Por:AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Por la formación católica que
recibí en casa, aprendí un postulado que se volvió por años guía de mi vida: el
amor es dar. Por eso, como expresión de sentimiento buscaba a toda costa poder
darle a los seres cercanos y queridos. Pero la vida se reserva espacios para
hacernos reflexionar sobre las cosas que se ha creído que son así y para siempre.
Caminando por alguna ciudad
extranjera me abordó una gitana. Era una mujer entrada en años, abundantes arrugas,
manos seguras y mirada avasalladora. Se vive prevenido con los gitanos por la fama
de embaucadores, timadores y mentirosos. Ella, con un ramito de mirto entre sus
dedos, ofreció leerme la mano y adivinarme la suerte. Al negarme rotundamente,
me increpó que no era una ladrona ni una buscona. Que a su edad solo quería
conversar con la gente. Que la invitara a una copa de vino.
Mi voluntad cedió y resulté en un
bar tomando con ella una botella de Rioja. Hablamos de muchos temas, de la
vida, de la muerte, de la dicha, la fortuna y la pobreza. Después de un rato
terminamos en el postulado que sobre el amor yo tenía. La gitana escuchándome
con detalle, me dijo: está equivocado. Eso es lo que piensan las personas que
creen que el afecto se compra o se obtiene a través de regalos y cosas por el
estilo. Es una mirada mezquina al afecto, me expresó. La sociedad capitalista,
experta en acumular cosas, nos ha hecho pensar que el amor se manifiesta en los
objetos que se obsequian, y que entre más costosos, mejor. Me repitió enfática:
todo eso es falso.
Su voz denotaba seguridad. El
amor es darse, entregarse, es ofrecerse uno mismo como tributo, como expresión
suprema del afecto por la otra persona. ¿De qué sirven regalos, si usted no
está de cuerpo y alma en la relación? Es más importante ser omnipresente que
dar cosas materiales, que si bien son apreciadas, no llenan el alma ni el
corazón. En el amor, debe usted estar pendiente, en todos los aspectos, de su
pareja. Si vive dedicado a ella, le aseguro que lo notará y lo apreciará. Así
que tome la iniciativa, entréguese, dese a sí mismo en el amor, en la vida y en
todas sus cosas. Atrévase. Si usted espera que le den para dar, y su pareja
hace lo mismo, resultan dos esperando eternamente. Si en todas las cosas que
usted emprende en la vida, se entrega con devoción y pasión, es autocrítico,
propositivo e inteligente, serán muchas las satisfacciones que va a cosechar.
¿Y si no dan, que hace uno? Pregunté. Olvidarla, porque no merece.
Se paró y me clavó sus ojos
negros mientras escanciaba en su copa los últimos rastros de la segunda
botella. La apuró de un golpe, me pidió unos billetes y se marchó caminando
segura y sin mirar atrás. Mi corazón la acompañó hasta que a lo lejos no fue
sino una sombra que se perdió entre el gentío de la calle en verano. Luego
pensé en la sabiduría popular y en lo muy poco que la apreciamos…