En 1777, un 9 de
enero, el mariquiteño Francisco Antonio Moreno y Escandón fundó la Biblioteca
Nacional de Colombia. Para entonces su ciudad natal pertenecía al Nuevo Reino
de Granada en plena colonia española y todos los historiadores referencian cómo
se trató de una figura descollante en el siglo XVIII. Sin duda este visionario
encarnó a un adelantado de su tiempo, mucho más cuando las políticas medievales
y oscurantistas cruzaban por estas tierras dominadas por los ibéricos. Al
ubicarse intelectualmente por encima del promedio, no resultaba difícil que
brillara en los más altos cargos de la patria de entonces. Quien fuera
Procurador General y alcalde ordinario de Santa Fe, hoy Bogotá, estuvo
desempeñándose como abogado de la Real Audiencia, asesor jurídico y Regente de
estudios en san Bartolomé, exponiendo valerosas críticas en un memorial sobre
la educación que ofrecían los religiosos y ante todo propugnando por una
universidad pública manejada con criterio secular. En 1771, propuso utilizar
los bienes de los jesuitas para dotar la universidad y dotarla de una
biblioteca pública, hoy Biblioteca Nacional de Colombia, primera de América y
que integró con 3.000 volúmenes aquel 9 de enero de 1777, en el local que
había servido de seminario.
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