a la oferta de educación formal.
Las 17 escuelas rurales
de la esta institución educativa funcionan con un solo docente, no disponen de
acceso a la red Internet así dispongan de computadores.
“Tenemos escuelas sin
servicio de luz eléctrica entre ellas La Picota, La Estrella, La Cascada y
Requintaderos, aunque la mayoría disponen de una planta eléctrica que se prende
una vez al mes si la comunidad aporta lo de la gasolina y así poder prender los
computadores para la clase de sistemas.
Sólo se dispone de internet en las una de las sedes de primaria urbanas”, dice su rector, el
ingeniero agroindustrial Jovan Carlos Mora Salinas, a su vez estudiante de la
Maestría en Educación, durante los fines de semana en la Universidad del
Tolima.
Al igual a lo que ocurre
en muchas otras escuelas rurales del departamento, hay estudiantes que deben
recorrer hora y media a pié para llegar a las aulas y, por lo menos en la
escuela La Picota , el docente
deben recorrer cuatro horas y media desde la zona urbana, para llegar a su
sitio de trabajo. Y debe permanecer allí por lo menos cinco días de la semana.
Agréguele a ello el intenso frío que en
época de invierno puede bajar a 3 grados centígrados pero que en promedio puede
ser de 14 grados en los tres mil metros de altura sobre el nivel del mar.
De las 17 escuelas
rurales de la IE Lepanto, dos de ellas la de La Cascada y La Cabaña, funcionan con sólo cuatro
estudiantes; la de La Picota, la más distante, con seis ; pero también hay otras
con 18 a 20 estudiantes como ocurre en Santa Bárbara y Pajonales.
LOS
NÚCLEOS ESCOLARES RURALES
La actual IE Lepanto hizo
parte de la red de Núcleos Escolares Rurales que el Ministerio de Educación
Nacional administraba desde Bogotá para ofrecer educación formal en los grados
tercero a quinto de primaria. Llegó a tener 74 estudiantes internos que residían en sus
instalaciones con servicio de alimentación. Luego se produjo la fusión de establecimientos
educativos hacia el año 2001
y actualmente sólo hay 28
internos, cifra a la cual se ha llegado
debido a la reducción de recursos nacionales para alimentación escolar. El
rector Mora manifiesta en su petición ante el gobierno departamental: “El
restaurante escolar lleva funcionando más de 40 años y ha llegado a atender a
más de 500 personas en la década del 80 cuando se beneficiaba a gran parte de
la población joven con recursos aportados por la nación. El año pasado se beneficiaron del restaurante 250 estudiantes
aproximadamente, entre los cuales están los 28 internos y los estudiantes de la vereda
Pajonales y otras , gracias a recursos que aporta el municipio y la gobernación y 120
estudiantes que se benefician del servicio de restaurante escolar a través de
una cooperativa”.
Este año la Alcaldía es la que subsidia la alimentación de los
estudiantes internos porque los recursos nacionales se destinan a la jornada
única.
Los internados rurales
pueden ser una de las alternativas a las cuales se puede recurrir para mejorar
la cobertura educativa con estudiantes de veredas dispersas en la zona rural del Tolima. Puede ser menos
costoso para el Estado, financiar un internado que múltiples escuelas rurales
con pocos estudiantes y un docente
aislado de la interacción con otros compañeros de profesión.
El internado de Lepanto tiene
problemas en su infraestructura por sus 40 años de funcionamiento; las unidades sanitarias están en malas
condiciones, los camarotes de los dormitorios están deteriorados, no se dispone
de gas para la operación del restaurante, los pisos están en mal estado.
Para el mejoramiento de esta situación, el año pasado la Secretaría de
Educación aportó 84 millones de pesos a los cuales la Alcaldía sumó 12 millones
de pesos más y con recursos propios del colegio, otros 7 millones para
muebles,camarotes y armarios.
La alimentación escolar
que se ofrecía en caliente hasta el año pasado, ahora se ofrece a un número
menor de estudiantes . “Los estudiantes tenían desayuno caliente, ahora pasaron
a recibir desayuno industrializado, bolsa de leche o de avena , una panela o bocadillo”, dice el
rector.
LA
EDUCACIÓN RURAL EN EL TOLIMA.
Ruralidad es un concepto
que va , casi siempre, unido a los de inequidad, marginalización, violencia y
pobreza. Las veredas están afectadas de inequidad en el acceso y calidad de los servicios estatales, entre el de la
educación. En Colombia es un problema de
grandes dimensiones porque el 87 por ciento de sus municipios son
predominantemente rurales y en estas
zonas vive el 35 por ciento de la población colombiana.
En el Tolima, en los 46
municipios no certificados, funcionan 2 mil 45 establecimientos educativos y de
ellos 1.662 son rurales , es decir el 88 por ciento de ellos.
En la zona rural, según
en Sistema de Matrícula (SIMAT) del Ministerio de Educación Nacional, la
disminución de la población estudiantil en la zona rural es más acelerada que
en las zonas urbanas de los 46 municipios no certificados (excluye Ibagué). La
población estudiantil matriculada en las zonas rurales en el año 2011, hace cinco años, era de 92
mil 797 estudiantes, cifra que pasó a ser de 77 mil 579 en el año 2015 ,
inmediatamente anterior, lo cual equivale a 15 mil 218 estudiantes menos
matriculados en las escuelas rurales, que porcentualmente equivalen a 16.4 por
ciento de disminución en la población estudiantil.
Sobre estas cifras, que
son alarmantes, es pertinente decir que la población en edad escolar en las
zonas rurales, hacen parte del bloque de atención prioritaria o de especial
atención, cuando de debe garantizar el
derecho fundamental a la educación, se trata.