PERIÓDICO EL PÚBLICO
TALLER  EN EL RESGUARDO DE YAGUARA

Es muy importante informar a la Comunidad, la realización de un taller en la Comunidad Indígena de Yaguara, perteneciente al municipio de Chaparral Tolima, durante los días 17 y 19,  de octubre próximo, dictado por los historiadores  de la Universidad de los Andes: Gabriel Jiménez  y Laura Osorio, pertenecientes  al Sistema Nacional de Archivos de Colombia, donde se trataron los siguientes temas:
Archivo  Histórico, Patrimonio, Conocimiento Tradicional, Archivo Étnico, Derechos Humanos, Memorias, Identidad Cultural, Acompañamiento al pueblo de Yaguara, Chaparral Tolima .
El taller contó  con una asistencia de 35 personas, destacándose la presencia  de los Chagualas, los Alapes, Teodomiro Hernández Ducuara, Aracely Lasso, los Palominos, Placido Caleño, un patriarca de la comunidad, y su  gobernador Isidro Méndez entre otros.
El Taller hizo referencia a los campos desconocidos y borrascosos de la historia colombiana  y se contextualizó  abusos, ridiculeces de la justicia y las sensaciones de frustración vividos por la etnia en épocas de la América Española y en nuestros días.
También reseñó,   el control por parte de las autoridades de los grandes o terratenientes, que  enriquecieron  sus predios redistribuyendo signos positivos para su entorno  o elaborando mapas en su inteligencia llenos de puntos y manchas,  que alejaron sus linderos  y hoy  retiran  a lo lejos,  las voces de un conflicto.

Publicado por LUIS ENRIQUE PERDOMO SÁNCHEZ


Por: Carlos Orlando Pardo R.
Acá al Tolima y en concreto a Ibagué, en Coello Cocora donde está la confluencia de dos ríos, regresará el inmenso poeta Álvaro Mutis envuelto en un cofre que tendrá sus cenizas. Luego se regarán en estas aguas que tanto lo acompañaron en sus recuerdos y en su obra, ante todo cumpliendo su voluntad de que así sea, como lo dejó escrito con claridad en su testamento. Pero no es gratuita su última petición porque allí el consagrado escritor conoció lo que él denominara el verdadero paraíso. En su casa de México y en el amplio solar, mantuvieron matas de café y plátano como un vivo testimonio de este afecto. Y todo porque las vacaciones más fructíferas de la literatura colombiana fueron aquellas pasadas por el hoy consagrado escritor en la finca de Coello-Cocora, ubicada a diez minutos de Ibagué, como lo afirma Juan Gustavo Cobo Borda. Toda su poesía, como dijo el mismo Mutis, proviene de aquel sitio que a comienzos del siglo compró su abuelo Jerónimo Jaramillo Uribe, un vendedor de café con oficinas en Hamburgo, a más de fundador de haciendas de café y caña en el viejo Caldas, oficio que lo trajo al Tolima, precisamente a ese lugar en la confluencia de dos ríos y que fue heredado por la madre para dotar al poeta-novelista de un espacio  paradisíaco donde pasaba vacaciones con su hermano Leopoldo.

A sus raíces se agrega la de gente de campo de origen paisa: su abuela nació en Salamina, su madre en Manizales. Su padre, quien a los 18 años era secretario privado del presidente de Colombia, se graduó luego en derecho internacional para coronar prontamente una carrera diplomática que lo llevó a Bruselas donde muere a los 33 años
CORAZÓN DE CEMENTO
AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La ciencia política enseña, desde el punto de vista teórico, cuales son las necesidades de una sociedad. Se habla entonces de la salud de los habitantes, de los problemas de desempleo, de las deficiencias educativas, de espacio público, de recreación o de movilidad. Empero, en la actualidad lo que moviliza a la mayoría de la gente son los problemas de infraestructura, específicamente las vías.
Muchos miden el progreso por el estado de calles y avenidas. Lo demás es secundario o de poca monta. Si se mejora la salud, la educación, la recreación y el deporte, la atención de la niñez, del adulto mayor o de la población vulnerable, todo eso nada vale si no se tapan los huecos de las calles. La calidad de vida se ve reducida a la cantidad de asfalto ejecutado.
Por Luis Eduardo Chamorro Rodríguez
El Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación, ICONTEC, contratado por el Ministerio de Educación y su programa de Modernización de las Secretarías de Educación, en la semana inmediatamente anterior comunicó el otorgamiento de la certificación de la “gestión de calidad del servicio educativo”, a la Secretaría de Educación Municipal de Ibagué.

Es un logro que involucra al alcalde Luis H. Rodríguez, al Secretario de Educación Diego Fernando Guzmán García, al secretario inmediatamente anterior, Enrique Váquiro Capera y a la Directora de Calidad Amparo Betancourt Roa, principalmente.

Esta certificación de calidad educativa para la Secretaría de Educación de Ibagué, se suma a las certificaciones sobre cobertura, servicio de atención al ciudadano y talento humano, que ya han sido otorgados anteriormente. Quedan faltando la certificación sobre los procesos de inspección y vigilancia y la gestión financiera.
Por Luis Eduardo Chamorro Rodríguez
El Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación, ICONTEC, contratado por el Ministerio de Educación y su programa de Modernización de las Secretarías de Educación, en la semana inmediatamente anterior comunicó el otorgamiento de la certificación de la “gestión de calidad del servicio educativo”, a la Secretaría de Educación Municipal de Ibagué.

Es un logro que involucra al alcalde Luis H. Rodríguez, al Secretario de Educación Diego Fernando Guzmán García, al secretario inmediatamente anterior, Enrique Váquiro Capera y a la Directora de Calidad Amparo Betancourt Roa, principalmente.
Por: Alberto Bejarano Avila
Inapelables son los sondeos de opinión que develan la imagen del gobernante frente a la opinión y predecible el gozo o rechazo de este frente al resultado. Para Ibagué no es bueno que su mandatario lleve el farolito en este ranking maniqueo, pues el sondeo, más que calificar al Alcalde, tácitamente revela una común percepción de la realidad y, de algún modo, el nivel de autoestima colectiva. Ibagué va mal, es verdad, pero toda la culpa no es del señor Alcalde y sí de “cochadas” de dirigentes que nunca estuvieron a la altura del deber y por ello digo, con respeto y en contravía a lugares comunes esgrimidos como defensa, que el Alcalde inmolado por el tal sondeo y todos nosotros, cambiando paradigmas de mérito y gestión pública, podríamos concitar la autocrítica y el debate para destapar las causas del atraso y la inercia. Sugiero un nuevo marco paradigmático:
No ejecutar actos de gobierno para ganar imagen. Hemos de saber que la imagen personal como objetivo prioritario es yerro narcisista y patético propio de culturas políticas decadentes y de círculos de poder afectados de megalomanía. Reconocimiento digno y a veces histórico se otorga a aquellos que sin calcular eventos de prestigio o impopularidad demuestran real compromiso social y cumplen recta y sagradamente sus deberes. La imagen del funcionario público o del líder jamás debe ser un fin maquinado, debe ser libre y merecida gracia popular por un deber bien cumplido.

Prohijar sin miedo el debate público sobre asuntos de interés común y prestar oído fino a críticas justas y consejos generosos y bien intencionados que sólo puede provenir de personas con carácter e independencia. Elogios e insinuaciones en cuchicheo son mañas de áulicos y palaciegos y suelen entrañar segundas e mezquinas intenciones que perjudican al mandatario y la sociedad.  
Entender que hechos normales de gobierno no tienen que merecer distinción excepcional. Así como una persona no merece Cruz de Boyacá o medalla al ciudadano emérito por lavar loza, barrer o sacar al perro, un alcalde no merece encomio especial por tapar huecos, otorgar becas, pintar escuelas o cualquier labor con cargo a un rubro del presupuesto público. Todos esperamos que un sujeto común o un alcalde normal hagan lo mínimo que deben hacer y solo quien coadyuva a cambiar el curso de la historia, ésta, tal vez, le otorgue sitio especial. Quien tiene iniciativa, es prospectivo, inclusivo, lidera, indica caminos, oye, convoca, cohesiona, acuerda, protege (y no es rosquero) él, sin buscarlo, sin duda recibirá reconocimiento de excepción. Esta es la cuestión.
Saber que el ciudadano, así deba ser testigo impotente de cuanto sucede, no es memo y sabe bien quienes protegen o enajenan el patrimonio público. La sabiduría popular es cierta así la cultura política sea débil y es por ello, y por ética, que gobernantes y dirigentes no deberían hacer cálculos estratégicos sobre debilidades comunitarias y sí sobre sus fortalezas y potencialidades. El respeto a las persona diferencia al legítimo líder del anacrónico manipulador y al buen político del politiquero. Sobre cultura cívico-política nuestras universidades, UNIBAGUÉ y UT, podrían investigar y aportar propuestas orientadas a calificar el desempeño participativo de los ibaguereños.

Creer que sólo un equipo idóneo puede imaginar, crear, confiar, proyectar y liderar tareas complejas y sistémicas que rebasan el límite de competencia del tecnócrata. El Tolima, en todo campo, tiene personas capaces para organizar equipos eficientes, razón por la cual mandatarios y dirigentes no tienen excusa para argüir imposibilidades. Como “anillo al dedo” les caería este fallo de Newton: “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes“.