PERIÓDICO EL PÚBLICO
VERÓNICA RESUCITADA”:
UNA NOVELA MAYOR.

De FERNANDO SOTO APARICIO

Carlos Orlando Pardo, ha dedicado una muy buena parte de su vida a trabajar en y por la literatura colombiana. No solo como editor, sino como escritor. Es decir, dejando su testimonio a través de sus libros, y ayudando a que otros lo dejan a través de los suyos.

Su producción literaria es amplia y variada, y su persistencia en el oficio de las letras es un ejemplo para quienes están esperando  que la bandera se nos caiga de las manos, para recogerla y seguir haciendo el camino, no solo detrás de nuestros pasos sino inventándose los propios.


RESPETAREMOS LOS RESULTADOS DE LA CONSULTA PARA DECIDIR SOBRE EL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA, DICE EL GOBERNADOR DELGADO
Por: Luis Eduardo Chamorro Rodríguez
Hay  temas relacionados con la educación que crean tensión entre los administradores del sistema escolar en el Tolima. La disminución paulatina de la matrícula es uno de ellos. Entre el año 2011 que acaba de pasar y el 30 de junio del año 2012 en curso, el Ministerio de Educación Nacional reporta 31 mil 950 estudiantes menos en las aulas de las instituciones educativas oficiales de los 46 municipios no certificados, a pesar de la vigencia de la gratuidad educativa en toda la educación básica y media. Es un dato que hará disminuir las transferencias nacionales para educación, en el próximo año.
Las transferencias de la nación para el gasto educativo en el año 2011 llegaron a la cifra de $321mil 113 millones de pesos cifra que pasó a ser de 292 mil 940 millones de pesos  hasta la fecha, en el año 2012. Son 28 mil 173 millones de pesos menos, como consecuencia de la disminución de 20 mil 209 estudiantes entre el año 2010 y el 2011. ¿Qué pasará con estas transferencias en el año próximo?

Dos mundos  opuestos
Por: HUGO SANCHEZ NEIRA
En Oslo se encontraron dos mundos separados por el tiempo, el uno el de un  país con su democracia no “perfecta” marchando con libertad hacia una equidad social, mientras el otro como un dinosaurio emerge con su pensamiento clásico y obsoleto, el señor Márquez enmarcando  su “fanatismo intelectual”, pues  no ha querido entender que el marxismo es una filosofía,  no la verdad revelada y, a colocarla en la práctica ha sido un completo fracaso en todo el sentido de la palabra, además escogió el escenario menos receptivo  y propicio a esto  ya que muchos países europeos sufrieron durante décadas el yugo y lo  absurdo del marxismo soviético y. todavía viven millones de europeos, quienes sufrieron la persecución, el destierro y los gulags  y deben estar plasmados que en pleno siglo XXI les recuerde su infortunio liberado al caer el “muro de Berlín”  y, lo quiera repetir este episodio un grupo, con ideas del pasado tan amargas para ellos y sus familias, usando la “presión política”, no con la razón sino con armas de destrucción, desde las “minas quiebra pata” hasta armas sofisticadas conseguidas con el secuestro y con las drogas contra la población que dicen defender; los campesinos.
INVITACIÓN AL LANZAMIENTO x FESTIVAL DE LOS OCOBOS y COLECCIÒN PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO


Protagonistas del Tolima Siglo XXI (2)
Por: Carlos Orlando Pardo
Afirmamos que el Tolima carece de protagonistas en el Siglo XXI desde el campo de la política, sin que brillen, como sucedió en otras épocas luminosas y dábamos las excepciones. Algunos podrían aducir que me olvido de figuras nacionales que tienen una vigencia actual. Sin embargo, insisto, en mi anterior columna me refería a los políticos. ¿Quién desconocería la importancia alcanzada por nuestro Fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre? ¿Acaso el Procurador electoral no ha sido punto de mira en las elecciones del país? ¿Ariel Armel con su programa televisivo sobre los consumidores desde su Confederación Nacional no es una figura? Esos son otros campos. Podría dirigirme a las actrices Natalí y Cristina Umaña, a Norma Nivia o a los cantautores Santiago Cruz y Olga Walkiria. Podríamos pensar en la vigencia que conserva en el cine, el teatro y la televisión Jorge Alí Triana, en el prestigio de Álvaro Mutis o William Ospina, en la figuración de Germán Santamaría o Jorge Eliécer Pardo, en la reputación periodística de Silverio Gómez, en la creciente consolidación de un empresario como Miguel Merino.  Son pero no eran de la cosecha política. Y ya que mencionamos escritores, quien ha logrado brillar internacionalmente y dentro del país con sus méritos examinados en el campo del ensayo, el periodismo, la poesía y la novela, es por supuesto William Ospina. Constituye la cabeza de lanza de los escritores tolimenses que salvo Eduardo Santa, de la generación de García Márquez, Benhur y Héctor Sánchez, Jorge Eliécer Pardo y Germán Santamaría, todos por encima de los sesenta años, son los únicos que cuentan con un real reconocimiento, sin que este sea del país nacional sino del país cultural en estos últimos casos. Los demás nombres y obras que no son pocas y que un día brillaron, ingresan a marcha forzada hacia el territorio de la indiferencia y el olvido, salvo que se trate de los balances e inventarios que alrededor de la presencia de los tolimenses se realice. Quedan ahí vigentes en el país, poetas como Juan Lozano y Lozano, Germán Pardo García y Arturo Camacho Ramírez. ¿Qué pasa con la nueva gente?  ¿dónde están los valores menores de cincuenta años? El listado resulta extenso como bien lo registran algunos de mis libros de investigación y cuentan con una nombradía menor en los círculos académicos y hasta en los suplementos culturales de provincia, en la contabilidad de premios nacionales de poesía, excepcionalmente de narrativa y los libros antológicos de universidades o grupos culturales independientes.  Sin embargo no se avizora en ellos la gran figura sino conforman un equipo de tercera y cuarto orden en forma lamentable. Cuánto quisiéramos que las nuevas generaciones fueran mejores a la nuestra, pero son más grandes los deseos que la realidad y aumentan los llamados escritores, poetas y novelistas, autores de ensayos, por ejemplo, pero en general son libros de menor cuantía. ¿Dónde están las traducciones a otros idiomas como sucedió con nosotros cuando aún éramos jóvenes? ¿Dónde su inclusión en antologías representativas del país? ¿Dónde su mención destacada o simplemente su mención en los estudios sobre literatura colombiana? ¿En qué lugar su aparición en los grandes medios? ¿Qué editoriales grandes los han publicado? Frente a la ciencia el caso es similar. Exceptuando a Manuel Elkim Patarroyo, Felipe Coiffman y Elkim Lucena,  no surge en los nuevos, salvo Sócrates Herrera, ninguno que se destaque plenamente. Si bien es cierto se trata de un campo donde no es la edad sino el tiempo el que arroja resultados, nuestra búsqueda nos deja un vacío desconsolador. Qué no decir del deporte.  Las sillas siguen vacías. No nos importa tanto que haya notables sino por lo menos gente feliz, pero no puede existir en una sociedad cuyos niveles ya no tanto de pobreza sino de miseria son los que se destacan. Inclusive los niveles de desempleo son alarmantes y la crisis de la educación y la salud tocan la puerta de sus hogares en medio de la discriminación y la tristeza. La inseguridad pasea sus dientes por todas partes así alguien diga que en Ibagué y el Tolima se siente uno en el paraíso porque todos andan pelados. La esperanza no se pierde sin embargo porque merecemos una segunda oportunidad sobre la tierra.

¿DONDE ESTÁ EL BIEN COMÚN?
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
El sueño de una sociedad democrática involucra la participación de la ciudadanía en múltiples escenarios de la vida social así como el compromiso moral de promover el bien común por encima de cualquier derecho individual a acumular privilegios y poder. Pero es un sueño.
La realidad es diferente. Lo que encontramos a diario son funcionarios que piensan que el bien común es beneficiar a su jefe y a su grupito político. Para ellos el cargo que ocupan se lo deben al político que lo recomendó  y es a él al que le tienen que trabajar. Si beneficiando al jefe y su grupo la comunidad algo recibe, que bueno, pero el bien común es lo menos importante. Claro que para el discurso siempre se invoca.
Existen algunos presidentes de juntas de acción comunal, de acueductos comunitarios, de juntas de padres de familia o de comunas para quienes el bien común está representado en contratos para ellos (no importa que lo prohíba la ley) o para sus hijos, esposas o amigos. Igual ocurre con muchos contratistas. Lo interesante es que el contrato sea jugoso, que lo paguen pronto y que la interventoría no vea, no oiga ni entienda, después no importa si la obra queda mal hecha.
La gente se pregunta, si el ingeniero hablaba tanto del bien común, ¿por qué sus viviendas son realizadas con materiales de mala calidad, con especificaciones técnicas mentirosas, a sabiendas que eso perjudicará a la gente pobre que las habitará? ¿Por qué las instituciones educativas quedan con terminados tan de mala calidad, si deben ser hechas para el bien común? ¿Por qué el empleado público, al que le pagan con los impuestos que les cobran a todos los ciudadanos, trata tan mal y con tanta displicencia a esos ciudadanos que son los que aportan para sus pagos mensuales? Existen empleados que se sienten dueños de sus cargos y se resisten a aceptar traslados que no los desmejoran, pero que si les permiten aprender nuevas dinámicas y conocer otras experiencias y dar lo mejor de ellos para los usuarios de sus servicios. ¿Por qué se niegan a cambiar?
Es triste encontrarse con funcionarios sin iniciativa, resignados a esperar que pase el tiempo para pensionarse, haciendo lo menos posible y esforzándose muy poco. ¿Será que piensan que con esa actitud contribuyen al bien común?  Mientras peor funcione el estado, que es la máxima expresión de lo público, la convivencia se afecta, la confianza desaparece y la sensación de angustia y temor crece. De la mano de esta inseguridad avanza la indiferencia, la apatía y la sensación de abandono. El estado es el generador de orden. Si el estado no funciona se le abren las puertas a la violencia y al desorden social. El orden se expresa en normas, conductas, decretos y leyes. Si las leyes y normas no se cumplen, crece la corrupción y el delito…
Se sabe que el delito es una consecuencia de un desorden social. El que ataca el delito sin atender la problemática social que lo produjo, se la pasará toda la vida persiguiendo delincuentes, sin resultados serios a largo plazo. Los problemas sociales necesitan un compromiso ético, de cada persona, de cada funcionario, de todos en general, por el beneficio colectivo, de lo contrario, todo empeorará…