¿DONDE ESTÁ EL BIEN COMÚN?
Por:
AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
El
sueño de una sociedad democrática involucra la participación de la ciudadanía
en múltiples escenarios de la vida social así como el compromiso moral de
promover el bien común por encima de cualquier derecho individual a acumular
privilegios y poder. Pero es un sueño.
La
realidad es diferente. Lo que encontramos a diario son funcionarios que piensan
que el bien común es beneficiar a su jefe y a su grupito político. Para ellos el
cargo que ocupan se lo deben al político que lo recomendó y es a él al que le tienen que trabajar. Si
beneficiando al jefe y su grupo la comunidad algo recibe, que bueno, pero el
bien común es lo menos importante. Claro que para el discurso siempre se
invoca.
Existen
algunos presidentes de juntas de acción comunal, de acueductos comunitarios, de
juntas de padres de familia o de comunas para quienes el bien común está
representado en contratos para ellos (no importa que lo prohíba la ley) o para
sus hijos, esposas o amigos. Igual ocurre con muchos contratistas. Lo
interesante es que el contrato sea jugoso, que lo paguen pronto y que la
interventoría no vea, no oiga ni entienda, después no importa si la obra queda
mal hecha.
La
gente se pregunta, si el ingeniero hablaba tanto del bien común, ¿por qué sus
viviendas son realizadas con materiales de mala calidad, con especificaciones
técnicas mentirosas, a sabiendas que eso perjudicará a la gente pobre que las
habitará? ¿Por qué las instituciones educativas quedan con terminados tan de
mala calidad, si deben ser hechas para el bien común? ¿Por qué el empleado
público, al que le pagan con los impuestos que les cobran a todos los
ciudadanos, trata tan mal y con tanta displicencia a esos ciudadanos que son
los que aportan para sus pagos mensuales? Existen empleados que se sienten
dueños de sus cargos y se resisten a aceptar traslados que no los desmejoran,
pero que si les permiten aprender nuevas dinámicas y conocer otras experiencias
y dar lo mejor de ellos para los usuarios de sus servicios. ¿Por qué se niegan
a cambiar?
Es
triste encontrarse con funcionarios sin iniciativa, resignados a esperar que
pase el tiempo para pensionarse, haciendo lo menos posible y esforzándose muy
poco. ¿Será que piensan que con esa actitud contribuyen al bien común? Mientras peor funcione el estado, que es la
máxima expresión de lo público, la convivencia se afecta, la confianza
desaparece y la sensación de angustia y temor crece. De la mano de esta
inseguridad avanza la indiferencia, la apatía y la sensación de abandono. El
estado es el generador de orden. Si el estado no funciona se le abren las
puertas a la violencia y al desorden social. El orden se expresa en normas,
conductas, decretos y leyes. Si las leyes y normas no se cumplen, crece la
corrupción y el delito…
Se
sabe que el delito es una consecuencia de un desorden social. El que ataca el
delito sin atender la problemática social que lo produjo, se la pasará toda la
vida persiguiendo delincuentes, sin resultados serios a largo plazo. Los
problemas sociales necesitan un compromiso ético, de cada persona, de cada
funcionario, de todos en general, por el beneficio colectivo, de lo contrario,
todo empeorará…