PERIÓDICO EL PÚBLICO
El colegio Leonidas Rubio ya es muy superior
Por: Carlos Orlando Pardo
Suena extraño que los colegios oficiales alcancen altos niveles de rendimiento y calificaciones que los convierten en foco de atención, mucho más cuando en las pruebas de Estado, durante los últimos años, se señala casi sólo a las instituciones particulares alcanzando esos logros. Generan condiciones favorables su estrato de clase media y alta, ingresos promedio decorosos, modo de vida si no con holgura por lo menos con comodidades, espacios de trabajo confortables, medios tecnológicos al ritmo de las exigencias de la posmodernidad, estímulo y capacitación permanente pero de calidad a los docentes, atmósfera de tranquilidad, bibliotecas dotadas, hogares donde ni el hambre ni las necesidades ni la violencia habitan, padres preocupados por acompañar y ayudar en el proceso educativo de sus hijos, estudiantes con ambiciones, entre otros factores, lo que conforma un marco lógico para el desempeño. Por eso, contra muchas desventajas, la figuración nacional en nivel muy superior del Leonidas Rubio engrandece su tarea, mucho más cuando sus estratos se mueven entre el cero, uno y dos, algunos con tres, al fin y al cabo la selección que se ha hecho desde tiempos viejos a quienes ingresan al Santa Teresa de Jesús, esta, la otra institución oficial que usualmente lo logra y permanece entre los nueve mejores colegios de esta capital. Suena ya natural que establecimientos como el San Bonifacio, Cisneros o Champagnan lo cumplan porque las condiciones anotadas arriba los rodean, pero no como hazaña en relación a un establecimiento estrictamente popular y populoso. También vale subrayar que en alta categoría se encuentre su jornada de la tarde, acompañada del Inem, el Germán Pardo García o el Técnico Alberto Castilla, entre otros, lo que sugiere una esperanza en el resurgir por parte de los oficiales y constituye un estímulo para tiempos que llegan, no sólo para que el gobierno se persuada de mayores inversiones, que no son pocas, los rectores imiten la gestión admirable como la cumplida por Gustavo Ramírez en el Leonidas, los maestros se empeñen místicamente como los del Leonidas, los padres entiendan la importancia que tiene vincularse de una manera eficaz en el rendimiento de sus hijos y desde luego los estudiantes entiendan, como los de mi generación,  que la gente del sector popular, cuando se lo propone,  llega a las grandes metas y no se le hace tan lejano el cielo.