ALEGRÍA Y ESPERANZA PARA UNA
BUENA SALUD
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Es parte de nuestra cultura en Occidente creer que la
mente y el cuerpo son dos elementos separados y con escasas conexiones. Pero
esto no es cierto. El cuerpo y la mente son parte de un todo denominado ser
humano. Y al ser parte de un organismo, de un todo, existen interrelacionados
de tal manera que lo que afecta a uno repercute necesariamente en el otro.
Es por eso que se sabe que los humanos tenemos la
capacidad de transformar nuestra biología mediante nuestros pensamientos y
sentimientos.
Nuestras células sufren la acción de nuestros
pensamientos y son modificadas por ellos.Todo el organismo permanece alerta a
los mensajes, experiencias y recuerdos y los transforma en conductas personales
ya sean agresivas o serenas. Una depresión intensa puede alterar de forma
significativa nuestro sistema inmunológico, más conocido como sistema de
defensas. Un recuerdo sobre algo triste, negativo o doloroso hace que el
organismo libere hormonas y sustancias biológicas que son destructivas, de la
misma forma que lo hace el stress. Pero es el organismo como un todo el que
reacciona, el que responde, por eso el que está triste, envidioso o deprimido
refleja tristeza, envidia o depresión por todas las partes de su cuerpo: su
mirada, su caminar, la postura de cuerpo, el tono de voz, la imagen del rostro,
la tersura de la piel, su digestión o la calidad del sueño.
Cuando en el cerebro por una rabia, un susto, odio,
envidia o amargura,se producen sustancias neurotransmisoras,ellas viajan por la
sangre, por la linfa o por acción quimioeléctrica a todo el cuerpo, de tal
manera que las plaquetas de la sangre se pueden hacer más pegajosas aumentando la tendencia a generar los coágulos
que producen trombosis. Las mismas lágrimas tienen una composición química
diferente cuando son de tristeza que cuando son de alegría y la piel tiene un tono y elasticidad diferente,
y así mismo, los procesos de envejecimiento se aceleran, aumenta la tensión
arterial, el corazón cambia su ritmo normal, se producen lesiones en la mucosa
gástrica con gastritis o ulceras, el colon trabaja con dificultad y las
glándulas trabajan con celeridad peligrosa.
No obstante, los neurotransmisores también se activan
por alegrías, por esperanza, por confianza, por caricias sinceras,
fortaleciendo el sistema inmunológico, previniendo enfermedades, manteniéndonos
saludables y aumentando nuestro tiempo de vida. Cuando un ser humano se
tranquiliza o se llena de esperanza o de alegría, todo su perfil bioquímico
interno se modifica dramáticamente.
El odio, la rabia o la envidia son pesados fardos que
el que los carga debe pagar con daños en su salud, con alteraciones nocivas en
la armonía de su convivencia, y con deficiencias en su rendimiento laboral, intelectual,
mental y emotivo. La cultura oriental enseña la importancia de aprender a estar
en paz consigo mismo, de la relajación, de la tranquilidad espiritual para
mantener una salud corporal sólida y duradera.