PERIÓDICO EL PÚBLICO
Obama se enfrentará en unos meses a una reelección que probablemente será más difícil de lo previsto. Cuando ganó Obama hace cuatro años entró como un ciclón en la política mundial, y pocos meses después consiguió incluso un controvertido nobel.

Sin embargo, a fecha de hoy, las promesas incumplidas de Obama se acumulan, bien es cierto que no cuenta con mayoría en ninguna de las cámaras norteamericanas, pero incluso antes de tener que afrontar esta situación tampoco había podido hacer nada contra el establishment.

Ahora promete subir los impuestos a los ricos (no lo ha podido hacer en 4 años y la situación parlamentaria no ha cambiado), promete luchar contra los poderes fácticos de Wall Street cuando ha seguido los pasos de Bush con el uso abusivo de ayudas públicas a las entidades financieras que crearon la crisis mundial en la que estamos inmersos y, una vez conseguido el nobel de la paz, lanza un mensaje belicista nunca visto en él.

La ignominia de Guantánamo y la situación de quiebra técnica de EEUU deberían bastar para no renovar su mandato, pero la triada de candidatos con posibilidades de ser su oposición por la presidencia tampoco promete muchas cosas mejores que él, van desde el liberalismo más radical, hasta la confesionalidad religiosa más beata y mojigata.

En suma, de nuevo la presidencia de EEUU se dirimirá entre un candidato malo y uno peor, será cuestión de los electores yankis escoger quién es el malo y quien el peor. La historia no recordará a Obama mucho más allá de por ser el primer Presidente Negro de EEUU