El realismo mágico es la marca más
característica de nuestras letras. Se refiere a que vivimos en un continente
donde la realidad humilla a la imaginación. Donde la realidad, en ocasiones, es
tan difícil de creer que parece pincelada por la magia. Es que en este país
pasan cosas que parecen extraídas de la ficción.
Los primeros días de este nuevo año
se vieron convulsionados por la noticia del rapto de una niña de escasas dos
semanas de nacida. Se la arrebataron a su madre, otra niña en camino a cumplir
quince años. La raptora, otra joven de 23 años, quien había quedado embarazada
y, al parecer perdido su gestación. El rapto era para que amigos y familiares
no sospecharan de su pérdida y creyeran un parto reciente.
Las Policía y la ciudadanía ayudaron
a encontrar la niña y a su captora. A partir de allí la realidad se tiñó de
magia. Como se realizó un gran despliegue mediático, cayeron en cuenta que la
madre debió tener relaciones sexuales antes de cumplir 14 años. Y apareció ICBF
acusando al padre de acceso carnal abusivo en menor de 14 años. Además, según
la ley de infancia y adolescencia, los padres de la menor, por consentir
relaciones sexuales de una menor con un adulto, pueden ser castigados y la niña
recién rescatada debería quedar bajo la protección del Bienestar Familiar en un
hogar sustituto. ¡Qué maravilla!
Una niña menor de un mes de nacida
ya fue secuestrada, su padre y abuelos van a ser enviados a la cárcel, como su
mamá es adolescente desempleada y no tiene recursos para cuidarla, entonces
pasará al cuidado de otra familia…
Según el DANE durante el 2011 se
reportaron 6.156 casos de bebes de madres menores de catorce años y en los
primeros nueve meses del 2012 fueron certificados 2.508 casos. Parece que
ningún padre de estos bebes esté preso ni condenado.
Llaman la atención varias cosas.
¿Qué pasa por la cabeza de una joven que luego de perder un hijo está dispuesta
a secuestrar un bebe para aparentar ser madre? Es cierto que el padre de este
caso cometió un delito. Pero él responde por su esposa e hija, ha formado un
núcleo familiar y ahora para mayor bienestar familiar, el estado lo descompone.
¿Y donde ha estado su eficiencia para buscar a los casi ocho mil padres de
hijos de madres adolescentes menores de 14 años que el Estado, a través del
DANE, simplemente se limitó a registrar?
¿Donde están las acuciosas veedurías
y organismos de control que no vigilan cómo se invierten los dineros del estado
destinados a infancia y adolescencia, a prevención del embarazo juvenil, a
educación sexual y reproductiva, a promoción de ética y valores? ¿Será que
repartiendo folleticos o cartillas con recomendaciones y prohibiciones, se
mejorará esta dolorosa situación? O como dicen los publicistas que una imagen
vale más que mil palabras, ¿será con videos con consejos de especialistas que
buscamos salidas a este problema?
La responsabilidad es de la sociedad
en su conjunto. Se necesita el saber de las universidades, el apoyo del sector
privado, de las iglesias y fundaciones, el esfuerzo de la ciudadanía y la guía
vigilante y concienzuda del estado para construir salidas serias, concretas y
de largo aliento.