PERIÓDICO EL PÚBLICO
POCO ÉNFASIS EN EL DESEMPEÑO ACADÉMICO-PEDAGÓGICO,
DE  LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS
Por Luis Eduardo Chamorro Rodríguez
Los directivos de las instituciones educativas oficiales, enfatizan su desempeño profesional en  aspectos administrativos, desplazando a un segundo lugar  lo académico y pedagógico. Siendo que lo deseable y estratégico es que la dirección de los establecimientos estuviera enfocada hacia el logro de aprendizajes significativos en los estudiantes,  a través del desarrollo de procesos académicos, didácticos y curriculares. Es la conclusión que se infiere de los resultados de la autoevaluación institucional que directivos docentes y docentes de 21 instituciones educativas oficiales de Ibagué, realizaron a finales del año 2013, teniendo como referencia las cuatro dimensiones de la gestión escolar: las gestiones directiva, académica, administrativa y de la comunidad.


Por: AGUSTIN RICARDO ANGARITA LEZAMA
Una discusión me dio pie para reflexionar sobre el tema de algunos pasatiempos actuales. Estoy convencido que la vida hay que protegerla sobre cualquier cosa. Para mi nada, por sublime que parezca, justifica atentar contra ella. Defender la vida es un compromiso con lo sagrado y con lo más preciado de la sociedad. Quizás por eso me formé como médico. Es posible que eso mueva mi amor por la educación y el periodismo.
Hay estudios calificados que comprueban que el uso de juguetes bélicos favorece el aprendizaje de conductas violentas en los jóvenes. Igual ocurre con los vídeo juegos, que en su mayoría utilizan la violencia, lo más real posible, como incentivo para atrapar jugadores. Los seres humanos no nacen violentos. La violencia se aprende y este tipo de juegos ayuda a construir conductas y mentalidades violentas.


Manuel Elkin Patarroyo
Por: Carlos Orlando Pardo
Las elecciones primero, el folclor luego y el campeonato mundial de fútbol, al final, todos con diversas emociones, nos permitieron olvidar al resto del pais y no ofrecerles a otros renglones la debida atención, pero el mundo sigue andando. Ahí al frente, nos encontramos con la feliz noticia cuando a tres tolimenses los declaran “Investigadores eméritos 2014” en el “Gran Premio Vida y Obra” otorgado por Colciencias y que destaca la revista Semana que acaba de aparecer. Se trata de Manuel Elkim Patarroyo, el padre de las vacunas y ganador en la categoría Ciencias básicas; de, el estudioso de la violencia, ganador en la categoría Ciencias Sociales y Humanas, pero entre los llamados 20 héroes para señalar a los científicos eméritos que han dedicado una vida a la investigación en Colombia, figura como finalista    en   categoría   Ciencias   básicas, el químico  Augusto Rivera
Augusto Rivera
el tolimense de las moléculas raras. Nosotros somos por fortuna más que política, fiestas y fútbol y ahora cuando han pasado estas maravillosas disculpas para creer en la felicidad y en un pais mejor, aterrizamos de nuevo en la realidad y la encontramos igualmente habitada de satisfacciones. Por encima de las controversias a que es sometido el atacuno Patarroyo, “nadie ha podido desconocerle el haber descubierto y patentado la primera vacuna contra la malaria, un logro que enmarcó en la historia”. No ha sido vana su terca persistencia como egresado en Medicina de la Universidad Nacional, especializado en Virología en la Universidad de Rockefeller, estudios en Yale, Estados Unidos y en el instituto Karolinskia de Estocolmo, ni mucho menos las más de cuatro décadas dedicadas a la investigación para alcanzar premios significativos al estilo del Príncipe de Asturias en 1994, cuatro veces el Premio Nacional de Ciencias Alejandro Ángel Escobar o el ser nominado en 1989 como Premio Nobel de Medicina. 29 doctorados Honoris Causa y el registro de 356 publicaciones científicas, como lo recuerda la revista Semana, ofrecen un retrato general de quien a sus 67 años sigue haciendo ciencia desde su Fundación del Instituto de Inmunología y formando a más de mil investigadores o asesorarlos en futuros doctorados. 
Gonzalo Sánchez
Por otro lado, el libanense Gonzalo Sánchez, autor del primer estudio sobre los bolcheviques en su ciudad natal, creador en 1986 del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional, ha continuado, a pesar de las amenazas, al frente de Estudios de la Violencia, proyectando trabajos sobre la memoria histórica que ahora dirige desde el 2007, desde donde ha producido 21 informes en los cuales se rconstruyen las masacres más emblemáticas de los paramilitares y las Farc, poniéndolos al conocimiento de los colombianos junto al dolor de las víctimas del conflicto armado. Estos personajes como Manuel Elkim Patarroyo y Gonzalo Sánchez, mis dilectos amigos de ya no pocos años, cuyos perfiles figuran en mi libro de 1995 Protagonistas del Tolima Siglo XX, con razón a su trabajo y no a nada diferente, siguen a la cabeza de los investigadores de la nación y ofreciéndonos orgullo a sus paisanos de la tierra Pijao. Me pareció curioso, al final del informe, la figuración como finalista del llamado Tolimense de las moléculas raras, uno de los químicos más laureados del pais, egresado de la Universidad Nacional donde es docente, profesor asociado y director del departamento y vicedecano de investigación. Novedades mundiales han salido de sus desvelos y experiencias y en los 138 artículos que ha publicado en revistas indexadas, trata sobre los animales heterocíclicos, “unas extrañas moléculas orgánicas que contienen nitrógeno y que podrían tener múltiples usos en la industria farmacéutica”. Total, vale la pena difundir estos trabajos en la región, que las universidades los inviten a conversar con profesores y estudiantes, al tiempo que reconocer que tenemos otros héroes. 
LAS TALES CRISIS NO EXISTEN!
Por: Alberto Bejarano Ávila

Como buen provinciano creía yo, hasta hace poco, que el Tolima sufría graves crisis en salud, empleo, vivienda, educación, justicia, medio ambiente, seguridad, desplazamiento, vías,  trabajo infantil, exclusión, Hoy, luego de oír y cavilar, juzgo que “las tales crisis no existen”, pues crisis en significado cabal es “situación dificultosa y complicada” pero casual y temporal, mientras que los infortunios que sufre más del 80% de moradores de nuestra región (y del país más feliz del orbe) datan de 60, 70 o más años, largo lapso en el que hemos visto o sufrido el aumento sin pausa de cada problema y, por ende, no puede ser crisis lo que es decadencia, extravío o ineptitud política, males endémicos cuyos análisis requieren de memoria histórica, inventiva y perspicacia y no el trillado lugar común, pues, como falló Einstein, “no es posible resolver los problemas del presente con la misma mentalidad con que fueron creados”.

Al hilar fino en ésta tesis histórico-política emerge el error común de creer que votar y elegir es suscitar el cambio. Si así fuera, en cada trienio o cuatrienio de las anteriores 6 o 7 décadas el progreso social habría recibido recios impulsos y hoy sería inatajable. Otra cosa enseña la realidad llena de miserias crecientes: lo electoral es ritual cíclico para ungir en frágil democracia relevos o continuidades de una clase política funcional y no seminal, es decir, de personas (de buena fe muchas) que sólo se ocupan de lo secundario, normativo o efectista, más no de idear inéditas y sesudas estrategias de desarrollo y ejercer lideratos para construir la nueva historia del pueblo tolimense. Para no fungir de moralista tontorrón, omito aludir al político no ético, asunto preocupante que atañe a investigadores, denunciantes y autoridades.

¿Qué hacer para que votar y elegir sean actos de cambio? La respuesta parece sencilla: ¡forjar otra mentalidad! Ya en el siglo XIX el milanés Carlo Cattaneo decía que "los pueblos que se hacen pequeños en sus pensamientos se hacen débiles en sus obras", sentencia que podría avivar la decisión colectiva de exorcizar dogmas anacrónicos, refundar la razón histórica de la democracia, objetar el centralismo y avivar la voluntad y el espíritu renovador de militantes políticos, organizaciones sociales, líderes económicos, grupos de interés y actores culturales. Todos (incluso el mimado por el statu quo) debemos admitir que es nocivo perpetuar círculos viciosos, errado oír llamados electorales sin proyecto político claro ni lógica regionalista y atinado ignorar a quien pregona cambio mientras ejecuta acciones para que nada cambie.

Porfío en que sólo un boom regionalizador parirá la Colombia nueva y que el Tolima será ejemplo de región pujante si sus dirigentes sociales, políticos y económicos se niegan a prohijar cortoplacismos, pequeñeces y fábulas, si sus debates y acuerdos se inspiran en ideas regionalistas y autonómicas y si optan por una visión de sociedad compleja, cohesionada por su identidad y motivada por retos históricos signados en un modelo de desarrollo que declara sagrados sus recursos naturales, su medio ambiente y su justo derecho a esa prosperidad incluyente que sólo han logrado aquellas comunidades que sabiamente decidieron validar su democracia política con hechos innegables de democracia económica.

El talento es riqueza y no debe emigrar; el futuro se construye aquí, no en lejanía; el hacedor de atraso debe mutar a creador de progreso; la dialéctica de derecha e izquierda debe revelar nuevos paradigmas; la cultura política se debe airear con tesis de desarrollo endógeno y, so riesgo de jamás, es tiempo de inaugurar otra mentalidad y talante. Sólo signos y hechos históricos renovadores enmendarán lo denunciado por “Emiro Kastos”, allá en 1879, (cita de Hernán Clavijo): “en Ibagué se vive despacio, sin preocupación, casi sin interés”.
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Los políticos tienen fama de ser tercos y cabezas duras. Se enamoran de sus ideas y con ellas se la juegan hasta el final. Lo peor es cuando con esas ideas se obtienen triunfos. De ahí en adelante, consideran haber encontrado la fórmula mágica para salir avante. Si se les objeta algo, ripostan diciendo que llevan años haciendo política, siempre la han hecho así y que eso les ha dado sendas victorias. Cuando aparecen los fracasos, estos los toman de sorpresa. No comprenden que cada proceso es distinto, que ninguna receta sirve para siempre,  que existencia exitosa es la que se ajusta día tras día a los cambios continuos y permanentes que da la vida.
Las campañas del Presidente Santos enseñan cosas que valen la pena aprender. Cuando se enfrentó con Mockus las encuestas y la percepción ciudadana mostraban al candidato verde creciendo y una candidatura oficial estancada y en barrena. Santos tomó una decisión que para muchos políticos es difícil. Casi hizo borrón y cuenta nueva. Cambió su dirección política, aceptó que su slogan de campaña no pegaba, que la imagen publicitaria era rígida y poco convocante y cambió el rumbo. Al final ganó de forma aplastante.
Al finalizar la primera vuelta de esta reciente campaña, Santos iba perdiendo. Reconoció errores y llamó al orden a sus subalternos. Algunos, muy cercanos  él, salieron de la campaña. Comprendió que la estrategia publicitaria era débil, que los mensajes no calaban, que faltaba sensibilidad y emoción a la campaña, que no había contundencia en el llamado a la paz, que debía mostrarse con más carácter y exigir resultados y trabajo.
El candidato Zuluaga había ganado con una fórmula simple. No confrontaba. Para eso estaba su jefe Uribe. Aparecía como un hombre amable, conocedor, con propuestas claras y concretas, un candidato sereno e imperturbable. Al salir ganadora la estrategia debía mantenerse y reforzarse. No sopesó la posibilidad de un verdadero cambio en la otra campaña. Los asesores de Santos lo mostraron agresivo en los debates, punzante pero tranquilo, con cifras en la cabeza y mostrando resultados evidentes y propuestas aterrizadas y concretas. Zuluaga fue sorprendido, se salió de su formato y mostró una cara intolerante, pendenciera y retaliadora. Su estrategia publicitaria, como era la ganadora, se mantuvo igual. Su mensaje, también ganador, no se modificó y al contrario, se intensificó. Los resultados los conocemos. Ganó Santos que fue capaz de reinventarse.
Cuando se habla del cambio todos creemos entenderlo. Pensamos que el cambio es obvio y que es claro para todos. Sin embargo, una cosa es entenderlo y otra asumirlo. Es decir, vivir entendiendo que la incertidumbre es inherente a la vida, que toda certeza es temporal, precaria e inestable y que necesitamos estar revisando de manera permanente los puntos de vista que nos formamos a diario. Nuestra cultura es la de la estabilidad, la de la costumbre y del no cambio. Asimilamos la seguridad a la quietud, a la permanencia, a las modificaciones tan leves y graduales que los cambios no se sientan. De verdad, nos da miedo el cambio, aunque nos llenemos la boca invocándolo. 
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Culminaron las elecciones con resultados conocidos. Reelección del presidente, derrota del Centro Democrático, enaltecimiento del proceso de paz y repudio a la guerra. Cada sector interpreta las cifras electorales desde su particular punto de vista.
Para los del Centro Democrático, les cae como anillo al dedo aquella frase de Francisco Maturana: “perder es ganar un poco”. Donde sacaron algunos votos de más empiezan a hacer cábalas y se ilusionan pensando en listas para concejos y asambleas, candidatos ganadores para alcaldías y gobernaciones. Se les olvida, o quieren no acordarse, que cada elección es distinta. Que su venerable Álvaro Uribe, siendo presidente, con todo el poder de la entrega personal de cheques en los consejos comunitarios a Familias en Acción, a Familias Guardabosques y cuanto líder comunal pedía su apoyo, perdió las elecciones con sus candidatos en las grandes ciudades. Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga y un largo etcétera, son ejemplos de lo afirmado.
Por el lado de los reeleccionistas, ocurre como con las víctimas. En Armero vivían 50 mil personas, la catástrofe arrasó con 30 mil y aparecieron 80 mil damnificados. Ahora todos ganaron. La campaña de Santos debería demandar a la Registraduría porque según los que dicen que votaron por él, la cifra supera los 10 millones de sufragantes… Son miles los que aspiran a que se les compense su “esfuerzo” con contratos, puestos o favores. El triunfalismo también cunde por doquier.
Que el abstencionismo haya sido abrumador a nadie le importa. Con los poquitos que votaron fue suficiente para elegir. Y los que se abstuvieron ahora tienen que aceptar los resultados. ¿Por qué no votaron? ¿Será que los hastía el clientelismo que dirige la política? ¿Será que la corrupción cada día desencanta y desanima a más gente? ¿Será que la ciudadanía ya no cree en la honradez ni en los rezos e invocaciones religiosas de sus gobernantes?
En el país hacer oposición no es presentar propuestas, soluciones sustentadas ni visiones alternativas y realizables sobre los problemas que se viven. Es simplemente decir o gritar que no están de acuerdo, que no les gusta algo, amenazar con denuncias ante los entes de control y mostrarse como salvadores y adalides de la moral y la honestidad.
La política dejó de conectarse con la gente. Perdió legitimidad y arraigo popular. Para algunos el tema tan simple como contratar medios de comunicación. Para otros, el tema es de buenos discursos y arengas inflamadas. Creo que el asunto es de coherencia, de reales liderazgos, de programas bien pensados y ligados a las necesidades y sueños de los ciudadanos. De verdaderos políticos preparados y capaces. No de politiqueros que simulan sapiencia, honestidad, amor por su terruño y respeto por la ciudadanía.

Refundar la política no es cambiar un politiquero para instalar otro. No es quitar al corrupto del otro bando para poner al nuestro. No es evitar el desangre del erario público en manos de los del partido contrario para poderlo desangrar nosotros. Refundar la política es estar convencido y demostrarlo que de verdad se puede gobernar sin corrupción, sin clientelismo, sin politiquería y para el beneficio colectivo.