Por MIGUEL GÓMEZ MARTÍNEZ
La democracia se caracteriza por mayorías silenciosas y minorías
bulliciosas. En todos los países hay “protestadores profesionales”. Abundan en
los sindicatos, funcionarios del Estado, trabajadores del sector judicial,
estudiantes universitarios, maestros o empleados de las empresas públicas de
servicios, que, con mucha frecuencia, vemos en las calles en sus cortejos ya
tradicionales.
Es una señal de vigor social que la población proteste. Significa que
no es conformista y que le duele aquello que está mal. Nada es peor que la
pasividad del colombiano que acepta sin inmutarse los mayores atropellos,
abusos e injusticias. Pero lo que no está bien es que sean siempre los mismos
que protestan. Sus reclamos y eslóganes son pasados de moda, cargados de
ideología, irreales y por ello no producen efecto.
Yo también tengo motivos para protestar porque el inconformismo con lo
que sucede en muchos campos de nuestra realidad no es propiedad de los
protestadores profesionales. Creo que, como millones de colombianos, tengo
varias razones válidas para pedir el cambio. Por eso, yo también protesto.
Protesto contra un sistema de educación que promueve la mediocridad de alumnos y profesores. No podemos mejorar nuestro nivel de vida mientras no mejoremos la calidad de nuestros maestros. que utilizan pedagogías obsoletas, no hablan inglés y están más preocupados por garantizar sus pensiones que por la excelencia de sus educandos.
Protesto contra un sistema de educación que promueve la mediocridad de alumnos y profesores. No podemos mejorar nuestro nivel de vida mientras no mejoremos la calidad de nuestros maestros. que utilizan pedagogías obsoletas, no hablan inglés y están más preocupados por garantizar sus pensiones que por la excelencia de sus educandos.
Protesto contra un sistema judicial que siempre antepone los derechos
de los criminales a los de las víctimas. Unos jueces que se escudan en
tecnicismos para dejar en libertad a quienes han violado las leyes y que
otorgan beneficios a los que son delincuentes son la mayor causa de violencia
en nuestro país.
Protesto contra todos aquellos que viven exigiendo derechos mientras
ignoran sus deberes ciudadanos. Protesto contra un Congreso de enmermelados que
buscan todas las oportunidades para chantajear al gobierno y obtener recursos
públicos destinados a aceitar sus maquinarias políticas.
Protesto contra quienes se oponen a la reforma pensional. Solo uno de cada cinco colombianos tendrá derecho a un ingreso una vez hayan llegado a la vejez. Resulta inaceptable que la minoría favorecida se oponga a que los demás colombianos también puedan pensionarse.
Protesto contra quienes se oponen a la reforma pensional. Solo uno de cada cinco colombianos tendrá derecho a un ingreso una vez hayan llegado a la vejez. Resulta inaceptable que la minoría favorecida se oponga a que los demás colombianos también puedan pensionarse.
Protesto contra todas las autoridades que castigan al comerciante o
empresario formal y que ignoran a todos aquellos que, en la ilegalidad,
prosperan sin tener que asumir todos los obstáculos al emprendimiento.
Protesto contra los legisladores que nunca han administrado nada y que
se vanaglorian de perseguir, con normas absurdas e inútiles, a quienes crean
riqueza. Protesto contra la DIAN, la UGPP y las secretarías de Hacienda que
tanto persiguen a los que tributamos y tan poco hacen por evitar la evasión.
Protesto contra las instituciones que han dejado, a la merced de sus
enemigos políticos, a nuestras fuerzas armadas sin protección legal
disminuyendo su eficacia y autoridad. Protesto contra los periodistas
superficiales, con agendas ocultas, que repiten lugares comunes en lugar de
investigar y profundizar en los temas. Protesto contra los protestadores
profesionales que creen que solo su agenda es válida y que denigran de los
pacíficos reclamos de la mayoría silenciosa.
