Por: Santiago José Castro Agudelo
Finalmente hice lo que no quería hacer.
Esperé cerca de 20 minutos para poder ingresar al parqueadero de esa gran mole
que llaman “La estación”, el nuevo centro comercial que es “sensación” en
Ibagué. Nuevos almacenes, marcas nuevas para el Tolima, un SAO, la espectacular “Paletería” que hace que la espera para poder
ingresar valga la pena y una amplia plazoleta de comidas, de esas que acaba con
lo humano que era el almuerzo o ir a cenar y lo reemplaza por la uniformidad y
el irrespeto al tiempo y al espacio.
Impresionante ver a los compradores
compulsivos que querían llevarse todo en Pepe Ganga o en Tecnópolis a “24
cuotas señorita”, “si no pasa esta tarjeta le pago en efectivo”, etc. Mi hijo
me dijo “pa me siento como en Bogotá”. En ese momento sentí un golpe tremendo y
me puse a pensar en tantas cosas que hacen del Tolima ser lo que es y a la
ciudad musical un escape de ese monstruo que enajena y al que tantos quieren
llegar, Bogotá. Recorrí toda esa mole donde ya nadie se conoce con nadie en
busca de lo más importante para cualquier ser humano, la lectura. No había
nada, ni una sola librería o una tienda al menos de “entretenimiento” en serio,
no esas plagas que agrupan cajas de Xbox como si fuera pollo en promoción, para
lograr controlar a los hijos sin tener que desgastarse en educarlos y formarlos.
Y es que Ibagué crece y crece. Ahora hay
trancones interminables, huecos como en la capital, carros último modelo y
motos por todas partes. Apartamentos de todos los estratos y casas inmensas que
en Bogotá ya son solo un recuerdo. Llegan todos los artistas y las fiestas
incluyen los tragos de las más reconocidas marcas, mientras nuestra Fábrica de
Licores sigue emborrachando las fiestas que los políticos disfrutan pero no
quieren pagar.
Comentando al respecto con algunos amigos,
celebraban el “progreso”, el “crecimiento” y el “desarrollo” que se empezaba a
ver. Como ya es costumbre me atreví a hacer una pregunta y un comentario: ¿De
qué progreso, desarrollo y crecimiento estamos hablando? “Porque si asumimos el
desarrollo como la valoración de lo propio y el aumento efectivo de la libertad,
tal como lo ha sugerido Amartya Sen, tendría que decir que en Ibagué hay una
gran burbuja de ilusión y un espejismo de progreso, que se nos puede estallar
en la cara cuando menos lo esperemos”, comenté.
El problema más grave está en aquél
comentario que hiciera el famoso hombre de la calle y que algunos después
imprimieron en botones y afiches: “Aquí nadien lee”. Sabia anotación. No hay
una sola librería que merezca llamarse tal, a los cines llegan las pésimas
producciones de Hollywood con las cada vez más deplorables traducciones, pues
para muchos es hasta “jarto” leer subtítulos y mucho más aprender inglés. El
conservatorio es más una especie de museo al que ya pocos quieren ir y la
Biblioteca Darío Echandía recibe a los siempre inquietos estudiantes de la
Universidad del Tolima y a quienes no quieren o no tienen para gastarse en
comprar el periódico del día.
Martha Nusbaum, profesora de la Universidad
de Harvard, insiste en que las humanidades son un pilar esencial en la
consolidación y el mantenimiento de la democracia, único cimiento para vivir
libres y ejercer la autonomía. Aquí, sin embargo, muchos han caído en el
desprecio por la lectura y la valoración desmedida de aquello que nos evita
tener que pensar. Ya lo anunciaba Heidegger cuando afirmaba que el gran
problema es que no pensamos, que confundimos pensar con repetir.
Ojalá todo este auge que a tantos emociona en
Ibagué, pronto esté acompañado de amplios escenarios culturales, inversiones
importantes en espacios para la lectura y el diálogo, en la promoción de nuevos
y mejores grupos de teatro, de poesía, arte e historia, esta última que ha
quedado a la sombra en un departamento que tanto le aportó a Colombia,
empezando por ser puerto de intercambio entre civilizaciones, ese que tras un
invierno perdió buena parte de sus archivos al río que amamos desde que
nacemos, y que nos hizo un llamado a cuidarlo, llamado que no hemos querido
escuchar.
santiagojosecastro@gmail.com