PERIÓDICO EL PÚBLICO
EL ESPÍRITU FUNDACIONAL DE LOS GREMIOS, ¿PIEZAS DE MUSEO?
Por: Alberto Bejarano Ávila

Alentado por aquel axioma citado en anterior escrito (“Dile a un sabio que se equivoca y te lo agradecerá toda la vida, díselo a un necio y te odiará toda la vida”) decidí ganar también larga gratitud del Director de FENALCO Tolima, amigo a quien hoy digo que la idea de fundar un museo minero, además de equivocada, tácitamente apadrina los daños inexcusables e irreparables que la megaminería causará a nuestro hábitat. Al amigo le aconsejo que mejor contribuya a un renacer del espíritu de los fundadores de ese querido gremio tolimense, humanistas que anteponían al ser humano sobre las cosas y, por tal virtud hoy casi que perdida, antes que en la actividad misma, sus desvelos se centraban en quienes ejercían la actividad, los comerciantes tolimenses que debían ser apoyados, defendidos y representados para que pudieran realizar su vocación empresarial y así ayudar a la construcción de un futuro próspero para todos nuestros paisanos.

Hoy, con más veras, cuando la vorágine del neoliberalismo transnacional amenaza arrasar lo edificado por nuestro empresariado, los gremios tolimenses deberían reflexionar sobre cuál es su objetivo misional, si el negocio por el negocio, si el poder económico foráneo o si el esforzado empresario regional. Una cosa es que al Tolima arriben grandes grupos económicos, no podemos evitarlo, pero cosa diferente es renunciar a nuestra identidad, a nuestros valores solidarios y a los intereses legítimos de los nuestros, para ponernos al servicio de quienes sólo ven al Tolima como una región colmada de riquezas y oportunidades para explotar. Aceptando el referente universal pero sin alucinar con modelos que hasta hoy sólo exhiben balances de pobreza y exclusión, a los tolimenses nos urge definir cuál es el modelo de desarrollo que la región necesita para alcanzar la prosperidad empresarial y un buen vivir para éstas y las próximas generaciones.


Al amigo Director de FENALCO Tolima, a quien se reconoce gran capacidad de trabajo, con respeto le sugiero, entre otros, estos quehaceres: Organizar, educar y orientar al consumidor tolimense para que adquiera consciencia de que su decisión de compra contribuye a la formación de capital endógeno para apalancar el desarrollo o a remesar nuestro ahorro a tierras lejanas. Acompañar a los diversos subsectores del comercio para trazar rutas de futuro. Proponer tecnologías para hacer eficaz el comercio minorista. Organizar ferias especializadas con énfasis en productos tolimenses. Promover la oferta y compra por internet. Instituir subastas y mercados municipales. Crear centros de compras para minoristas. Idear planes estratégicos para vincular al productor agrario con el consumo interno y externo. Llevar ciencia y tecnología al sector rural. Fomentar la agroindustria. Realizar cada año el Congreso de Comerciantes y Consumidores Tolimenses. Inducir paradigmas de modernidad en el comercio regional. Promover una cultura económica regional como vía para calificar y legitimar la democracia política. Editar una revista especializada para consumidores. Hacer de FENALCO inagotable fuente de iniciativas regionalistas.


¿Y del museo qué? Claro que sí, FENALCO Tolima puede contribuir al rescate y conservación de la memoria histórica del Tolima fundando el MUSEO DEL COMERCIO TOLIMENSE. Allí las nuevas generaciones conocerían cómo era el comercio de antaño, las actividades que desaparecieron, las viejas profesiones, las máquinas y herramientas que se usaron, los productos y empaques, la organización gremial, los sitios de comercio, los sistemas de pago, la publicidad y propaganda, los mercados de pueblo, los sistemas de comercialización, etc. Algunas regiones tienen su museo del comercio y allí los fenalquistas podrían madurar esta iniciativa de genuino valor histórico.