UN NUEVO AÑO
Por: MIGUEL NAGED NIETO
La mayoría de los tolimenses iniciamos un nuevo año con la íntima esperanza de lograr avanzar en el desarrollo social y económico de nuestro departamento. Especial consideración requiere Ibagué, nuestra capital.A pesar de las voces que se levantan para calificar, a quienes anotamos las falencias de la ciudad, como personajes de mala condición, es necesario continuar en la tarea de reclamar lo que hace falta para hacer más amable la ciudad para nosotros y para quienes nos visitan. Es la mejor expresión de nuestro afecto para la ciudad que alberga a nuestros amigos y nuestras familias.
Lo fundamental sin lugar a dudas es la generación de empleo. Y es muy difícil que lo logremos en el sector industrial, por lo menos a corto plazo. Y aún más difícil con el concurso del sector agropecuario, al menos mientras subsista la explotación tradicional de nuestras tierras.
Es necesario emprender acciones simultáneas especialmente en dos frentes: El turismo y la microempresa. De estas dos alternativas la más viable y que cuenta con alguna conciencia en nuestros dirigentes es el turismo, paradójicamente sin la atención prioritaria que merece. Nos ufanamos de ser una ciudad con grandes atractivos para los visitantes. Pero realmente, cuáles son esos atractivos? El nevado del Tolima, con una vía de comunicación destruida y obsoleta? Los balnearios naturales, cada vez más contaminados y desatendidos por los sectores oficiales? Los turistas vienen a Ibagué por sus condiciones naturales: Una ciudad intermedia, con clima agradable que permite gozar de la “tierra caliente” sin excesivo calor, y finalmente una envidiable localización geográfica. Sin embargo, podríamos lograr una mayor afluencia de turistas en todos los fines de semana, con el consiguiente beneficio económico para muchos sectores de la población, si hubiera iniciativas que generaran interés especialmente en los bogotanos, ahora con el beneficio de la doble calzada que nos comunica.
Nos preguntamos por qué no existe un cable por el cañón de nuestro río insignia, el Combeima, como lo hicieron los santandereanos en el Chicamocha? Si fuera posible llegar al nevado del Tolima en condiciones tan económicas, se volcarían las gentes de Bogotá, de la zona cafetera, y de todo el país en la menor oportunidad, en un turismo económico pero que generaría la ocupación que la ciudad requiere para los sectores más débiles de nuestra economía. Es una obra que no requiere grandes inversiones y que aún en el evento de dificultades presupuestales, podría entregarse por concesión, ya que su explotación es altamente rentable.
No faltaran los fundamentalistas ambientales, con manidos argumentos para impedir el “atropello ecológico” con nuestro nevado. Desde luego que se requieren estudios que mitiguen las consecuencias de una masiva visita de gentes, pero cuando se ha logrado en otras latitudes, no hay análisis que nos lleve a pensar lo contrario en este caso. Quiera el destino que alguno de nuestros dirigentes haga realidad este sueño.