Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Cifras de la Secretaría de salud expresan que la primera causa de muerte en el municipio son las enfermedades cerebro vasculares. Sin embargo, la habladuría popular las contradice argumentando que aquí la gente se muere más de envidia que de derrames cerebrales o infartos cardíacos. Y cuando el río suena…
La envidia es una enfermedad sicológica producto de la sensación de inferioridad frente a otros. Se quiere lo que tienen los otros. No importa si no se poseen merecimientos, cualidades o posibilidades. Simplemente, se quiere. Como la inferioridad es evidente, se recurre a diversos tipos de artimañas para conseguir el objetivo anhelado. El envidioso considera válido mentir, urdir triquiñuelas y engañifas para rebajar a otros. Está convencido que si rebaja al otro, él sube. El envidioso gasta su tiempo, que debería emplear en acciones que le permitieran brillar con luz propia, en idear patrañas, en crear desconfianzas en su jefe alrededor del envidiado. Nada de reconocer cualidades en los demás. Si acaso le toca admitir algún valor lo hace de contera, como apéndice positivo a una lista inventada de cosas negativas. Esa envidia le carcome el alma permanentemente…
Ibagué vive un auge de inversión que le va dando la imagen de un gran centro de negocios, de una ciudad atractiva para invertir capitales. La avenida sesenta, llamada por algunos la milla de oro, es fiel reflejo de lo dicho: dos grandes centros comerciales en construcción, dos hoteles de primera línea, una importante librería, una clínica… En otro lugar de la ciudad está en construcción otro gran proyecto comercial… Ya está listo el lote, los estudios urbanísticos, arquitectónicos y comerciales de una gran clínica médica dotada de tecnología de última generación, como la merece una Ciudad Región como Ibagué. Tome la ruta al salado por la vía a Ambalá y constatará como crecen como espuma los proyectos de vivienda en altura, igual ocurre de la plazael Jardín hacia abajo…Solo por nombrar algunos proyectos, porque hay más. Esto, que debería generar orgullo y satisfacción, para muchos en fuente de envidia.
Entonces, los envidiosos aprovechan a algunos medios de comunicación para propalar sus mentiras: que en Ibagué nadie invierte porque no hay agua y que no habrá progreso. ¿Y los que ya están gastando grandes cantidades de dinero lo hacen porque son unos tontos, que no estudian el mercado y las opciones de futuro, y no se habían dado cuenta que agua no hay? ¿O será la envidia recalcitrante de los que prefieren apostarle al fracaso de la ciudad, con tal que los demás no triunfen?
Conozco colegas que por su trasegar profesional exitoso, han sido llamados por universidades a enseñar sus experiencias y conocimientos. Para ello deben presentarse a un concurso de méritos y ganarlo. Los envidiosos, que en algunos casos han tenido éxito gracias a embaucamientos, triquiñuelas y actos corruptos, corren a desconocer esos triunfos profesionales y académicos con argumentos sin fundamento pero cargados del odio que empaña sus miradas y corroe sus espíritus…
Qué bueno que toda esa energía que circunda la envidia se pusiera al servicio del progreso y el desarrollo de todos. Qué bueno que los envidiosos encabezaran verdaderas causas para beneficio colectivo, o que por lo menos se hicieran a un lado, mascullando amarguras, pero dejando hacer.