PERIÓDICO EL PÚBLICO

Por Jorge Eliécer Pardo 
De nuevo he tenido la oportunidad de compartir la mesa con Daniel Villabón Borja quien ganara el primer premio del Concurso de novela corta organizado por la Universidad Central. Ya tenía en las manos el ejemplar de la novela La soledad del dromedario con la cual Daniel ingresó en el mundo de la narrativa colombiana con honores. Lo digo no por el premio sino porque ha escrito una magnífica novela.
En la etapa de preproducción del libro me pidieron unas líneas para la contratapa y dije en la pulcra edición de la Universidad Central:
“Esta es una novela de personaje, una novela que nos subyuga no sólo por su extraño ambiente gótico sino por su lenguaje. Es la historia de un hombre de hoy, maltrecho en lo físico, que se enfrenta a una sociedad fragmentada y violenta, neurótica y voraz. No basta con saber lo ocurrido a este solitario deforme sino saber que debe convivir en un mundo lacerante.
Nos evoca a Kafka y su Gregorio, nos retrotrae no a un espantoso insecto sino a un dócil dromedario. Dos antigregarios atormentados por el pequeño espacio que les permiten. También evoca a Quasimodo y al Hombre Elefante: sedientos de amor y compañía: derrotados.
¿Existencialista? ¿voyeur? ¿Agresivo? ¿Erótico y sexual? Todas las preguntas las responde esta novela bellamente trabajada desde el conocimiento armónico y desarmónico del hombre-personaje, del hombre-lector.
Uno pensaría que su autor es un viejo sabio que indaga bajo la piel de su antihéroe desahuciado. Uno termina entendiendo que más que un esperpento es una gran obra de arte porque desentraña el espíritu humano. Luego del silencio que deja la lectura nos miramos al espejo para reconocernos en el rostro de Hans Silva y de Daniel Andrés Villabón Borja”.
Seguramente, como ocurre en Colombia, este libro será silenciado y los medios no se ocuparán de él. Afortunadamente existen redes que irán dándole el lugar que le corresponde en la narrativa nacional. Nos dice la solapa del libro que Daniel es escritor por genética y lector por compromiso. Tiene 25 años. Aún carece de la veleidad y el desparpajo grandilocuente que muchos ostentan en este mundo fatuo de los oropeles.
Auguro para Daniel, como lo dije el día del lanzamiento, lo mejor porque su talento es más que evidente.