El sentido común dice que todo crece o se construye de abajo hacia
arriba y no a la inversa y sólo el alucinado diría lo contrario. Como tema
casual vaya y venga, pero en la teoría sobre construcción de desarrollo
regional es fundamento lógico cardinal que políticos, burócratas y plutócratas
“patasarribiaron” para que el centralismo sirviera de mampara para lograr sus
mezquinos intereses y, en ésta trampa de la lógica invertida, siempre caen los
mentores del desarrollo tolimense que, pese al evidente fiasco del centralismo,
lo ven como única verdad revelada y de ahí el terco desenfoque de perspectiva
que igualmente nos obliga a ser tercos en la tesis de que la primera instancia
constructiva es la región y desde ella la nación, pues, se dijo, el desarrollo se
construye desde abajo, no desde arriba.
En esta lógica patas arriba caen todas y no solo algunas
vertientes del pensamiento político, y por ello todos creemos ciegamente que el
camino al desarrollo regional inicia en Bogotá, bien porque ello conviene a ciertas
personas o porque el paradigma centralista no deja ver, siquiera como
posibilidad, que el desarrollo tiene otras lógicas. En metafórica prosa pueril
diría que un árbol, entre más grande va a ser, más hunde sus raíces para
sostener un tronco fuerte y sobre él un ramaje frondoso y sano. Así deberíamos
pensar al Tolima y luego sí, con ideas propias y peso político, ocuparnos del
“bosque” o variables externas que casi siempre desmejoran nuestro vivir. Más
que oposicionistas y gobiernistas, los tolimenses deberíamos ser caracterizados
y eficaces constructores de otra realidad política y económica.
Espero nadie se ofenda si digo que jamás entendí cómo se puede
ejercer una buena política y gestionar una propia y pujante economía regional,
con exquisita erudición y fogosa pasión frente nacionalista y neoliberal y
desmedida indiferencia e ignorancia respecto a la historia, la sociedad y el
territorio regional. Esta ambigüedad se patentiza en la paradoja de la pereza
para dialogar, investigar y pensar la cuestión regional y el desvelo por
coloquios, asesorías, foros (usualmente guiados por gurúes externos) donde
pontifican sobre política y economía convencional y que, es indiscutible, nunca
sirvieron para salir del atolladero. Sin “puñetera idea” de lógicas correctas,
muchos candidatos ya prometen el paraíso. ¡Qué mamera!
El tolimense no es ningún “caído del zarzo”, de ello sobran
ejemplos, y por ende hay talento para abrir un gran diálogo orientado a
enderezar la lógica del desarrollo regional y así, desde otros enfoques,
afirmar criterios sobre el acontecer nacional, asunto necesario más no vital.
Remato con un toque de candor citando a Ana Iglesias: “…nosotros siempre vemos
las cosas desde el mismo ángulo -continuó el chico-, es mejor así, además es
mejor crecer hacia abajo que hacia arriba. Cuando eres pequeño no te puedes
hacer daño cayéndote porque estás en el aire, y no puedes meterte en problemas
por ensuciarte los zapatos de barro, ya que aquí arriba no hay barro”.