¿Qué hago con mis productos?
Renovarse o morir. Está claro, y no creo que sea del agrado de nadie la segunda opción. Paradójicamente, uno de los mayores problemas que tienen las empresas es cuando consiguen su éxito. Bien es conocida la ley del éxito, el éxito lleva a la arrogancia y la arrogancia al fracaso. Estamos en un entorno en que el ciclo de vida de los productos cada vez es más corto, y por supuesto los márgenes de las empresas más ajustados. Si usted opta por diferenciarse en costes, debe ser usted de los mejores y luchar contra esos márgenes, si por el contrario opta por generar productos de mayor valor añadido, productos diferenciados le basta con ser diferente al resto de los productos que se ofrecen. ¿La clave? Innove, investigue, estrújese las meninges, siempre se puede mejorar alguna cualidad del producto y que el comprador así lo valore. ¡Lo de siempre, no funciona para siempre! dedique parte de su tiempo a ser creativo y verá como merece la pena. Los clientes demandan soluciones diferentes, pues ofrezca algo diferente, mejor y actúe más rápido. La innovación debe formar parte de su espíritu empresarial, y no asocie innovación con desarrollo tecnológico. Innovar implica hacer las cosas de forma nueva, de una forma que probablemente no haya realizado hasta ahora y no todo pasa por hacerlo mediante un ordenador. Un ejemplo, coja agua del mar, depúrela, embotéllela y haga llegar el mensaje al consumidor de las zonas de interior de cómo quedará el marisco si lo prepara con esa agua… Convierta un recurso inagotable en un delicatesen, simplemente habrá innovado.
