Por Hugo Neira Sanchez
No podía dejar en el tintero lo que ha sido el devenir de nuestros
campesinos. El colombiano que diga que no tiene sangre campesina, está
mintiendo. En la oleada de Europeos que llegan a América, en la Conquista no
solo llegaron aventureros sino muchos que vinieron a buscar el “oro”, pero
llegaron tarde y se encontraron que como pobres no importaba que fueran indígenas
o blancos, su subsistencia para no volver a Europa, con el “rabo entre las
piernas”, tenían que hacer lo mismo que en sus tierras de origen, ya no bajo un
régimen “feudal”, sino con alguna libertad, donde no se tenía que dar razón alguna, sino también no entregar
la “pernada” de su esposa e hija, además con extensos terrenos para cultivar,
no importa ser siervos en forma diferente no tenían que entregar todo sino una
parte a los famosos encomenderos,
personajes que no trabajaron nunca la tierra, pero la usufrutuaron, pues era un
deshonor labrarla. Se van acomodando durante años, esquivando la pobreza y la subsistencia,
llevando a los mercados precarios, alimentos con los cuales sobreviven los señores,
empleados públicos y siervos.