PERIÓDICO EL PÚBLICO: Espíritu Crítico Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA
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Espíritu Crítico 
Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA
Personalmente me declaro apostata del tan encomiado optimismo sobre el destino tolimense que, pienso, solo ha propagado naderías y conformismos. He de adherir a la cofradía de los escépticos informados donde procuraré estimular el espíritu crítico y pulir la capacidad de propuesta. Muchas razones cultivadas a lo largo las últimas tres décadas del siglo XX y la década y pico que va del siglo XXI motivan esta conversión en curso. Señalo algunas pocas de estas razones retrospectivas: 

·         Con forzados nombres alusivos al futuro se han aprobado alrededor de veinte (20) planes de desarrollo para el Departamento y para cada uno de sus municipios y sin embargo el desarrollo parece inviable y el futuro fantasía. Corolario: Llamamos Plan de Desarrollo a un simple “plan cuatrienal de inversión pública”. Los salmos de la tecnocracia y el centralismo aturdieron nuestra conciencia política. Perdimos la perspectiva correcta del desarrollo. 
·         Más de 22 gobernadores y 17 alcaldes en cada municipio (8 elegidos popularmente) han regido los destinos comunitarios. Todos ellos, sin excepción y en el frenesí de su facundia burocrático-electoral, prometieron cambio, modernidad, prosperidad, equidad y solución a todos los problemas y, sin embargo, la situación cada día está más peliaguda. Corolario: Escasea la memoria histórica. Se repulsa toda lectura de región que desafíe el statu quo. Perdimos la seriedad programática, los consensos y los verdaderos liderazgos.
·         Hemos elegido centenares de parlamentarios cuya mejor iniciativa ha sido aprenderse el vademécum promesero y de cuyas ejecutorias, salvo sus pensiones, nada de trascendencia se puede constatar. Corolario: Nunca tuvimos un proyecto político de región. No tenemos peso político nacional. La labia trivial reemplazó la seriedad y la coherencia. Se redujo el rol político a simples diligencias de intermediación de la región con los poderes centrales. 
·         Por miles hemos elegido concejales y por centenas diputados que, sin distingos de agencia política, juraron purificar la gestión pública, ejercer permanente y riguroso control político y, algo inefable, arguyeron ser el relevo generacional. Corolario: Siendo todavía imberbes, muchos “políticos” ya utilizan el sofisma para tapar el defecto de no caberle en la cabeza su municipio y menos la región. No logramos entender bien que en política la viejera no se mide por los años cumplidos sino por la obsolescencia de los paradigmas y los imaginarios.   
·         Cientos de dirigentes de diversos sectores anunciaron cientos de iniciativas novedosas que nunca fueron realidad y menos modificaron siquiera en mínimos las condiciones de atraso. Corolario: Exaltamos, a veces con jactancia y sin juicio crítico, tesis extrañas y no válidas en nuestra realidad. Nos avenimos a la carencia de originalidad y al exceso de vacuidad. Poco sabemos de nuestras potencialidades que, para vergüenza, otros si conocen y aprovechan.
·         Miríadas de reseñas sobre preeminencias y peculiaridades regionales positivas han sido divulgadas, pero en el “tour del desarrollo colombiano” disputamos el “farolito” con las regiones más atrasadas. Corolario: Contemporizamos con ligerezas de juicio, falta de rigor, inmediatismo, golpes efectistas y afán por las percepciones de momento.
Quien juzgue cierta esta retrospectiva entenderá por qué perdimos la fe en las anacrónicas ideas sobre el desarrollo. Ahora, escéptico sí, pero no claudicante y por ello adjunto una propuesta para construir una nueva realidad política en el País Pijao, a sabiendas de que muchos responderán con un “clic en eliminar” y que solo será leída y divulgada por aquellos que sienten aflicción frente a la ocurrencia muy probable de que su hijo o nieto, en el año 2050, esté haciendo una retrospectiva similar o tal vez más deplorable de las cuatro décadas anteriores.