Por: AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA

Es frecuente escuchar a los mandatarios quejándose del tema. Para ellos es muy engorroso sentir cómo desde los micrófonos, la mayoría de las veces, o desde la prensa escrita o desde la televisión, infaman, lanzan acusaciones temerarias, exageran temas, manipulan informaciones o traman ataques sistemáticos con el único fin del chantaje.

Pero ahí no para el chantaje, además del dinero en propaganda y de los “engrases”, pidegrandes sumaspara los eventos especiales que monta, siempre soportados en los recursos estatales. Además, tiene contratistas propios, y exigen contratos amañados y a la medida de sus secuaces con los que ya tienen pactada su jugosa comisión por contrato conseguido.
Ese tipo de periodismo rastrero, que se vende al mejor postor, que no tiene escrúpulos y que su único dios es el dinero, pone contra la pared a muchos funcionarios. Y lo hace porque la ciudadanía en general no conoce cómo actúan los que supuestamente la informan. Porque le da credibilidad a toda clase de información que salga de este tipo de medios de comunicación y porque existen mandatarios que no se amarran los pantalones y se dejan manosear de estos verdaderos sicarios del micrófono. La verdad es que, de esta calaña, son pocos los periodistas, si ese nombre les cabe. Pero el daño que hacen enloda la profesión más bella del mundo, como la llamó Camus, hiere de manera grave la democracia, insulta a los ciudadanos y transforma el cuarto poder en la licencia para mentir, chantajear y extorsionar.
Estos negociantes de la información,desesperados por sus bajas audiencias, se unen con los derrotados para amenazar con revocatorias del mandato y además demoler credibilidad y honor de los gobernantes que se nieguen a pagarles.
Amigos lectores, ¿creen que en esta ciudad tenemos personajes de esa talla?¿Creen ustedes que el CTI debería investigar sus actuaciones y las autoridades nacionales evaluar si merecen licencias de funcionamiento y permisos de trabajo…?