PERIÓDICO EL PÚBLICO


Por: AGUSTIN RICARDO ANGARITA LEZAMA
Uno de los temas más sonados, invocados y poco entendidos es el de la cultura ciudadana. Acotemos que toda cultura es aprendida. Un individuo no nace ciudadano, se convierte en ciudadano cuando interioriza que para vivir en una ciudad en comunidad, para gozar unos derechos debe cumplir unos deberes. Un comportamiento así debe aprenderse en todos los espacios vitales: en el hogar, en la calle, en la escuela, en el trabajo, etc. Un individuo en su accionar se hace ciudadano y de esa forma obtiene el reconocimiento como tal y es tratado como ciudadano.
La cultura ciudadana es un asunto esencialmente pedagógico, un tema de pedagogía social y convivencia. Mediante la cultura ciudadana se pretende mejorar tanto la gestión pública como privada, así mismo mejorar la participación ciudadana y la cultura democrática, a la vez de comprender la importancia de la responsabilidad compartida y la movilización social por el bien común.

Bogotá ha sido modelo de cultura ciudadana no sólo para Colombia sino para el mundo. Pero no por la ciudad en si misma sino por su creador: el pedagogo Antanas Mockus. Para él los cambios en los comportamientos de los ciudadanos ni se dan de la noche a la mañana ni espontáneamente. Requieren una propuesta pedagógica que entrelace de manera muy fuerte la ley, la moral y la cultura. Lo clave es entender que los cambios culturales necesitan que los valores morales de los ciudadanos vayan por el mismo camino de la ley y que estos valores se compartan en la vida cotidiana por la ciudadanía en general.  Por lo tanto, el asunto no es de meras campañas publicitarias o mimos en las calles.
El concepto de ciudadanía debe trabajarse desde las instituciones educativas pero no con una simple cátedra. Debe ser un asunto transversal a todo el quehacer escolar. También debe trabajarse en los espacios laborales privados y públicos para mejorar la relación de los ciudadanos con la ley y las normas sociales, buscando generar espacios para la autorregulación. Es piedra angular de este esfuerzo que las personas sientan que la justicia funciona. Que se castiga a los infractores y que no paga la ilegalidad. La justicia siempre refuerza el sentimiento de pertenencia.
Cuando lo anterior se da, mejora la capacidad ciudadana de cooperar, de ser solidarios y de buscar  acuerdos por el bien común. De esa forma los ciudadanos aprenden a ser capaces de llamar amablemente la atención a otros que realizan comportamientos inadecuados. Es la regulación mutua.
Construir ciudadanía es aprender a apropiarse de la ciudad, a usarla valorando y respetando su ordenamiento y entenderla como patrimonio común. Es respetar los derechos humanos. Es respetar y hacer respetar las normas de convivencia. Es comprender que si bien la costumbre puede hacer ley, existen costumbres y tradiciones en la sociedad que van contra la ley. Es temer más a la sanción moral y social que al castigo o la multa. Es fortalecer la cultura de la solidaridad colectiva como motor para la acción. Es exigirle a las instituciones cumplimiento, responsabilidad,  probidad, y además, respetarlas. Esto es cultura ciudadana.