CONGRESO: ORGIA DE CORRUPCIÓN
Por:
AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La
democracia, creación de la modernidad, busca superar la odiosa costumbre que
irritaba a la mayoría de personas: los privilegios. Ofende a la inteligencia,
mueve a rabia y encono que los derechos sean asunto para pocos,
pero las obligaciones lo sean para muchos. Antiguamente los reyes, su familia y
su corte, tenían el privilegio de hacer, prácticamente, lo que les daba la
gana, sin asumir ninguna responsabilidad por sus actos.
La
sociedad, aborreciendo los privilegios, creó el estado de derecho, para que
imperara la ley, que fuera única y para todos, buscando igualdad de los
ciudadanos frente a ella. Además, decidió que el poder no quedara concentrado
en pocas manos, como en las monarquías y gobiernos absolutos, y lo repartió en
tres poderes, cada uno independiente, pero interconectados para generar
equilibrios. El poder quedó en los representantes del pueblo (poder
legislativo) para que hiciera las leyes que el pueblo conviniera; también en
los encargados de hacer justicia (poder judicial), un servicio público
fundamental para que la sociedad pueda mantenerse en armonía. Finalmente el poder
ejecutivo, para que dirigiera el Estado, de la mano de la ley, la justicia y
los representantes populares.
Esto
inició en el mundo hace más de 200 años.
En Colombia arrancó con la independencia, de la mano de Manuela Beltrán, Nariño,
Santander, Bolívar y muchos luchadores que odiaban los privilegios y soñaban
con entregarle a las generaciones futuras un mundo de igualdad, de derechos, de
responsabilidad y justicia social.
Repasando
los últimos acontecimientos en el país, parece que el sueño de Simón Bolívar y
de los que gestaron este país se ha truncado. Tenemos unos magistrados de las
altas cortes, ávidos de privilegios y canonjías, que quieren modifican su edad
de retiro forzoso, prolongar su permanencia en el poder, amén de no responder
por sus actos y en caso, de ser requeridos, tener la posibilidad de tener
jueces amigos y benignos. Es decir, obligaciones para los pobres y prebendas
para ellos…
Si
por los lados del poder judicial llueve, por los lados de los representantes
del pueblo (poder legislativo) no escampa. El congreso es la institución más
desprestigiada y con menor credibilidad de Colombia. Se lo ha ganado a punta de
actos de corrupción, ausentismo, mentiras, paquidermia y divorcio de los
intereses populares. Algunos congresistas para mantenerse en el poder se
aliaron con mafiosos, con paramilitares, guerrilleros y saquearon las arcas del
estado para beneficio propio. La indignación ante estos y otros comportamientos
obligaron a cambiar las reglas de juego y a crear una nueva constitución en
1991 para acabar con estos desmanes.
Pero
la sed de privilegios no terminó. Los congresistas en su gran mayoría, con la
tutela del ejecutivo, decidieron que sus actos, por torcidos que resultaran, no
debían ser castigados, y establecieron unas medidas que les ofrecían, prácticamente,
la impunidad. Como algunos habían sido castigados antes, había que rescatarlos
de la cárcel favoreciendo su salida pronta mediante artilugios jurídicos.
Estamos
indignados ante esta orgía de privilegios, exclusividades, prerrogativas,
ventajas y favorecimientos para un puñado de congresistas sinvergüenzas que
como sanguijuelas se chupan el erario, viven de nuestros impuestos y de la
corrupción. Debemos identificar con nombre propio a estos desvergonzados
congresistas y castigarlos no volviendo a votar por ellos. ¡Es hora de acabar
con esta zanganería!