VENGANZA CONTRA LOS ANCIANOS
Por:
AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Esto que parecería un título sacado de una novela de
horror, es la terrible realidad que viven nuestros adultos mayores, como
eufemísticamente los denomina el Estado. En Colombia ser viejo es convertirse
en un estorbo. Mientras que en los países orientales, por ejemplo, a los viejos
se les venera, se les considera depositarios de unos bienes sociales muy
importantes como lo son la experiencia y la sabiduría, entre nosotros, las ideas
de los viejos se asumen como anticuadas,mandadas a recoger y poco dignas de
crédito. El mensaje es desolador: envejecer es casi un delito.
En otras oportunidades he hablado sobre la veneración a
ser joven, a mantenerse joven, o a aparentar serlo. Lo demoledor para el
espíritu es la manera como son tratados nuestros ancianos. Las familias
adineradas los recluyen en sitios donde no incomoden, donde no molesten, donde
no afeen el paisaje. Los pobres, simplemente los echan a la calle… Duele
encontrar ancianos olvidados tratando de sobrevivir implorando una ayuda
caritativa o una limosna. Muchos, enfermos de cargar los años, arrastran sus
miserias, dolores y abandonos, ante la indiferente mirada de una sociedad que
cree que será eternamente joven.
Pero donde no existen excusas válidas es en el trato
que les da el Estado. Algunos muy enfermos, para cobrar sus siempre
insuficientesmesadas pensionales, se les obligan a ir personalmente, se les
somete a hacer interminables colas, a demostrar ante autoridad que están vivos
para que ella expida una certificación de supervivencia, como si su presencia
no bastara. Duele verlos en sillas de ruedas aguardando una cita médica, o un
trámite o cualquier talanquera burocrática. El Estado no tiene ninguna
consideración con quienes les sirvieron, con quienes entregaron sus vidas
construyendo las instituciones.
A la paquidermia del Estado se le suma la estulticia de
algunos funcionarios públicos. A una abuela sus nietos decidieron llevarla de
paseo. Se ausentó un tiempo y no cobró sus mesadas. Cuando regresó, hizo el
trámite de la constancia de supervivencia, para solicitar el pago de los
dineros no cobrados. Su sorpresa fue mayúscula cuando el funcionario de la
ventanilla le dijo que debía traer las supervivencias anteriores…Ella le alegó,
con sobrada razón, que si hoy estaba viva, lo más lógico era que en los dos
meses pasados también debió estarlo. Nada ni nadie hizo entender al fulano de
lo absurdo de su petición. Ni siquiera su dificultad para trasladarse por sus
muletas, su escasa visión ni sus más de ocho decenas de calendarios encima…
Dudo que una sociedad que no venera sus ancianos, que
no los respeta ni protege, tenga futuro. Una sociedad que desprecia la
sabiduría se aferra a sus errores. Una comunidad que no valora la experiencia
se condena a traspiés y equivocaciones permanentes. Detrás de cada arruga, de
cada surco en la piel, de cada cana, hay una historia, un saber, una vida, una
enseñanza, que no nos podemos dar el lujo de desperdiciar. En la arrogancia de
los jóvenes que se burlan de los viejos está su inconciencia, su ignorancia,
pero también la escasa formación hogareña y de la escuela en el respeto por la
dignidad humana.
En el municipio, guiado por la
Alcaldía, se discute un Plan Decenal de Educación, ojalá este pueda ser un tema
a debatir entre todos…
@agustinangarita