PERIÓDICO EL PÚBLICO
PATARROYO RUMBO AL PREMIO NOBEL 
Por: Carlos Orlando Pardo
La ciencia no despierta tantas emociones como el fútbol, pero cuando un científico colombiano como el tolimense Manuel Elkin Patarroyo continúa consolidando en el mundo su prestigio a pesar de los desprecios y las burlas de no pocos de sus contemporáneos, uno siente que sus goles pegan en el arco que ataja la muerte y se convierte, para gloria nuestra, en la única figura de la región cuyo nombre se menciona y respeta en todo el orbe. No se trata del patrioterismo provinciano que eleva a categoría de próceres a ciertos personajes de menor cuantía, sino de un indiscutible investigador que los más exigentes medios internacionales califican como uno de los contados latinoamericanos que proyectan su ciencia y sus descubrimientos para beneficio de la humanidad.
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 Es lo que acaba de ocurrir con un nuevo reconocimiento de primer nivel por su aporte a la ciencia, puesto que su trabajo abre el camino al desarrollo de las vacunas sintéticas que permitirán, por fortuna, la prevención y el manejo de más de 500 enfermedades infecciosas. La noticia es excepcional porque estos males afectan a las dos terceras partes de la población de la tierra y matan al año a 17 millones de personas, interrumpiendo su vida por el dengue, la malaria, la sífilis, el herpes y las meningitis causadas por bacterias, sin que hasta el momento existan vacunas en su contra. No está lejos su aporte para que lo sorprenda el Premio Nóbel, porque lo que publica la exigente revista Chemical Reviews, es el registro significativo de alto impacto que califica el escalafón de la calidad en trabajos como el suyo. Los resultados del examen de pares calificados como excelentes, lo dejan con el mote de fuera de serie como anotan no pocos registros de una noticia tan halagadora. No fue vana entonces la emoción que hace muchos años, atravesando el río Amazonas, expresó el hijo de Ataco cuando comprobó en las pruebas hechas con monos contra la malaria, que su eficacia era del noventa por ciento. De allí parte el camino para tener en el futuro vacunas contra males complejos como los mencionados además de la tuberculosis, la hepatitis, la neumonía, el cólera y la caries dental y hasta el modelo que facilite la cura contra el sida. Pero no es el producto de un milagro sino de una terca y larga persistencia de más de tres décadas que han venido reconociendo cada cierto tiempo sus avances. Los 315 artículos que ha publicado Patarroyo planteando su método y avances, dejan a este médico y doctor en ciencias como un modelo universal. No tiene espacio para colgar los tantos doctorados honoris causa que ha obtenido en varios continentes, pero sí para desplazarse cada cierto tiempo al Tolima para conversar con los amigos, tomar vodka o aguardiente, bailar cuando se puede y hablar de literatura contando las anécdotas de sus amigos escritores. Desde hace casi cuarenta años recibe Premios Nacionales de Medicina y de Ciencias que ha repetido varias veces, sin detallar los alcanzados en varios lugares del mundo hasta consagrados como el Príncipe de Asturias e innumerables condecoraciones y reconocimientos. El mejor, me dijo alguna noche en Ibagué en una de nuestras bohemias en mi casa, es el reconocimiento de la gente y ante todo la que le brinda el pueblo del Tolima. A su paso, como no ocurre con los científicos sino con los futbolistas o los actores, los curiosos se arremolinan al verlo cruzar identificándolo de inmediato. Tal vez sea esto lo que impide a los celosos su aceptación plena porque imaginan  a un hombre de ciencia lleno de neurosis y caspa detrás de un microscopio y no como él, repartiendo autógrafos y sonrisas como toda una estrella. Lo que realmente es y para siempre porque cada día pisa los terrenos de la inmortalidad.