PERIÓDICO EL PÚBLICO
TRIUNFÓ EL VOTO LIMPIO, PERO LA DEMOCRACIA QUEDÓ HERIDA
Por: AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA
Pasaron las elecciones. Más allá de las evaluaciones de vencedores y vencidos hay que revisar algunos aspectos que creo no deben pasar inadvertidos. Como nunca antes, la democracia estuvo en peligro. La posibilidad de los ciudadanos de elegir libremente sus mandatarios estuvo fuertemente cuestionada.
Se podría caer en el lugar común de decir que las elecciones anteriores a la reciente si fueron limpias, transparentes, inmaculadas. No. Desde siempre se ha escuchado hablar de fraudes electorales, compra y trasteo de votos, clientelismo y constreñimiento al elector. Pero como lo recalcaba el ex presidente Julio Cesar Turbay, era una corrupción en sus justas proporciones, una corrupción aconductada, con límites, por decirlo de alguna manera. En estos comicios  electorales la corrupción se salió de madre, rompió diques y llegó hasta niveles insospechados.
Nunca se había visto una compra más descarada de votos. Hablo del tema porque se detuvieron personas pagando por los sufragios, se filmaron in fraganti, se denunciaron centenares de casos… Era tal el desespero de la campaña de negro por ganar de cualquier forma, que no les importó que los notaran. Como la distancia en votos y legitimidad con el ganador final era tan grande, la cantidad de votos a comprar era monstruosa, y se arriesgaban, como ocurrió, a que se hiciera evidente el fraude. No les importó. Pagaron a todos los precios. Olvidaron que tenían que promocionar la alianza hecha con el candidato departamental, y con cinismo y descaro apelaron a sobornar únicamente para la campaña negra. Hasta revisaron con detalle las nóminas gubernamentales y llamaron a las familias para recordarles, con consejos filudos, que sería bueno que votaran por ciertos nuevos candidatos, para evitar perder la permanencia en sus cargos burocráticos. Como para ellos el fin justifica los medios, con tal de ganar, sin ningún escrúpulo se aprovecharon de la necesidad, del hambre, de la pobreza, del desempleo, de la ignorancia buscando inclinar la balanza electoral a su favor. Al final no  pudieron.
Pero quedó abierta la herida. Esta gente piensa que todo es válido, que la plata lo es todo. Que con dinero se compran conciencias, honores, puestos y elecciones. Para no quedar expuestos al escrutinio del público por sus corruptos actos, para camuflar su nauseabundo proceder, los de negro utilizaron el discurso del cambio, de la transparencia, de la honestidad, de la responsabilidad, de la no corrupción. ¡Válgame Dios! ¡El demonio repartiendo hostias!
Una respetable señora, muy preocupada, me preguntó ¿cómo es posible que un hombre nuevo en la política y en la ciudad se preste para semejante acto de corrupción rampante? ¿Cómo iría a ser su gobierno, en el supuesto de haber llegado, si el camino recorrido fue el de la mentira, el engaño, la trampa y la corrupción? ¿De veras creerá que los votos que obtuvo son un plante existente para próximas elecciones? ¿De dónde sacará dinero, en caso que quiera regresar a Ibagué para ser candidato, si ya no tendrá los ríos de billetes que le irrigaron su campaña? ¿Estará convencido ese negro candidato que la imagen por la que pagó, esa imagen que le crearon los medios por dinero, es realmente la de él? ¿Será que piensa que tomándose fotos arrodillado en la catedral, expía sus culpas? Mientras pensaba qué contestarle, ella se marchó…