EL BAILADERO DE BRUJAS
Relatos de la tradición oral narrativa
Narradora: Maestra FLOREMIA TRUJILLO
Prosa: “Matraca”
Cuenta la señora Floremia Trujillo, que había un jornalero que se había hecho compadre de un rico y acaudalado hombre, por conveniencia; el compadre rico no quería sino explotar a su jornalero-compadre, trabajándole todos los días para amasar más y más su fortuna, o sea que no quería que perdiera día, si no trabajando en forma continua sin respetar los días santos, con un jornal que escasamente no le alcanzaba si no para la sal del almuerzo y algunos tabacos para “humar” y espantar los zancudos, moscos y otros bichos.
Un día el jornalero compadre le dijo a su mujer, que no le trabajaba más a su compadre rico, porque ya le había trabajado harto tiempo y no había conseguido ni siquiera para hacer una pieza y meter la cabeza con ella y sus guámbitos, porque la casa donde vivían era prestada y le dijo a su mujercita: “alísteme unas muditas de ropa, me hace unos “joticos”, me hace un “avio” bien abundante y me frita una buena presa de carne con harto plátano, cachaco, yuca y arroz, me bate una olletada de cacao y me la empaca en un calabazo, cosa que me alcance para el viaje. La mujer hizo lo que su marido le había dicho y de paso le dijo: que si venía el compadre rico a preguntarlo, le diera el “recao”, o sea la razón, que él no le trabajaría más porque se iba a buscar otra suerte y se fue con rumbo desconocido y emprendió viaje; caminó todo el santo día hasta despuntar a un pie de monte llanero donde había unas matas de arbustos de arrayanes y en toda la mitad del monte sobresalía un frondoso árbol de higuerón de tronco grueso, cuyas ramas cubrían gran parte del monte; arrimó a dicho monte, cayendo el sol de los venados, o sea al atardecer, cuando el sol se oculta en el anchuroso occidente, allí el jornalero destapó el “avio” se puso a cenar de lo que su mujer le había hecho, a lo que acabó de cenar se acostó en medio de un cajón de las raíces de dicho árbol y se acostó a dormir después de hacer sus oraciones de costumbre, pidiéndole a mi Dios que lo ayudará.
Bien entrada la noche se “dispertó” al sentir aleteos torpes que caían en la copa del árbol, él se quedó quieto sin resollar duro para descubrir de qué se trataba dicho aleteo, después sintió una algarabía de conversaciones, y risotadas a la vez, y en seguida cayó en cuenta que eran nada más y nada menos que era un aquelarre de brujas, que estaban bailando y en una de esas risotadas conoció la risa de una comadre suya, después cesó el baile y la algarabía en la copa del árbol porque aquellos seres elementales se bajaron para la cepa del árbol a acabar el bailoteo.
Cuando estaban abajo, la bruja descubrió a su compadre que estaba en la cepa del palo durmiendo y le dijo: ¡hay compadre! vusté ya me descubrió que soy una bruja voladora, por lo tanto no le vaya a contar a mi marido que yo soy bruja y le doy lo que vuste está buscando: riquezas, con tal de que mi compadre me guarde el secreto de ser bruja, le dijo: camine antes de que comiencen a cantar los gallos y bramar el ganado porque está amaneciendo y viene rayando el día y para nosotras las brujas es mortal y se lo cargó para un cangilón y le dijo: aquí detrás de esta pared hay una cueva donde está el tesoro y en este disco está la clave de la cueva para que la abra y le dio la clave diciéndole: mueva el disco dos vueltas a la derecha y tres a la izquierda y se abrió dicha puerta y descubrió que dentro de la cueva había un gran tesoro en custodia y riquezas de toda clase: oro en polvo, plata en abundancia, “alajas”, oro en barras, lingotes de oro, la bruja le dijo: saque lo que va a necesitar y vuelva y cierre la cueva con la misma clave. Y se regresó para su vivienda y una vez allí comenzó a cambiar aquellas riquezas por tierras, fincas, casas, animales, superando en potencia y riqueza a su compadre rico, a lo que el compadre rico se dio cuenta que su antiguo compadre jornalero tenía abundantes riquezas se llenó de envidia, de celos, porque su compadre lo había superado en riquezas y poderío, comenzó a preguntarle como había adquirido de la noche a la mañana tanta riqueza, pero el jornalero no le decía nada por no romper el “pauto” que había hecho con la bruja comadre. En vista de tanta insistencia le dijo al compadre que dichas riquezas se las había dado una bruja y le indicó el camino del bailadero de las brujas. El rico se fue por el mismo camino en busca de la bruja, cuando llegó a dicho lugar se acostó a dormir, pero no se “disperto” por el aleteo de las brujas, si no por la jalada de patas de don “colilargo mijito” que le dijo: vusté que hace en mis predios, por qué nos dañó el baile y el rico le dijo: don Satas es que estoy buscando una bruja que le dio la riqueza a mi compadre jornalero a ver si me da un tesoro y le doblo la riqueza a mi compadre, el diablo le dijo: el jornalero se lo merecía porque vusté lo explotó con su trabajo y no le dio ni siquiera una casa donde vivir, a pesar de tener tantas tierras desocupadas, porque vusté no es si no envidioso, miserable, avaro, codicioso, tacaño, desagradecido, no sirve para nada, o sea que lo “taquió” diciéndole: vusté ya tiene harta plata, para qué más plata y el rico le dijo: es que yo no soporto que mi compadre sea superior a mi y el diablo le dijo: “ahh con que eso es lo que vusté quiere, como quiere plata yo se la doy, móntese al anca de mi mula” y una vez “montao” el compadre rico en la mula se enfumo en una bola de azufre y lo “jondió” en un precipicio donde no habían sino espinas, hormigas, alacranes, arañas, avispas, abejones, culebras y toda clase de alimañas ponzoñosas. Y allá quedó “aprisionao” y en cuantas se vieron para sacarlo y por poco le cuesta la vida al rico por ser ambicioso.
Este relato nos trae a colación que hay gente que a pesar de tener riquezas y bienes en abundancia quiere adquirir más, y más, y quieren ser los dueños del mundo, se meten en problemas ilícitos para conseguir estos objetivos y a lo que lo consiguen tienen que devolver lo que consiguieron para podersen librar de estos líos jurídicos y los que se aprovechan son otros. Por eso dice el dicho: “es mejor comer poquito y andar alegre, y el que mucho abarca poco aprieta, porque la codicia rompe el saco y la avaricia la camisa” y no se debe creer más que los demás, porque hay unos que lloran su desdén y otros le damos gracias a Dios por los bienes recibidos.
Estas enseñanzas son las que nuestros abuelos mayores nos enseñan y “Matraca” da buen uso de estas enseñanzas transferidas en libros, para la posteridad en los niños, jóvenes y adultos, para que hagamos una reflexión y no cometamos más errores, porque ya hay suficientes. “Que Dios nos oiga y el diablo se ponga sordo”.