PERIÓDICO EL PÚBLICO
 LAS SORPRESAS DEL RUIZ
 Por: Javier Ramiro Devia Arias
Aún recuerdo esa mañana del año de 1986, cuando me correspondió tomar posesión como Juez Promiscuo Municipal de Herveo. Reinaba una ambiente de tensión en el Tolima como consecuencia de la  reciente erupción del Nevado del Ruiz y sus catastróficas consecuencias. La noche del 13 de noviembre 1985, provocó la mayor tragedia natural en toda la historia de Colombia: Armero desapareció y 23.000 de sus 25.000 habitantes murieron sepultados. Todo el país despertó con una nueva tragedia, cuando aún no se reponía  de la sangrienta toma del Palacio de Justicia, a  cargo de un comando del Movimiento  M-19.  Por lo menos un  año antes de la tragedia, (desde el 22 de diciembre de 1984) la cumbre del volcán había empezado a inquietar a los expertos, a las autoridades y a los habitantes de la zona de influencia. Después de varios meses de  señales, advertencias de científicos y organismos internacionales, aproximadamente 100 millones de metros cúbicos de lodo descendieron, de los cuales, 60 millones tardaron cerca de dos horas en llegar a Armero, Municipio ya identificado como expuesto en un mapa de amenazas volcánicas. El 24 de septiembre de ese mismo año, se había realizado un  debate en el Congreso de la República, en donde un inquieto congresista Tolimense advertía sobre el represamiento del rio lagunilla, cuya dimensión  era de tan solo 200.000 metros cúbicos aproximadamente, nada comparable con la dimensión real de lo que ocurrió posteriormente. Hoy revisando la historia ,encuentro una curiosa coincidencia:  el congresista tolimense que en esa época citó al debate  para advertir sobre el represamiento del rio lagunilla,  se desempeña ahora como secretario de salud de Bogotá, en el gobierno de quien en ese entonces integraba el movimiento que se tomó el palacio de Justicia. Su papel actual, ante una eventual tragedia para el Tolima, seria de una importancia inusitada, por la capacidad logística y de apoyo a su cargo. Sorpresas y coincidencias de la vida.
Lo anterior parecería solo el recuento de una triste historia, por cuanto todos pensamos que íbamos a aprender de tan terrible experiencia; sin embargo, en estos días nos enfrentamos a una dramática realidad, por  la declaratoria de alerta naranja como consecuencia de la reactivación del volcán-nevado, que se puede resumir en las declaraciones de Carlos Herrera, alcalde de Villahermosa, a  un medio de comunicación nacional ,cuando dijo: “no tenemos absolutamente nada” “no tenemos ni la capacitación para atender una problemática de estas”. Además de la advertencia de este buen alcalde, que muestra un interés real por la suerte de su Municipio, como lo hicieron en aquel entonces algunos alcaldes, todos conocemos el mal estado de las vías de penetración en el norte del Tolima, lo que haría imposible la   evacuación masiva de alguna población, que en el caso de Villahermosa resultaría verdaderamente dramática; imaginémonos el caos y la impotencia. Otros funcionarios, con algo de ingenuidad, que se acerca a la irresponsabilidad,  se atreven a  asegurar que ya se están tomando las medidas preventivas, sin reconocer la total precariedad de elementos y medios para atender una eventual tragedia.                           
Tomada de ELHERALDO.CO
En 1986 durante mi estadía en Herveo, conocí por primera vez, con algo de pánico, la expresión: Explosión Lateral Dirigida de Angulo Bajo (BLAST), que ahora traigo a referencia, por cuanto algunos piensan que lo ocurrido  por un deshielo y el posterior flujo de lodos que sepultó a  Armero  es, tal vez, la  mayor catástrofe posible derivada de una eventual erupción de este volcán-nevado.  Según los mapas de riesgo volcánico elaborados por los expertos, esta explosión lateral se define  como “ una forma especial de flujo piroclástico que implica la destrucción parcial del aparato volcánico debido a las altas presiones ejercidas por los gases de la cámara magmática. Por lo general las explosiones laterales están acompañadas por otros flujos piroclásticos y representan los efectos más devastadores de una erupción explosiva, pues pueden alcanzar velocidades hasta de 500 Km/h y temperaturas de 1000 grados C. Cuando ocurre una erupción de este tipo, la devastación es grande, ya que la onda de choque, los gases a altas temperaturas y los flujos piroclásticos asociados pueden arrasar grandes áreas. Las explosiones dirigidas más peligrosas son las laterales de ángulo bajo, pues no son controladas ni por la topografía, ni por las condiciones atmosféricas imperantes…….. “
Desafortunadamente, en  este tipo de erupción del Ruiz, sus efectos los recibiría el Departamento del Tolima, con énfasis en los Municipios de Murillo, Villahermosa y Herveo. Ante esta realidad me pregunto: estamos en capacidad  y quien tomaría la decisión política de realizar como medida preventiva, por ejemplo, una evacuación masiva de los habitantes de las zonas de posible afectación?  Así como en 1985 se tildaba de alarmistas a quienes tan solo intentaban advertir  los riesgos por la posibilidad de una avalancha  por el represamiento del rio lagunilla en la parte superior de Armero, y la realidad fue más dura de lo pronosticado, creo que es por lo menos elemental advertir que una erupción del volcán-nevado del Ruiz puede ser de un tipo, cuyos resultados generan una gran devastación y que dicho evento no se atiende con  planes desactualizados, ni con maquinitas de bomberos o la existencia de unos pequeños grupos de abnegados voluntarios de la defensa civil o la cruz roja en municipios con esta amenaza.
NEVADO DEL RUIZ 
desde Murillo Tolima en tiempo normal
De otra parte ,  en cuanto los posibles Flujos de Lava  o de Lodo , Por ejemplo, el  Sistema de Alarmas Tempranas (SAT) de baja y alta potencia que se encuentran ubicadas desde 1986, actualmente se operan manualmente, aunque tardíamente se ha anunciado una inversión para su modernización y repotenciación. Qué tristeza, tan solo 27 años después se piensa en ello y solo  frente a una reactivación del volcán, lo que demuestra la fragilidad actual. No quisiera referirme al actual gobernador del Tolima,  a no ser por la gravedad del asunto. A este funcionario no se le puede culpar por los hechos de la naturaleza ni por lo que no se ha hecho antes de su gobierno, pero si por la pobreza de sus iniciativas ante una amenaza  de  esta magnitud, quien  como gran propuesta solicita una sede alterna  para el Tolima del observatorio vulcanológico de Manizales, como si  lo importante fuera la ubicación administrativa de una dependencia y no la vigilancia y monitoreo de la actividad sísmica, así se haga  desde sitios remotos pero con precisión y oportunidad; No es la hora de absurdos regionalismos y propuestas cantinflescas. Es la hora de pensar realmente en soluciones prácticas y urgentes, acompañadas de una visión real de la problemática que permita una verdadera planeación, para que no nos vuelvan a sorprender  tan frágiles y desorientados. Hasta el momento no existe una técnica que permita predecir con exactitud la ocurrencia de una erupción volcánica. Sin embargo, una visión  correcta del estado para enfrentarlos, conlleva la inversión pública en vías de comunicación y  equipo, el monitoreo, tal y como se realiza en nuestro país, pero con modernización constante de esas  técnicas y de los planes de contingencia, la actualización del material educativo y la inevitable cooperación internacional.  No debemos olvidar que, aparte del Ruiz, tenemos la compañía del Machín, considerado, según lo escuché directamente de los expertos de ingeominas, como el volcán de mayor capacidad destructiva de Colombia, por lo cual debemos estar preparados permanentemente, para no reaccionar por solo instinto ante la inminencia de una catástrofe.
En 1985, a pesar de existir un mapa de riesgo y un incipiente monitoreo, los avisos al público no fueron  oportunos ni decisivos. Lo peor, fueron contradictorios, y por lo menos debemos evitar que esos errores vuelvan a ocurrir. Faltó conocimiento, decisión y carácter; esto solo se logra con liderazgo, totalmente ausente en quienes en ese entonces debieron de haber tomado decisiones de estado y en la Gobernación actual de nuestro Departamento, por lo que debe ser  el Presidente de la Republica quien intervenga directamente para evitar en el presente lo que en 1985 nos causo tanto daño. Es posible que no ocurra nada y la actividad volcánica registrada retorne a niveles de normalidad. Ojala el Ruiz no nos sorprenda y nos dé tiempo de corregir el rumbo. De no ser así y  de presentarse una verdadera emergencia, en manos de  este gobernador, solo queda pedir que Dios nos coja confesados.