GLORIA VALENCIA DE CASTAÑO
LA ETERNA PRIMERA DAMA DE LA TELEVISION COLOMBIANA
Por: Carlos Orlando Pardo
Carlos Orlando Pardo y Gloria Valencia de Castaño |
En la década de los cuarenta, aquella hermosa adolescente ibaguereña arribaría a Bogotá para adelantar estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes. Dejaba atrás la tranquilidad y el olor a provincia donde para entonces todos se conocían y quedaba adelante el desafío de comunicar los sueños, impactar con su amplia cultura intelectual y vincularse al mundo de las comunicaciones con sus extraordinarios ojos verdes. Por aquellos meses, Bernardo Romero Lozano, director del Teatro Dominical que dirigía en la Radiodifusora Nacional y veterano descubridor de nuevos talentos, no dudó un instante en encontrarlo en Gloria y la vinculó al programa que con pasión los capitalinos esperaban cada fin de semana. La interpretación de las mejores obras de teatro tuvo a partir de entonces la voz pausada y melodiosa de una nueva actriz que empezó a destacarse entre el elenco, sin imaginar que iría a convertirse, muchos años después, en la primera dama de la televisión colombiana.
Gloria Valencia con Alfonso López, Carlos Orlando Pardo, Dario Ortiz y la familia Pava |
En junio de 1947 contrajo matrimonio con Álvaro Castaño Castillo, que luego sería como ella, otro de los grandes del mundo de la comunicación y, tan sólo con tres años de casados, se dieron a la tarea de crear una alternativa en el mundo de la radio. Una pequeña emisora de tan sólo un Kilovatio de potencia, un diminuto estudio con paredes de cartón y espacio justo para una sola persona, no fueron impedimento para que el quince de septiembre de 1950 se inaugurara la H.J.C.K. Convertida en refugio de intelectuales y artistas, la prestigiosa emisora vio desfilar por sus micrófonos a personajes de la talla de Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez, Abelardo Forero Benavides, Gerardo Valencia. Hernando Téllez, Lucas Caballero Calderón (KLIM) Aurelio Arturo, Jorge Rojas e innumerables escritores que han forjado la historia cultural de país. De todas aquellas luminosas y trascendentales locuciones que hubiesen podido quedar en el olvido o en la anécdota, se tuvo el cuidado de organizar un histórico archivo de voces, conocido hoy internacionalmente. Cuando nació la televisión colombiana en 1954, todos aquellos calificados locutores o radioactores pasarán a conformar el inolvidable equipo de comienzos de la pantalla chica. Curiosamente, un día después de celebrarse el día del locutor, debe señalarse que ella hizo parte de la fundación de la Asociación Colombiana de Locutores y presentadores de la cual fue presidenta. Debe recordarse que en forma diaria los televidentes se acostumbraron a verla transmitiendo comerciales, concursos, y noticieros nacionales, ganando el título de la mejor voz femenina y en adelante no hubo evento nacional o internacional de importancia que se transmitiera sin ella. Fue entonces cuando la bautizaron como la primera dama de la televisión colombiana y su sonrisa en blanco y negro permaneció intacta a través de los años para inundarse de color cuando se modernizó el sistema en el país. Semanalmente, a lo largo de los años, presentó su famoso programa Naturalia donde el reino animal y vegetal aparecían con toda la fuerza de la naturaleza mostrando los secretos mejor guardados a través de milenios de evolución y adelantándose a la política del medio ambiente cuando aún no estaba de moda. Sólo hasta hace poco se vio forzada a retirarse y a que su agenda siempre llena de compromisos no le dieran tiempo adecuado para su descanso, y aún así para olvidar los ajetreos sacaba espacio para sus nietos, leer a Borges o viajar a Europa a visitar museos o enterarse de las últimas novedades en música. Nos queda un enorme vacío por su ausencia, una profunda satisfacción por su ejemplo, un recuerdo imperecedero por su acción y un orgullo de tolimenses por haberla contado entre sus hijos.