Por: Alberto Bejarano Ávila
“Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Lo dicho
por Einstein debería ser frase de cabecera del político (“gestor de cambio”,
según él) para no ejercer más de dinosaurio de la historia y actuar como
impulsor de modernidad y progreso. Lo digo porque en la región están ocurriendo
y ocurrirán hechos tozudos que, así parezcan normales, frenan el cambio.
Ejemplos:
Ocurre ahora: Al Tolima está
llegando la más variopinta gama de barones electorales del DC y llegan, como Virrey
a su colonia, a “poner orden al barullo”. Ellos bien saben que sin solvencia
ideológica, proyectos políticos propios y serios y lideratos sólidos, las
“fuerzas políticas regionales” son caóticas, amorfas y torpes para reflexionar,
dialogar, acordar y darse reglas democráticas.
En metáfora pecuaria digo que, aunque posee excesivo terneraje ávido de
lactar, mi región parece un ancho y rico potrero sin linderos ni cercas,
invadido por vacas sagradas, golosas, gordas y flacas, venidas de potreros
vecinos. Esa es y será la constante de nuestra realidad económico- política y
revertir tan inicua situación (hacer el cambio) no se hace reeditando vicios
sino ganando descentralización y autonomía regional, pero, acéptese, este
objetivo sólo se consigue con niveles positivos de autoridad ideológica, peso
político específico y poder de decisión electoral.
Ocurrirá: Depurada
la legión de candidatos y sabido quienes aspiraran a ser Gobernador o alcaldes vendrá
un alud de foros. Cada ente gremial, educativo y social organizará el
infaltable foro para plantear a los candidatos temas funcionales y obvios y lograr
respuestas predecibles y ligeras. Digo, en “metáfora culinaria”, que el libreto
convencional de un foro asemeja a cuando uno llega a un asador esquinero y ambulante
y pregunta a la parrillera: Doña, ¿están buenas las arepas?
En foro preelectoral el candidato debe parecerse a Petete y
su libro gordo, pues, sabiendo que él (generalizo) poco sabe, se le exige que
todo lo sepa. Del presidente, en teoría, esperamos virtudes de estadista,
virtudes que igual esperamos del gobernador y alcalde y, por ello, el quid del
tema no es comprobar si el candidato forista es apto para desempeñar funciones
de secretario de despacho, tesorero o tapa huecos, lo vital es saber con certeza
si el departamento o municipio “le cabe en su cabeza”, cuál es su visión de
futuro y visión estratégica de largo plazo, cuál su carácter, cuales sus
valores éticos, cuál su razonable acervo intelectual, cuál su capacidad de
convocatoria, cómo escogerá funcionarios idóneos y cómo aplicará principios de
participación e inclusión.
Permítanme invitar al promotor de foro preelectoral a
examinar talento y rectitud del elegible usando esta atinada sentencia: “no hay
respuesta mala, sino pregunta mal formulada”. Se Eligen gobernantes para
confiarles las riendas del futuro, no para agradar a virreyes y caudillos y por
ello fastidia que el centralismo decida hasta el actuar político regional y que
nosotros veamos tal desafuero como normal, pues ello, sumado a la poca
exigencia de valores, visión e idoneidad del candidato promedio, causan
disparates, ineptitud, corrupción y fragmentación social.
En política, economía, gremios, planeación, educación o
cultura, todo centralismo o línea de conducta que “sólo venga de arriba”, ofenden
la inteligencia regional, anulan el peso político y auxilian la evasión de
responsabilidad en la construcción de nuestro propio destino. El Tolima será
invisible, olvidado, saqueado, asolado ambientalmente y vejado por poderes
ajenos, hasta cuando decida su orientación territorial, social y económica e
instituya su propia democracia. Ser nosotros mismos es la lucha que todos
debemos librar desde la esquina política de cada quien.