¿Qué
hacer con los empresarios nacionales?
Por:Jorge
Enrique Robledo
El
15 de mayo entra en vigencia el TLC con Estados Unidos, la peor decisión de la
historia de Colombia. Lo único positivo del suceso es que demostrará que la
razón la teníamos quienes advertimos que era una pésima manera de relacionar el
país con Estados Unidos, así como con la Unión Europea, Corea y ¡China! Las
cosas se han puesto tan mal desde el inicio del libre comercio en el gobierno
de César Gaviria, que cabe la pregunta del título de este artículo. Porque
además del obvio detrimento de las condiciones de vida de los sectores
populares y las capas medias, otra constante del neoliberalismo es la crisis de
los empresarios nacionales, en particular de los no monopolistas, quienes, si
bien les va, pierden sus empresas con las trasnacionales y terminan de simples
rentistas, casi que como desechables. La tragedia se presta para hacer algo de
historia sobre un tema decisivo para el país.
Hace
cuatro décadas, en medio del auge de las ideas de izquierda en Colombia y el
mundo, hubo varios debates relevantes. Uno, sobre la lucha armada, práctica con
tantos militantes y simpatizantes que generó cinco grupos guerrilleros
principales. Pero también es verdad que no fuimos pocos los que la rechazamos,
en la teoría y en la práctica. También discutimos si para ganar el cabal
ejercicio de la soberanía nacional frente a Estados Unidos, y con ello desatar
las enormes fuerzas productivas de la nación paralizadas o anquilosadas por sus
políticas, cabía invitar a los empresarios nacionales –nacionales para
distinguirlos de los intermediarios de los negocios foráneos–, como afirmamos
algunos, o si había que descartarlos porque sus intereses eran los mismos que
los de las trasnacionales.
Hoy,
cuarenta años después, hay un veredicto sobre esos debates: el programa del
Polo Democrático Alternativo propone la solución política de un conflicto
armado que mucho daño le hace al país, pero también rechaza el uso de la
violencia para tratar las contradicciones económicas, sociales y políticas. Y
cree en la idea de relacionar a Colombia con todos los países, incluido Estados
Unidos, mas no en acuerdos de mula y jinete sino de intercambios con beneficio
recíproco y respeto a la soberanía nacional, concepción que defiende la
producción urbana y rural de los campesinos, los trabajadores por cuenta propia
y el empresariado.
En
este lapso también se confirmó que someterse a los ucases de Washington
enriquece a reventar a unos cuantos nativos pero mantiene en el atraso a la
nación y condena a legiones al desempleo y la pobreza. Más grave aún: si se
analizan las cosas con rigor, se concluye que hoy la estructura económica de
Colombia es más mediocre que la de hace medio siglo, y con tendencia a empeorar
en relación con los países capitalistas desarrollados, pues crece el rezago
científico y productivo y el país se especializa en minería, y de capital
extranjero, como en la Colonia.
Tras
un siglo de intentar desarrollar a Colombia por la vía de la deuda externa y la
inversión extranjera, no concebidas como respaldo al esfuerzo de la nación y a su
capacidad de acumular riqueza internamente sino como su supuesto reemplazo, y
en la práctica impidiendo el trabajo propio o reduciéndolo a poco, se consolida
la desnacionalización de las principales empresas, cuyas utilidades se
exportan, y hasta terminaron por sobrar los colombianos, el principal valor del
país. Sobran el pueblo raso y las capas medias, que emigran por millones o se
quedan en el desempleo y el rebusque improductivo, y hasta sobra, quién lo
creyera, el empresariado urbano y rural, al que hasta 1990 la banca
internacional le permitió una papel económico muy secundario pero de cierta
relevancia.
La
Colombia que hay que construir deberá ser el fruto del esfuerzo conjunto de los
trabajadores, el campesinado, las capas medias y el empresariado, quienes, sin
distingos políticos, tendrán que montar un proyecto de unidad nacional que le
sirva a toda la nación.
Coletilla:
muy mal les está yendo a los países que hace poco iniciaron TLC con Estados
Unidos. Porque se les dispararon sus importaciones, según muestran sus balanzas
comerciales con la superpotencia. (En millones de dólares) Chile: entre 2004 y
2011, de 1.126 a –6.804. Perú: entre 2007 y 2011: de 1.152 a –2.083. Honduras:
entre 2006 y 2011: de 30 a –674 y República Dominicana: entre 2004 y 2011: de
169 a –1.939 (http://bit.ly/LS5reP).
Cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar.