UNA NUEVA REALIDAD POLÍTICA
CONVERGENCIA DE CONCIENCIAS Y VOLUNTADES TOLIMENSISTAS PARA REHACER EL SENTIDO POLÍTICO TOLIMENSISTA Y CONSTRUIR UNA REGIÓN HISTÓRICA, PROSPERA Y SOLIDARIA
Por: ALBERTO BEJARANO ÁVILA
DISYUNTIVA HISTÓRICA DE LA TOLIMENSIDAD.
La región tolimense se detuvo en las épocas de mediados del siglo XX, épocas “premodernas” que aun no abandonamos para entrar al tiempo de la modernidad y el desarrollo. Siendo una región de prodigas riquezas, poseedora de singulares talentos y avisada por referentes de regiones ya inscritas en la modernidad ¿por qué entonces el atraso tolimense? Por respeto, porque existen bastantes razones políticas e históricas que explican el subdesarrollo y porque no es juicio ecuánime, no es aconsejable seguir incurriendo en la práctica maniquea o el prurito de acusar al tolimense de acrítico, de conformista, de connivente con el subdesarrollo y de eludir el deber de exigirse con rigor y ambición el desafío de superar un estadio de postración que ya hundió raíces.
La transición desde los primarios tiempos del subdesarrollo hasta los tiempos de la modernidad solo la permitirá una nueva realidad política basada en filosofías y conceptos ideológicos relativamente inéditos. La azarosa y funesta realidad que la Región Pijao no ha superado en más de medio siglo, realidad sentida y padecida en el día a día y confirmada por indicadores socio-económicos cada vez más lánguidos y alarmantes, además de las injusticias, pone al denudo el fracaso histórico del “modelo político fundado en partidos nacionales” (tradicionales y alternativos) el fracaso del enfoque economicista primario, cerrado y gregario y por lógica corresponsabilidad, el fracaso del “modelo de educación para el desarrollo”. Oportuno es señalar que los juicios de valor sobre el fracaso regional no deben herir la dignidad ni las calidades intrínsecas de las personas con sensibilidad social, pero si denuncian la equivocada y tolerada construcción de paradigmas o imaginarios en los que hemos cimentado las ideas acerca de cómo alcanzar modernidad y prosperidad.
Ante un discurso político monotemático y ligero, limitada visión del desarrollo, venalidad, falsas percepciones, desempleo, crisis en educación y salud, PIB negativo, pérdida de calidad de vida, dificultades de convivencia, deterioro del medio ambiente, entrega de soberanía sobre los recursos naturales, es preciso creer que todo tolimense reflexivo y responsable está presto a coadyuvar para que acaben los días de “espera de nada” de “fantasear desarrollo” y por ende resuelto a hacer frente a la disyuntiva histórica de cimentar una visión clara, consistente y propia de futuro para la sociedad tolimense o consentir estoicamente que a perpetuidad nos castiguen a la marginalidad y que sea la avaricia foránea, a su libre arbitrio, la que moldee nuestros destinos.
Es en el caudal ideológico, sociológico y económico del regionalismo, imbuido del espíritu autonómico, donde hallaremos la vía cierta y accesible que conduce a una nueva realidad política en la región, una realidad que nos exige reenfoques profundos, entre ellos: A) Inaugurar el nuevo paradigma de la globalización basado en un sentido histórico de la tolimensidad sin impugnar el sentido histórico de otras regiones. B) Proclamar sin vacilaciones que nuestros recursos naturales, nuestro talento y nuestro trabajo son fuente de desarrollo para el tolimense y no gratuidades para el lucro foráneo. C) Pensar y proyectar un modelo económico regionalizado y democratizado y un nuevo modelo político regionalista y democrático. E) Reconocer que la juventud es dueña de un futuro cuyas riendas debe tomarlas de inmediato, so pena de menoscabar ese futuro y frustrar la evolución del pensamiento y los relevos generacionales,
También es preciso indicar que el universo tolimensista es orgánico y sistémico y que tales condiciones obligan a esperar de aquellos dirigentes valiosos y valerosos que hoy libran sus dignas luchas de manera focalizada y a veces solitaria (ambiental, sindical, étnica, comunal, educativo-cultural, género) que adviertan, sin declinar sus luchas, que la “gran cruzada por la regionalidad” es solo una, pero librada en campos diversos, única manera de atajarle el paso a la desmedida voracidad de esa “hidra policéfala” que confunde las conciencias e inhibe una visión tolimensista propia de futuro para así, escudada en la enajenación, el desconcierto y la desunión, lucrarse impune y abusivamente de nuestras riquezas, usurpar nuestros derechos y hacer de nuestra tierra su colonia y de nuestro trabajo sus ganancias.
LA PARADOJA POSIBLE: BUEN GOBIERNO Y MÁS SUBDESARROLLO,
Para buscar explicación seria sobre la cepa del subdesarrollo tolimense es forzoso: A) proscribir el decadente prejuicio sobre “buenos y malos” que hoy nutre nuestros juicios de valor. B) Saber que lo burocrático-funcional y el pragmatismo son urgentes pero nunca seminales. C) Aceptar la exigencia de ideologizar el concepto de desarrollo regional.
Para ampliar esta proposición sobre las nuevas exigencias de razón y carácter que deben preceder y nutrir el discurso público y los planes y programas de gobierno, se invita al examen de una paradoja planteada a modo de interrogante: ¿Resultaría posible en un cuatrienio de gobierno, en cualquier municipio o en el departamento, que un mandatario y sus colaboradores logren cumplir una “excelente y proba gestión” pero que, al termino de su mandato, los indicadores económicos, sociales y ambientales y la realidad cierta estén revelando con crudeza que la tendencia de subdesarrollo, históricamente creciente, no mostró cambio positivo alguno, e incluso, que en la opinión pública se reconozca que la tendencia negativa continuó y que los problemas sociales son mayores?
Si a los argumentos que pueden esgrimirse respecto a esta paradoja procediera un fallo afirmativo, es decir, que el limitado y arraigado paradigma de “buen gobierno” (con el favor mediático) nos indique que el gobernante saliente hizo buena y hasta excelente gestión en su cuatrienio, pero que, igualmente, las realidades contextualizadas muestren que en ese periodo de “buen gobierno” la patología que muestra deterioro social, atraso económico y daño medioambiental no revelaron mejora alguna, entonces los ciudadanos y dirigentes estarían obligados aceptar sus errores de juicio y admitir resignadamente que en cada uno de los cuatrienios venideros de gestión lo más probable es que se tenga que reeditar, como invariablemente ha sucedido en las últimas cinco o seis décadas, la inercia histórica del subdesarrollo. Ojalá la exploración de esta paradoja sirviera de catarsis para la remoción de anacronismos paradigmáticos, para tomar conciencia de que es incorrecto aceptar un simple plan cuatrienal de inversión pública como plan de desarrollo municipal o departamental (eso sucede hasta hoy) y que renunciar a la búsqueda de vías diferentes es reconocer que “nos quedó grande” la tarea del desarrollo regional.
Sin duda alguna todos anhelamos que las épocas de los mandatarios ahistóricos, venales, episódicos y ególatras lleguen a su fin, pero debe saberse que ello solo podrá suceder si superamos los tiempos de escasez ideológica, de viejos y falsos paradigmas del desarrollo y de juicios de valor episódicos y moralistas, para dar paso a los tiempos de conciencia política, de sentido histórico regional, de especial devoción ciudadana por las ideas motoras del autentico desarrollo, de claridad estratégica, de auténticos liderazgos, de coherencia, de unidad y labor de equipo, de talento y de compromiso con el futuro de la comunidad regional.
LA ALIANZA PAÍS PIJAO, ÚNICA OPCIÓN POSIBLE
La enseñanza histórica del fracaso regional permite comprender que por varios decenios nuestros empeños jamás fueron animados por una visión de sociedad sino por afanes individualistas y grupistas, vicios de idiosincrasia que han fragmentado a la sociedad tolimense, pero también han servido de escarmiento para comprender que el asunto de la tolimensidad sólo podrá ser resuelto cuando decidamos construir, desde la diversidad ideológica, una alianza regionalista que tenga como especial filosofía de unidad la idea de que la política en una democracia es instrumento fundamental para forjar nuevas historias y que lo electoral sólo es un período estacional de lo político.
Para mantener la cohesión es condición fundamental no confundir lo eximio de la política inspirada en las tesis regionalistas con los trances propios de las contiendas electorales, pues una cosa es tener claridad en el por qué y hacia dónde debe marchar la Región Pijao y otra son los mecanismos para definir quiénes pueden ser los mejores guías para transitar hacia la sociedad deseada.
La enseñanza histórica del fracaso regional también nos fuerza a descreer de aquellos “mesías” que sin base ideológica alguna y con talante personalista, prometen proveer cultura, conocimiento y desarrollo y nos invita a creer que solo una cultura profunda del desarrollo regional, estimulada desde una perspectiva de modernidad, puede ser camino seguro para la evolución de los imaginarios, la reeducación cívico-política, el buen ejercicio electoral y el buen desempeño de los elegidos.
La nueva realidad política no supone que desaparezca la vieja realidad sino que aparezcan nuevos enfoques para enriquecer la dialéctica del desarrollo y calificar los procesos políticos. La nueva realidad política no supone exclusión de otras vertientes ideológicas y si supone la aparición de nuevos actores, de nuevas ideas e inclusive, el evento de un sincretismo político, es decir que por convicción un ciudadano milite en un partido tradicional y a la vez sea un leal promotor de la ALIANZA PAÍS PIJAO.
PRINCIPIOS FUNDACIONALES DE LA ALIANZA PAÍS PIJAO
Observando tres principios capitales que, en oposición a la ortodoxias política, no pueden ser principios inmutables sino que deben ser recreados cada día desde el estudio, la reflexión y el diálogo, se podrá fortalecer y asegurar calidad y continuidad a una nueva vocación de unidad y disposición de acciones tolimensistas por el futuro:
I. DE ORIGEN, VÍNCULO, TRABAJO Y RIQUEZA. Todos los recursos naturales, económicos y humanos reconocidos en la orografía y la biodiversidad regional constituyen heredad de los tiempos para todos los tolimenses y por tanto son intransferibles al foráneo y menos en gratuidad y a costa de desasosiego familiar, de subdesarrollo económico y de inviabilidad histórica de la Región Pijao. Se proclama que todas las riquezas físicas y del conocimiento constituyen fuente de bienestar para toda persona que por nación, vínculo afectivo y trabajo consagrado han contribuido a crearlas, acrecentarlas y protegerlas.
II. DE INTEGRALIDAD, SOBERANÍA Y AUTONOMÍA. Los saberes y los trabajos de cada generación y su descendencia deben converger sin objeción alguna hacia el buen vivir, la equidad y el progreso tolimense y ello supone el derecho y el deber autónomo, soberano e histórico de arrogarnos poder para orientar las premisas de la educación, la ciencia y la cultura que nos permitirán explotar de manera responsable los recursos naturales, utilizar los saberes para realizar en plenitud las vacaciones individuales y comunitarias, establecer relaciones justas y equilibradas o simétricas con otras regiones de Colombia y el mundo, y así, con un definido centro de interés, trabajar para alcanzar los objetivos del desarrollo regional.
III. DE PLURALISMO Y PRIVILEGIO POLÍTICO. La verdadera democracia regional sólo será realidad e intrínseca virtud comunitaria cuándo compartamos un consistente ideario regional que trascienda, con respeto a la opinión diversa endógena y al viejo pluralismo político exógeno, los anacrónicos paradigmas políticos y los subordine a los legítimos intereses regionales representados en aquel ideario. ¡PRIMERO EL TOLIMA, PRIMERO LA REGIÓN! ésta debe ser premisa cardinal de toda persona o colectivo que adhiera a voluntad propia a la ALIANZA PAÍS PIJAO, sin importar de que expresión de la sociedad civil, vertiente ideológica o sector económico provenga, solo basta su beneplácito respecto a que la cohesión de los tolimenses demanda fundamentos de tolimensidad como inspiración, como guías y como norte.
PRESUPUESTOS IDEOLÓGICOS PARA CONSTRUIR PROSPECTIVA ESTRATÉGICA Y PROGRAMÁTICA EN EL MARCO DE UNA NUEVA REALIDA POLITICA REGIONAL.
1. Reconocer, investigar, documentar y adelantar una amplia pedagogía de los valores y referentes históricos (antropológicos, arqueológicos, lingüísticos, étnicos, episódicos, mitológicos, territoriales) que serán aliento de nuestra memoria histórica, del espíritu comunitario y de la identidad tolimensista.
2. Privilegiar en nuestro sentir colectivo el valor intrínseco de las personas y, como tal, elevarlo a la calidad de objetivo capital de toda idea del desarrollo y por ende persuadirnos de que el crecimiento económico no es de suyo un fin, sino un medio indispensable para garantizarle a todos los asociados de la región la plena satisfacción de sus necesidades básicas y trascendentes. La justicia, la cohesión social y el auténtico desarrollo son estadios posibles de alcanzar solo si la economía está subordinada a las ideas humanistas.
3. Defender y preservar el medio ambiente en todas sus categorías porque una región consciente de la delicada complejidad de lo ambiental en los tiempos modernos está exigida a actuar con responsabilidad, pues bien sabe que es en el presente donde se garantiza la viabilidad ambiental por centurias y por ende las garantías de su disfrute por las generaciones futuras.
4. Propender por la plena soberanía de la región sobre los recursos naturales, renovables y no renovables, localizados en el territorio tolimense (agua, aire, bosques, suelos, flora, fauna, minerales, hidrocarburos) porque estos recursos constituyen el sustento esencial de todo presupuesto de futuro y bienestar y además, porque son heredad del pueblo tolimense y únicamente a él compete definir como utilizarlos para su propio beneficio y progreso.
5. Asumir las concepciones del desarrollo endógeno como enfoque central de orientación para encauzar discusiones, conciliar juicios, afinar diagnósticos y, desde estas acciones calificadas, diseñar y construir un modelo propio de desarrollo. Corresponde al tolimense asumir iniciativas, producir y acopiar conocimiento, ser empresario e inversionista, ser productor destacado de valor agregado y beneficiario preferencial del mismo. Solo si el tolimense se empodera ésta será una región de ciudadanos-dueños que trabajan, que generan utilidades y que acumulan una riqueza que reinvierten en la región para ofrecer sostenibilidad a las dinámicas endógenas del desarrollo.
Sin negar su valor solidario y de atenuante casual a los problemas sociales, no es bueno que incondicionalmente y sin previos juicios de valor desde las teorías económicas y políticas, la región se acostumbre a reconocer como “generosos aportes al desarrollo” ayudas marginales (micro o famiempresa, subsidios, ayudas sociales). El poder corporativo nacional y transnacional, al igual que el Estado centralista, cuando sutil y eufemísticamente enuncian que el aporte asistencial o humanitaria es una inversión para el desarrollo, calculadamente están creando ilusorias percepciones para esquivar el juicio crítico de las sociedades y así controlar, sin impugnación, aquellas variables económicas que objetivamente pudieran ser motoras o determinantes del desarrollo regional. Una región que admite, ligeramente y sin reservas, que la ayudas sociales son acciones motoras de desarrollo, de suyo, es región condenada a la marginalidad y la dependencia.
6. Los objetivos, los contenidos, los enfoques metodológicos y evaluativos y en general todo el ordenamiento curricular que orienta la actividad académica ha de ser revisado para hacerlo congruente y consecuente con los principios regionalistas y con la tácita exigencia de empoderamiento contenida en las estrategias del desarrollo endógeno.
7. Reexaminar las anacrónicas teorías de ocupación y el empleo para intentar romper viejos moldes de cultura económica que no dejan emerger un nuevo paradigma de modernidad que enseñe cómo las dinámicas y alcances de la ocupación y del empleo, más que de volúmenes de inversión o de ayudas, son rigurosamente proporcionales al grado de cohesión social, de identidad, de saberes y, en general, al nivel del desarrollo regional y que cualquier enfoque que no revele una relación de causalidad entre ideas de soberanía y autosuficiencia y las ideas del autentico desarrollo, es sofisma y dilación de lo fundamental.
Sólo las regiones desarrolladas pueden alcanzar estadios de pleno empleo y ocupación y la nuestra será región desarrollada o no lo será.
8. Repensar y restaurar la cultura del desarrollo regional para abrir puertas a nuevos paradigmas, entre ellos la afirmación de que la educación, la ciencia, la investigación y las tecnologías aplicadas deben basarse esencialmente en un pleno reconocimiento de los contextos, los recursos y los anhelos de las gentes de la región. La perspicacia del desarrollo regional informada sólo desde el punto de vista o el interés extraño, además de descontextualizada, resulta intemporal, estéril, es un canto de sirena para distraer la voluntad.
9. Replantear los rancios paradigmas de la globalización a efectos de oxigenar un nuevo paradigma de la global y de lo nacional que nos inste a reconocer que solamente siendo equitativa y competitiva la sociedad tolimense podrá ser un referente digno y sugestivo o mostrar un contraste positivo frente a las miradas del mundo.
Ha de sobreentenderse que ese estadio de equilibrio social y competitividad en las ciencias, las artes y la economía solo comenzará a ser posible cuando exaltemos correctamente nuestras ventajas comparativas y asumamos el reto de ser auténticos, ser nosotros y no afanarnos para parecernos a otros.
10. Alcanzar un aceptable grado de cohesión social regional reconstruyendo desde la educación, la cultura, los medios y los liderazgos calificados, los saberes que subyacen, sin revelarse en plenitud, en los complejos y ricos matices de nuestra geografía y nuestro ecosistema, en nuestras prácticas productivas y relacionales, en nuestra cosmovisión y nuestros valores, en nuestros enfoques, acuerdos y acciones. “Conversar, convenir y confluir”, habrá de ser cualidad básica de la nueva alianza regional.
11. Restablecer, desde lo más profundos de los sentires e intereses específicos, el entramado de la sociedad civil para que esta se convierta en complejidad viva y actuante donde cada grupo social de interés especifico logra trazar las coordenadas de sus ideales y se preocupa por la organización y el buen desempeño de sus constituyentes y así caminar hacia objetivos comunes.
12. Revitalizar la democracia política regional prohijando nuevas dinámicas ideológico-programáticas que partan de propuestas, discusión y análisis de temas cardinales para el futuro que, de suyo, son temas de interés histórico.
Nuestras nociones de democracia deben basarse en las dialécticas abiertas sobre los asuntos capitales de la tolimensidad y desistir de considerar el episodio electoral como única connotación de su sentido profundo.
13. Reconocer y no soslayar más la aserción de que la región son personas, que en un espacio físico (el territorio), cohesionados por una identidad histórica y sabedoras de que poseen abundantes y privilegiados recursos naturales y ventajas comparativas, “conversan, convienen y confluyen” para edificar su proyecto común de prosperidad.
Ha de reconocerse de igual manera que la sociedad tolimense se expresa en la virtualidad, que en cualquier lugar del mundo donde resida un tolimense allí residen los sentimientos, los anhelos y las potencialidades de la región.
14. Alcanzar un alto nivel de simetría de la prosperidad y la equidad social en la región asegurado el pleno desarrollo de todos sus municipios a partir de un gran proyecto integral e integrado del desarrollo local, proceso en el que Ibagué ha de cumplir su papel de municipio capital de departamento y por ende, en asocio con la Gobernación, coadyuva a la concertación de planes estratégicos municipales y al “plan integrador”, planes concebidos desde la perspectiva sistémica de región y articulados por programas específicos en lo social, lo científico-educativo, lo económico y lo ambiental
15. Alcanzar en el contexto nacional y por efecto de calificadas singularidades de unidad, ideas, iniciativas y emprendimientos regionales, un significativo nivel de presencia e influencia o peso político específico. La región debe ser propositiva y proactiva y debe fundar su importancia en valores y atributos intrínsecos que otorgan carácter, solvencia y autoridad el dirigente regional en cualquier escenario nacional o internacional y, por ello mismo, debe renunciar al inicuo talante o estilo dirigencial contemporizador que solo depara intrascendencias y resultados marginales en todos los campos.
16. Inculcar en el imaginario regional ideas ambiciosas que califiquen y hagan factible el tránsito de la región hacia la modernidad y este enriquecimiento de perspectiva para superar el empobrecimiento paradigmático requiere de someter a la discusión pública, de manera amplia y continuada, esbozos prospectivos relevantes, informados y sustentados de grandes proyectos posibles; para citar algunos: estrategias de capitalización regional, planes sociales de inclusión y apropiación, redes viales, transporte multimodal, equipamiento verde, parques naturales y reservas de la biosfera, planes de aguas, energías renovables, recolección, reciclaje e incineración de basuras.