PERIÓDICO EL PÚBLICO

Por: Alberto Bejarano Ávila

Una ley física dice que “todo espacio vacío tiende a llenarse” y el realismo enseña que en política todo espacio está lleno. La política es como es, atestada de políticos que son como son, no como quisiéramos que fueran y si bien abundan políticos malos y regulares, verdad es que el buen político es especie en vía de extinción. Así visto, el único punto de partida que hoy tenemos para gestionar el desarrollo desde lo público es esa pseudo-política y su politiquería que pervive por nuestra anuencia o desidia y, por ello, seria cándido alegar que deben higienizarse esos espacios y llenarlos de ideas nuevas y políticos coherentes y consecuentes… ¿de dónde los vamos a sacar?

Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Alrededor de 20 muchachos departían alegremente en una esquina de alguno de los barrios populares de la ciudad. Los corrillos estaban animados y los jóvenes pasaban de uno al otro, de acuerdo a los temas de conversación. Varias botellas de cerveza estaban desocupadas en el piso y otras a medio llenar en las manos de los contertulios. De varios celulares salían músicas distintas. Las manera de llevar el pelo variaba desde los completamente rapados, crestas con gomina y colores hasta largas cabelleras…

Murió Alberto Piedrahíta Pacheco, el Padrino de la radio

Fue uno de los más grandes y recordados de la locución en Colombia, un ser muy querido por sus compañeros y oyentes. 
Caracol | 20 de Octubre de 2014
La radio está triste: murió este lunes uno de sus mayores representantes, don Alberto Piedrahíta Pacheco, el querido Padrino. Su deceso se produjo en Bogotá a los 83 años.

Alberto Piedhita Pacheco había nacido el 1 de febrero de 1931 en el municipio de Líbano, departamento del Tolima, del que siempre vivió orgulloso pues mencionaba con frecuencia en sus programas y en sus presentaciones.

Fue el fundador y director de La Barra de las 12 -en algunas épocas La Barra de las 13- un programa deportivo muy sintonizado y en el que formó a decenas de periodistas.

También dirigió "Pase la tarde con Caracol", el programa estelar de las tardes con el que acompañó durante muchos años a miles de colombianos en los horarios vespertinos. Además participó y dirigió otros muchos programas, pues fue un hombre polifacético, ordenado, muy respetuoso de la radio, el medio que nos apasiona.

Igualmente se le recuerda como gran narrador deportivo, especialmente de ciclismo. Durante años hizo con sus palabras crónicas maravillosas de las vueltas a Colombia y de numerosas competencias internacionales en las que brillaron los ciclistas colombianos.

Hincha fiel de Millonarios, don Alberto fue quizás uno de los pocos en haber vivido con pasión los 14 títulos del equipo bogotano, de ese ballet azul del que siempre se sintió orgulloso.

"Era formidable trabajar con él, era un gran hombre de la radio muy cercano a las gentes, a sus oyentes", relató su amigo y compañero Gabriel Muñoz López.

Caracol Radio le envía un abrazo de solidaridad a su familia, que anunció una ceremonia privada para sus exequias, como el mismo lo había pedido.

Paz en la tumba de don Alberto Piedrahita Pacheco.

Tomado de Caracol.com.co
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Tan solo un veinte por ciento de los estudiantes que ingresan al sistema educativo terminan el bachillerato. Y de los que terminan sólo otro veinte por ciento ingresa a la universidad. Es decir, alrededor del 5 por ciento de los estudiantes que inician su educación llegan a la universidad. Es un verdadero privilegio ingresar a ella. En las universidades privadas los costos son muy altos para que hogares de estratos bajos puedan sufragarlos. Y en las universidades públicas, cuyos costos son menos onerosos, el ingreso es muy difícil por la gran demanda y la escasez de cupos. Un joven que no puede continuar sus estudios es presa fácil de la delincuencia, las drogas, la prostitución, trabajo informal y ocio.
Consciente de esta problemática, la Alcaldía de Ibagué se propuso desde hace dos años crear un programa que abriera las puertas de la universidad a los más pobres y a la población vulnerable. Es decir, educación superior gratuita con calidad y rigor para los estratos 1, 2 y 3. Se denominó Universidad Humana. Para que perdurara en el tiempo se logró que el Concejo municipal lo convirtiera en política pública, asegurándole recursos anuales para su sostenibilidad a través de un Fondo Educativo del municipio. Hay que aclarar que la Universidad Humana es un programa no una institución.
Una vez convocados los estudiantes, una masiva inscripción se presentó, demostrando que la necesidad era grande y la pertinencia del programa. Los estudiantes se escogieron de acuerdo a los mejores resultados en las pruebas SABER 11, antiguo ICFES, y los más bajos puntajes en el Sisben. Entonces se escogieron a los mejores de los más necesitados.
Luego se contrató a las mejores instituciones de educación superior con sede en la ciudad, que ofrecieron carreras técnicas y tecnológicas y ciclos propedéuticos para carreras profesionales. Posteriormente se convocó a tecnólogos que quisieran continuar con los estudios para obtener el título profesional. En la actualidad casi mil estudiantes cursan las carreras que habían soñado pero que por los escasos recursos no podían realizar. Son muchos los hogares que ven con ilusión como esta oportunidad les abre las puertas para mejorar la calidad de vida y volver a mirar el futuro con esperanza y confianza.
Las universidades  aceptaron el reto de trabajar con adultos que hacía años habían terminado el bachillerato, prepararon cursos de nivelación académica y de inducción a las nuevas tecnologías de la comunicación e información, redoblaron esfuerzos para reducir la deserción y pusieron nuevos docentes en acompañamiento y tutorías. Valioso aporte y  aprendizaje.
El año entrante ya se tendrán grados. El mes entrante se realizará nueva convocatoria. La acogida y el entusiasmo han sido grandes. Varios municipios han pedido información porque quieren emular la experiencia. El mismo gobierno nacional, a través del Ministerio de educación nacional, decidió también acoger el modelo exitoso de Ibagué.

La Administración municipal ha sido reconocida nacionalmente por este programa de inclusión social, por creer en el talento y la capacidad humana de los habitantes de Ibagué y por estar convencidos que los sueños se pueden convertir en realidad.
Por: Carlos Orlando Pardo 

La inesperada noticia de la muerte del entrañable poeta y amigo de toda la vida, Héctor Escobar Gutiérrez, dejó en mi alma un triste estremecimiento y de mis evocaciones empezaron a brotar algunas de las curiosas historias con él compartidas a lo largo de casi medio siglo. El reporte llegó a través de La Voz de Nueva York que dirige otro pereirano apasionado como Zahur Klemak Zapata y luego fue reproducida y comentada por la revista Luna de Locos a la que estuvo Escobar vinculado durante muchos años. Lo conocí en 1968 cuando Zahur convocó a un insólito Congreso Nacional de escritores jóvenes y allí nos vimos también por primera vez con hoy queridos y admirables amigos y escritores al estilo de Benhur Sánchez Suárez, Isaías Peña Gutiérrez, Eduardo Escobar, Silvio Girón, ya ido de este mundo y Jorge Gómez, entre otros. Desde entonces a Héctor ya lo llamaban El Diablo por sus misas negras y su aparente devoción hacia quien le daba una aureola particular, pero que no era nada diferente a una forma de escandalizar y ganarse la vida, lo que hizo igualmente leyendo el tarot. Lo llamaban El Papa Negro y se presentaba como representante del satanismo mundial en Pereira, ciudad en la que nació en 1941 y  cuyo espacio, como él mismo lo decía, “era el adecuado para soñar”. Pasó a la historia de Pereira como uno al que demandaron porque le había robado el alma a una muchacha, pero al no figurar este delito extraño en ninguno de los códigos colombianos lo dejaron libre. Fue un hombre culto, agudo, estudioso y loco como deben serlo los poetas verdaderos y representaba, como dice Germán Herrera, a un poeta moderno con estilo antiguo. Sencillo, amable, cariñoso, simpático y no pocas veces deslumbrante, deja un legado literario nada despreciable. Publicó una Antología Inicial de sus poemas en 1983 y dos años más tarde otros dos poemarios con el título de Testimonios malditos y Cosmogonías. No cesaba su trabajo y cuando estuvimos en la fundada en Ibagué Unión Nacional de Escritores, salió bajo su sello Estetas y Heresiarcas en 1987. Para 1991 salió El libro de los cuatro elementos y en el 2004 El punto y la esfera. Sus apariciones en antologías fueron diversas. En Azu, el hombre infinito creada por Zahur Klemak, conocimos sus primeros textos publicados en la revista número 5 de 1968, así como nosotros en la revista Pijao dimos a conocer su cuento Sor Pornofrígida. Comentó no pocos libros como los de Hugo Ángel Jaramillo en homenaje que se le rindiera en Pereira en 1994 y El ojo y la clepsidra, el nuevo libro para entonces de Eduardo López Jaramillo, también fallecido, sin contar sus variadas publicaciones en el diario La Tarde.  Amaba a Baudelaire y a los poetas malditos y decía tener un pacto con el Diablo. Vivía en el barrio Providencia donde tenía un pequeño templo dispuesto,- en realidad una alcoba grande, en el que supuestamente se adoraba al Príncipe de las tinieblas.  Los símbolos esotéricos no eran pocos y nos mostró alguna vez el esqueleto de la cabeza de una serpiente que decía era la del demonio. Hizo una conferencia en la Curia Episcopal convocada por monseñor Darío Castrillón para los sacerdotes de la región donde explicó por qué era satanista y aclaró que no era satánico.  Poco antes de su muerte visitó la catedral pero no es señal de arrepentimiento alguno porque no se creía un mal hombre.  No cumplía sacrificios los 31 de octubre que varios muchachos hicieron ni era amigo de los actos vandálicos de otros porque ellos practicaban actos que afectaban a la sociedad entendiendo mal su filosofía. Sus ceremonias, como afirmó Zahur Klemak, eran para divertirse como en una obra de teatro puesto que resultaban mojigatas. Ese conocimiento y esa búsqueda le sirvieron para vivir y en su condición de profesor de filosofía y religión advertía cómo el conocimiento de Dios es también el conocimiento del diablo quien tiene las claves para llegar a él. Conceptuaba al país signado por la garra del demonio y poseído por él  y que a los políticos debería llevárselos. Terminó su existencia el sábado 18 de octubre a los 74 años recluido los últimos tres a una silla de ruedas con un infarto cerebral del que se recuperaba y allí estuvo siempre Soley Salazar, su esposa de toda la vida. Su alegría se marchó para siempre dejándonos huérfanos de su calidez a tantos amigos que esperamos volver a leer sus bellos poemas con sonetos perfectos.
Por: Carlos Orlando Pardo Rodríguez
Leí con entusiasmo y curiosidad y de una sola sentada, el esperado libro de Luis Gabriel Calderón sobre El Líbano, Tolima, mi amado pueblo natal. Su recorrido si bien es cierto se circunscribe al siglo XX, no deja de tener lúcidas referencias históricas sobre épocas anteriores. A lo largo de 194 páginas e ilustrado con evocadoras fotografías, el apasionante libro de 26 capítulos lo deja a uno sin aliento porque le permite recostruir su propia historia y en no pocos capítulos verse en ella. Es fácil aprender y rememorar, gracias a una paciente investigación de largo tiempo, cómo fue el primer cementerio y las primeras calles junto al parque inicial, pasando por la originaria plaza de mercado, el hospital inaugural o la imprenta naciente, las originales bandas y grupos de música, la planta eléctrica primigenia, la llegada por vez primera del automóvil y el avance automotor,  hasta estacionarse en los legendarios bolcheviques del Líbano, la germinal plaza de toros, el teatro y el avión desconocido, la empresa de transporte nueva, la estación de bomberos, el ancianato con su evolución, la estación de bomberos, la emisora fundadora, los batallones y el hipódromo, el aeropuerto, los carnavales pro paz y progreso, el festival del retorno, la discoteca que arrancó la tradición, los paseos de olla y los lugares simbólicos inolvidables. Fácil parece enumerarlos pero cada capítulo implica reflexiones y reconstrucciones que con brillo cumple el autor, convirtiéndose su volumen en documento indispensable e ineludible si se quiere conocer más de cerca a este municipio. Era un texto que hacía falta y que por fortuna Luis Gabriel Calderón suple, agregando con ello a su trayectoria investigativa un retrato palpable de época como bien lo hizo con su anterior publicación, en el 2012, sobre el Origen jurídico del Líbano, Tolima. Queda por agregar cómo existen vacíos en no pocos capítulos que bien hubiesen podido llenarse con algunas preguntas o consultas en libros existentes. Sin embargo, debe darse gratitud a tamaña empresa que viene a sumarse a no pocos volúmenes que convierten al poblado en uno de los más historiados del pais. Empezando por el pionero de ellos, el maravilloso Eduardo Santa, textos del novelista y poeta Alberto Machado, Uva Jaramillo, Leonidas Escobar, Luis Eduardo Gallego Valencia, Eduardo Palacio Skinner,  Roberto Marín Toro, Alirio Vélez, Amina Cifuentes de Ardila, Isidro Parra Peña, Alfonso Gutiérrez Millán, Mario Echeverry, Gonzalo Sánchez, Antonio Villegas Valero, Héctor Londoño, Alfonso Delgadillo Parra, Jorge Villegas, Patricia Guerrero, Margarita Enciso, Germán Santamaría, Jorge Eliécer Pardo, Afranio Ortiz, Renzo Ramírez Bacca, Alberto Toro Nieto y Fernando Morales. Demasiado extensa sería la lista porque como ya lo he advertido, el Líbano es el pueblo del mundo con más escritores por kilómetro cuadrado y sus más de 500 producciones bibliográficas desde los tiempos de su fundador oficial así lo testimonian. No existe una población en el Tolima más historiada, novelada y contada que el Líbano. Aunque municipios como Honda, Mariquita, Chaparral, Ibagué y Purificación tienen en su haber mayor número de acontecimientos y muchísimos más años encima, de alguna manera no han tenido en su periplo tantos escritores que las muestren. Queda entonces un grato sabor por este libro de Luis Gabriel Calderón y la convocatoria a que no se queden por fuera de saborear nuestra historia y la memoria colectiva y curiosa que se transforma en un  aporte extraordinario al patrimonio material e inmaterial del municipio, así como en una demostración de inmenso amor al terruño.