AGUSTIN
ANGARITA LEZAMA
La
crisis de la salud ha sido analizada desde muchas aristas. Sin embargo hay un
enfoque que me parece importante debatir. Son las quejas contra los jóvenes estudiantes
de ciencias de la salud. Es verdad que muchas son infundadas. Pero hay otras
para reflexionar, especialmente desde la academia, que es la encargada de
formar los nuevos profesionales.
No
tiene sentido que algunos estudiantes en entrenamiento que hacen su tiempo de
internado en el hospital, se destaquen por revisión incompleta y a la carrera
de pacientes, trato desobligante e inhumano con los enfermos y familiares,
llegadas tarde a cumplir sus labores, recurrir de manera sistemática a
mecanismos legales para evadir sus obligaciones, laxitud académica frente a sus
responsabilidades médicas, etc.
Se
conocen casos de estudiantes de último año de medicina que han sido
descubiertos haciendo fraude en sus evaluaciones, utilizando sus teléfonos
celulares para usar el internet. Otros que falsifican las evaluaciones y
calificaciones de sus docentes. Más allá de la pérdida de las evaluaciones y
asignaturas por tramposos, lo que está en entredicho es la formación ética del
futuro médico. ¿Son dignos para confiarles la vida de los ciudadanos? ¿Si sus
conocimientos son precarios y mediocres, con qué cara le van a salir a sus
pacientes? ¿Será que argumentarán que el día que enseñaron el tema por el que
consulta el enfermo, ellos se inventaron una excusa para cubrir su
inasistencia? ¿Si mientras están en entrenamiento que tienen algún tipo de
supervisión, son tan negligentes, cómo serán después?
Es
verdad que hay estudiantes de medicina interesados, juiciosos, responsables y
capaces. Pero no son la mayoría. Es cierto que la salud se transformó en un
negocio. También lo es, que los negociantes no desean tener consideraciones más
allá de mejorar sus ganancias e ingresos personales. Pero los estudiantes de
medicina no pueden formarse como si fueran negociantes o como si se prepararan
para ejercer el negocio de la salud. Un enfermo es un ser humano que sufre y
que demanda ayuda no una oportunidad de negocios.
Las
autoridades universitarias han entendido la importancia de los derechos de los
estudiantes, incluyendo los de ciencias de la salud. Eso es muy bueno. Pero no
pueden, de ninguna manera, migrar hacia normatividades de todo derecho ninguna
obligación o cero deberes. Que la democracia permita a los estudiantes elegir a
sus directivas no es patente de corso para que se vuelvan débiles ante
violaciones de la ética profesional y de la dignidad humana.
Necesitamos
más y mejores médicos. Bien remunerados y respetados. Bien preparados y
formados. Médicos solidarios y con un gran compromiso humanitario. En manos de
los médicos se les entrega el bien más preciado que tiene un ser humano: su
vida. Un ciudadano espera que quien se encarga de su vida y su salud sea un ser
probo, responsable, idóneo, cálido y cargado de humanismo, no alguien que solo
le interese el dinero, la buena vida y los boatos que puede llegar a dar esta
hermosa profesión.
Los
tribunales de ética médica conocen a la perfección este tipo de quejas. Las
autoridades universitarias deben apersonarse de manera seria sobre este asunto.
Médico
cirujano U. del Cauca.